A estas alturas todos sabemos ya que interpretar música o tocar un instrumento de forma habitual mejora las habilidades del lenguaje, la memoria, la conducta o la inteligencia espacia; en suma, el funcionamiento cognitivo, físico, emocional y social.
Nosotros lo hemos hecho desde septiembre.
Ahora que el curso toca a su fin - ha sido intenso pero productivo - queremos dejar aquí una muestra de lo trabajado y desearos unas estupendas y merecidas vacaciones a todos.
A finales del siglo XVIII la cultura y la estética turca estaban de moda en Europa o al menos, en las zonas más próximas a las fronteras del Imperio Otomano.
A partir de 1770 la variedad de prendas fue enorme, y en ellas influyeron factores tan dispares como la vestimenta masculina, el atuendo teatral o el gusto por Oriente y el este de Europa; gracias a todo esto se sucedieron distintas modas con denominaciones tan particulares como vestido "a la polaca", "a la turca", "a la circasiana"..(…) El nombre de polonesa, polonaise en francés, derivaba del uso de estilos procedentes de Polonia. Es posible que inicialmente hiciera referencia a los adornos realizados en piel o al hecho de subir un lado de la falda, una moda polaca que venía a su vez del traje turco. (…)
¿Recordáis Amadeus? En aquella secuencia en la que Antonio Salieri interroga a la cantante Caterina Cavalieri acerca de su atuendo antes de comenzar la clase de canto, ella responde: "este año todo va a ser turco".
Pues bien; esa influencia que se dejó sentir en las vestimentas, también lo hizo en la música, y una clara muestra de ello fueron las famosas marchas "a la turca".
Cuando hablamos de "marcha turca" solemos pensar en Mozart, sin embargo no fue este el único compositor seducido por las sonoridades de los ritmos otomanos; a Beethoven - aunque posterior - le ocurrió lo mismo y compuso una marcha turca que forma parte de su obra titulada "Las ruinas de Atenas" Op. 113 nº 4 (1811). Hay que saber, además, que el tema de esta marcha aparecía ya en sus Seis variaciones Op. 76, de 1809
A continuación podéis ver y escuchar ambas obras:
Marcha turca de Las ruinas de Atenas:
Seis variaciones Op. 76 para piano
Antes de irnos escucharemos también "la vuestra", la de Mozart (que como ya sabéis, constituye el tercer movimiento de su Sonata para piano n.º 11); os la dejo en la "ultrasónica" versión de Lang Lang; se que la vais a disfrutar mucho.
«Quiero que sepas, Sancho, que todos o los más caballeros andantes de la edad pasada eran grandes trovadores y grandes músicos, que estas dos habilidades, o gracias, por mejor decir, son anejas a los enamorados andantes».
Al comienzo de su incursión en Sierra Morena (I-23)
Como a todo caballero que se precie, a don Quijote le gusta la música y sabe de la conveniencia de su ejercicio y del beneficio de su conocimiento. Leamos cómo se lanza a la interpretación musical en el siguiente capítulo (lo podéis leer completo pinchando en el enlace)
Del temeroso espanto cencerril y gatuno que recibió don Quijote en el discurso de los amores de la enamorada Altisidora
[...] Hecho esto y llegadas las once horas de la noche, halló don Quijote una vihuela en su aposento. Templóla, abrió la reja y sintió que andaba gente en el jardín; y habiendo recorrido los trastes de la vihuela y afinádola lo mejor que supo, escupió y remondóse el pecho, y luego, con una voz ronquilla aunque entonada, cantó el siguiente romance, que él mismo aquel día había compuesto:—
Suelen las fuerzas de amor
sacar de quicio a las almas,
tomando por instrumento
la ociosidad descuidada.
Suele el coser y el labrar
y el estar siempre ocupada
ser antídoto al veneno
de las amorosas ansias.
Las doncellas recogidas
que aspiran a ser casadas,
la honestidad es la dote
y voz de sus alabanzas.[...]
Os dejo ahora con dos famosos vihuelistas a los que muchos conocéis
Comenzaremos aclarando que no vamos a tratar sobre los siete enanitos de Blancanieves marchando a casa a descansar; aunque no lo creáis, no es esa la única marcha de enanos que existe; resulta que hay otra, igualmente famosa, que posiblemente vosotros, mis alumnos, no hayáis oído nunca.
En 1905 el compositor noruego Edvard Grieg- a quien muchos ya conocéis de los nacionalismos - orquestó una de las Piezas líricas (Op.54) que había escrito originalmente para piano en 1891. La pieza en cuestión se titula La marcha de los enanos.
Ved cómo los compositores, en ocasiones, reescriben sus obras y nos las muestran desde diferentes universos tímbricos. Escucharemos pues las dos versiones de esta marcha que tan bien (y también) puede servirnos para nuestro "marchoso" propósito: en abril los bosque se nos llenan de primavera y de enanitos.
Versión orquestal (con fotografía de Grieg):
Versión original, para piano interpretada por un estupendo Mikhail Dubov :
Y de postre, una de las lecturas de nuestra infancia escrita por el maestro y poeta Germán Berdiales.
En un día de meditación nosotros nos permitimos disfrutar con esta maravilla de Giovanni Battista Pergolesi para dos voces femeninas: soprano y contralto (en este caso, el contratenor Philippe Jaroussky).
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