Cuando llegué allí a principios de enero, con mi primera vacante bajo el brazo, a pesar de estar lejos de casa, de mi ciudad, de mi gente, la acogida ya me dijo que no debía sentirme solo. Aún así, en ningún momento podía imaginar lo que este centro me ha aportado.
En él he crecido como docente, mi verdadera ilusión, mi gran vocación. He aprendido desde el primero hasta el último de los compañeros y compañeras, de cada uno de los niños y niñas de Primaria que han ido pasando por mi aula de Música. Muchos son los recuerdos, y es evidente que no puedo aunque quisiera plasmarlos todos aquí.
Tampoco creo que sea de recibo mencionar a aquellos compañeros y compañeras de profesión que me han aportado tanto, porque evidentemente todos me han dado grandes momentos, y sería de mal gusto que se me olvidara alguno o que alguien se sintiera discriminado. No es mi intención. Por eso cada uno de ellos y ellas saben perfectamente que de una manera u otra, de todos he cogido ese trocito que me ha hecho sentirme MAESTRO (con todas y cada una de las letras). Todos me han ayudado a crecer en esta profesión tan bella (quizá para muchos no la sea, os aseguro que para mí lo es), me han dado y
aportado consejos a la hora de poder mejorar, me han valorado como al que lleva más de 40 años en la profesión. No he notado jerarquías, mandos, cargos subidos de su lugar,...Esas personas también eran uno más en el centro.
Y por supuesto los alumnos y alumnas, mis alumnos y alumnas. He tenido la inmensa suerte de poder dar clase de una materia tan sumamente bella como es la Educación Artística a todo el alumnado de Primaria del centro. Y os aseguro que de todos también me llevo algo. Pero obviamente, aquí si me van a permitir que nombre y tenga mi favoritismo. Mención especial a mi clase de 6ºA, mi tutoría. Ojalá ellos se llevaran la mitad del recuerdo, la mitad del aprendizaje que me llevo yo de ellos. Aquellos que tenían la fama de "curso complicado", la etiqueta de "clase muy habladora" han demostrado que la complicación con ellos ha sido la sencillez, que sus continuas charlas han sido la alegría de cada mañana de este maestro que siempre los recordará. Obviamente el camino no ha sido fácil, y los altibajos han estado presentes, pero siempre uno se queda con lo positivo, que es infinitamente mayor que lo negativo.
Recordaré esas visitas, ese partido de fútbol (donde nos dejamos perder, por cierto), esas risas, ese esfuerzo de autosuperación, esas confidencias, esos pequeños problemas de niños que hacen ver que la vida hay que tomársela con otra filosofía, esa fiesta final, la graduación, mis trabajos con mis alumnos y alumnas desde 1º a 6º de Primaria, lo que me han hecho disfrutar. Y lo mejor es que muy probablemente ninguno de ellos llegará a saber lo que han conseguido.
Las despedidas nunca son agradables, pero si necesarias. Cada uno toma un camino, siempre con expectativas de mejorar. En mi caso no sabré cuál es mi próximo destino, ni lo que me encontraré por esa senda, pero si tengo por seguro que este centro, este colegio estará conmigo siempre presente. No escribo esto con intención de emocionar, de "pelotear", o de quedar bien. Escribo esto porque así lo siento, y porque así me sale, y no con lágrimas en los ojos, sino con una enorme y eterna sonrisa al recordarlo.
Ya sabéis que en este blog muchos tenéis ese hilo de contacto conmigo. Al resto daros mucha suerte en vuestro camino, alumnado y profesorado.
GRACIAS POR HACERME CRECER CON VOSOTROS.