Dos ninfas en un paisaje , Jacopo Negretti (Palma el Viejo) 1513-14 En la mitología griega las Ninfas eran jóvenes mujeres que poblaban los bosques y las aguas (estas últimas también se llamaban Náyades o Nereidas). Bellas y amables, estas divinidades podían tener poderes extraordinarios y podían enamorarse incluso de un mortal; la famosa Eco, por ejemplo, llegó a morir de amor. Nuestra protagonista de hoy llora el abandono de su amante ante dos testigos que narran su sufrimiento y se compadecen de ella. El compositor que pone música a su dolor es Claudio Monteverdi, al que tan bien conocemos ya y que en el Renacimiento tardío destacó por su defensa de "los afectos", defensa que se traduce en la gran expresividad de sus madrigales. Esta expresividad persigue reflejar al máximo, con la música, lo que la palabra dice, y para lograrlo, Monteverdi recurre al uso de la disonancia de manera intencionada como veremos. |
- Primera: tres voces masculinas (dos tenores y un bajo) relatan y describen la situación de la ninfa, que sale a pasear desconsolada.
- Segunda: escuchamos a la ninfa cantando su dolor por el amor perdido y los comentarios intercalados de los narradores.
- Tercera: los narradores terminan con una sentencia sobre el amor.
Es importante destacar:
- la diferencia melódica y armónica entre las secciones: polifonía en las voces masculinas y monodía acompañada en la sección de la ninfa.
- el uso la disonancia para intensificar el sentimiento cuando los narradores dicen "su dolor" (min. 0,44) y "piangendo" (llorando) (min. 1,25).
Aquí podemos seguirlo con la partitura y observar claramente las disonancias señaladas arriba:
Este triste pero precioso lamento forma parte del octavo libro de madrigales, denominado Madrigales guerreros y amorosos que fue publicado en 1638.
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