Hace muchos años yo cantaba en la banda Eternya.
Yo llevaba poco tiempo siendo la cantante, cuando un sello discográfico se interesó por la banda.
Te estoy hablando de alrededor del año 2.006, uno de los mejores momentos para que una discográfica se interesara por ti.
Fue justo antes del boom de Internet.
Antes no eras nadie sin una discográfica. Hoy en día sigue siendo bastante necesario, aunque al menos tienes la opción de abrirte camino por tus propios medios.
Como yo llevaba poco tiempo en la banda, sólo podía estar de oyente en la reunión que tuvimos para hablar sobre qué hacíamos con esa oferta.
Nos enviaron un contrato en el que nos exigían exclusividad para trabajar con ellos, lo cual es perfectamente normal… pero no les pareció bien a los dos fundadores de la banda.
Era una discográfica más bien pequeña, y ellos querían trabajar con algunas de las discográficas más grandes del momento, por lo que no firmamos.
¿Sabes en qué quedó la cosa? En una anécdota para contar en un artículo.
Después de unos años, la banda se disolvió.
Pero también me llevé un gran aprendizaje al ver cómo metieron la pata (yo habría firmado el contrato): apuntar a lo más alto es igual de importante que hacer los pasos intermedios que te llevarán a la cima.
Cuando empiezo a entrenar la voz de alguien con quien no he trabajado nunca, esto lo veo mucho.
Fijan su mirada en conseguir sonar de esta o aquella forma, de afinar mejor, …
Da igual lo que estén buscando, porque nada de eso ocurre hasta que entienden que hay pasos intermedios.
Eso significa aprender a utilizar la voz de la forma más relajada posible, con el menor esfuerzo posible.
Esto no quiere decir que tengas que estar años y años practicando para empezar a sonar bien.
Todo lo contrario.
Si dejas de buscar “sonar bien” y te centras en buscar siempre el mínimo esfuerzo físico para utilizar tu voz, tu evolución va a ser exponencialmente más rápida.
Este artículo Esto fue lo que pasó con mi sello discográfico pertenece a VoKalo.