Érase una vez, cuando la que escribe aquí era bastante más jovencita… Entonces ir a un curso significaba dar una o dos clases con el profesor y escuchar y aprender de lo que hacían los demás compañeros. Pero a medida que han pasado los años, la oferta de “campamentos musicales” se ha hecho más completa, tratando de ofrecer una experiencia musical muy amplia y dinámica también con actividades de ocio y tiempo libre.
En esta primera entrada de “la profe se va de…” voy a compartir lo que he aprendido y disfrutado en uno de esos cursos en los que he tenido el gusto de participar este verano:
“Pirineos Junior 2016”
El curso tuvo lugar en Canfranc del 1 al 8 de Julio, siendo esta su XV edición y está orientado a alumnos de 3 a 14 años. Nos alojábamos frente a la imponente Estación Internacional, con sus historias y leyendas de espionaje, frontera…
En este mismo lugar también se celebra “Pirineos Classic” la versión para alumnos mayores de 14 años, y ambos cursos tienen la suerte de coincidir con el Festival Internacional de jazz de Canfranc -Jazzetania’16-, cuyos conciertos se disfrutan después de las largas jornadas de trabajo.
¿Con qué me he encontrado?
Para empezar, me ha encantado poder acercarme a través de los demás profesores a otros enfoques pedagógicos. Comprobar el uso y los resultados de métodos como Willems, Suzuki, Rolland, entre otras metodologías ha resultado muy inspirador.
Unido con lo anterior, aunque sin restar el mérito que ellos merecen, ha sido increíble el nivel tan alto del joven alumnado, con una gran capacidad de trabajo y concentración a pesar de lo que a priori la edad pueda transmitir.
Y además, en este curso la implicación activa de los padres es una realidad. Los familiares pueden entrar y escuchar las clases, donde muchos de ellos participan en la mejora del proceso musical, organización y estudio. Aquellos que lo desearan, también podían asistir a los talleres, charlas y coloquios que se hacían especialmente para ellos.
Para mi, la gran diversidad de actividades tanto para los alumnos como las familias estimula la creatividad e inspira la vida cotidiana post curso.
Pero para poneros los dientes más largos, ahí va la relación de algunas de las actividades que se dieron esa semana:
- Los padres y profesores pudimos participar en un Taller de percusión étnica y en charlas como ‘las flores de Bach para niños’ de Mª José García-Fontes, ‘Hábitos de estudio: cómo sacar el máximo provecho a la hora de estudiar en casa’ y ‘La función de los padres y madres en el aprendizaje musical de sus hijos’ con los profesores Ángel Pereira, Juan Carlos Navarro y Claudio Forcada al frente de las mismas.
- Los alumnos tenían diariamente además de las clases de instrumento, percusión étnica, coro, taller de plástica y escenografía, orquesta (para la cuerda), distintos grupos instrumentales (para los flautistas y guitarristas), improvisación creativa (para los pianistas) y actividades de ocio y tiempo libre. ¡Terminaban exhaustos!
- Por si fuera poco, y abierto a todo el mundo tuvimos cine forum (Rythm is it) y un concierto-proyección con la película ‘el maquinista de la general’ y el cuarteto de cuerda Prima Vista con un trabajo en directo espectacular.
Cerrando esta semana intensa, hubo audiciones de distintos instrumentos a solo y cámara la mañana de la última jornada y el concierto final por la tarde con la muestra al público del trabajo grupal realizado. - Toda esta actividad coincidía con el Festival Jazzetania (del 4 al 19 de julio), que comenzaba esa semana con estupendos conciertos como Vibratango homenaje a Astor Piazzolla, con bandoneón vibráfono, violín, guitarra y bajo eléctrico que consiguieron poner al público en pie.
¿Qué he aprendido?
Yo pensaba que ir a un curso como profe era desconectar y disfrutar de la música sin más. Me ha sorprendido y encantado descubrir que nada de eso. Cada noche los profes compartían ideas, ejercicios y diferentes enfoques de las preocupaciones u obstáculos del día y se preparaban para la maratón de clases del día siguiente. Esa pasión por la pedagogía y ese amor a los alumnos tan grande, me ha dejado perpleja y me ha enamorado aún más de la profesión.
Un curso te pone a prueba. Tratar de conectar, descubrir los puntos fuertes y débiles de cada alumno y tratar de transmitirles ganas e ilusión para que después del curso se sigan comiendo el instrumento, es todo un reto también para el profesor en una semana.
En mi caso, tratar de enseñar y trabajar con alumnos más pequeños aun de los que vienen al conservatorio ha servido para hacerme más flexible, para buscar nuevas herramientas y lenguajes con los que conectar y para absorber los aspectos positivos de las metodologías basadas en un sistema de aprendizaje más natural.
He podido asistir a las clases de otros profesores, pudiendo ver en directo la evolución de algunos alumnos a lo largo de varios días y diferentes visiones de cómo organizar el trabajo. Ver el trabajo de otros instrumentos, donde el fenómeno sonoro es más visual, me ha inspirado para intentar transformar y aplicar algunos de sus ejercicios a la flauta.
En definitiva, esta primera escapada del verano ha sido una gran dosis de ilusión y reflexiones. Una experiencia que guardo con mucho cariño y en la que he conocido gente maravillosa. Por eso me he animado a compartir todo esto en el blog. Me encantaría recibir y leer las impresiones que hayáis tenido vosotros en vuestros cursos, ya sea como profes, alumnos o familiares
En unos días llegará la parte II, en este caso por tierras portuguesas. Pero de momento os dejo con estas imágenes.
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