Los Picapiedra

Los Picapiedra (en su país de origen The Flintstones) viven en un extraño mundo prehistórico cuyos habitantes tienen los hábitos y los problemas típicos de las familias americanas desde hace 50 años, los que han pasado desde el estreno de la serie de animación de la que son protagonistas.

La música de la secuencia de apertura, muy pegadiza, ha convocado delante de la tele a varias generaciones de niños; por eso los que ya no somos tan niños la conocemos tan bien como la infancia del siglo XXI.

Lo que muy pocos conocen (y tengo que confesar que yo mismo sólo lo conozco desde ayer) es el nombre del compositor de esa melodía tan alegre y simpática: se llamaba Hoyt Curtin y pasado mañana hará exactamente 88 años que nació en California, donde murió a finales del año 2000.

Pocos días antes del comienzo de un nuevo curso escolar, añadimos al repertorio a repasar o a estudiar, según los casos, esta nueva pieza para flauta dulce, dedicada especialmente a mis nuevos alumnos y alumnas de 1º de ESO: ¡bienvenidos al Instituto!

Al no tener notas alteradas, esta melodía no debería resultar especialmente complicada de tocar. Tan sólo una recomendación: la emisión de las notas graves (do y re, sobre todo) es más simple si usamos el truco que consiste en soplar aire caliente.

Si, por otro lado, lo que se nos resiste es la velocidad y preferimos estudiarla más despacio, haremos clic en el botón que está justo debajo de la partitura, en el lado derecho, donde está escrito noteflight: se abrirá una ventana con la partitura más grande y varios comandos, incluyendo el que permite variar el tempo, que está abajo a la izquierda.

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La Danza de las Horas

Amilcare PonchielliHoy es el aniversario del nacimiento de Amilcare Ponchielli (1834-1886), compositor importante tanto por su obra como por su aportación al progreso de la música, consistente no sólo en su labor creativa sino también en la didáctica: fue el maestro de algunos de los más importantes operistas italianos del  período a caballo entre los siglos XIX y XX, entre los que destacan Giacomo Puccini y Pietro Mascagni.

El catálogo de Ponchielli incluye ballets, cantatas, música coral y sobre todo numerosas óperas, el género que le procuró su gran éxito, en la Italia de su época sólo inferior al de Giuseppe Verdi. Sin embargo, para la mayoría de la gente, el nombre de Ponchielli está ligado a una sola ópera, La Gioconda, que compuso sobre un libreto de Arrigo Boito, el libretista de las óperas más exitosas de Verdi; más aún: a un número de esa ópera: La Danza de las Horas, con un tema principal muy pegadizo que seguramente ha contribuido de manera notable a su popularidad.

Otro gran impulso a la fama de ese fragmento fue su inclusión en la película de animación Fantasía (1940) producida por Walt Disney. Sin hacerle mucho caso a las ideas del libretista -que imaginaba doce bailarinas danzando en círculo (simulando las horas en el reloj) y dos bailarines en el centro (las manecillas)- en ese filme tenemos como protagonista de ese episodio a avestruces, hipopótamos, elefantes y cocodrilos. Los reptiles son los únicos que no calzan zapatillas de ballet, aunque en cambio llevan unas elegantes capas. Por su parte, los paquidermos flotan en el aire con gran ligereza, exhibiendo, en el caso de los hipopótamos, unos delicados tutús.

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Día del Blog 2010: hoy recomiendo…

Día del blog 2010El último día de agosto es el Día Internacional del Blog. Al igual que el año pasado, voy a respetar la costumbre de recomendar cinco blogs que sigo para contribuir a su difusión, convencido de que mis lectores y lectoras los apreciarán tanto como yo.

Mientras el año pasado me limité a los blogs educativos de Música, este año recomiendo cinco blogs centrados en otras tantas asignaturas diferentes y ordenados alfabéticamente:

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El sonido del silencio

AcúfenoEl título no se refiere a la famosa canción de Simon & Garfunkel, sino a lo que oímos cuando hay silencio. Aunque esa afirmación parezca no tener sentido (si hay silencio no deberíamos oír nada), en realidad -eso ya lo vimos hace casi dos años- es imposible conseguir un silencio absoluto, ni siquiera entrando en una cámara anecóica en la que, con la atención y la salud auditiva necesarias, podríamos llegar a oír el latido de nuestro corazón, el fluir de la sangre por nuestras venas y arterias y ciertos zumbidos, más o menos fuertes, producidos por nuestros oídos.

Fuera de esa cámara -que propicia la audición de sonidos tan débiles de la misma manera en que la oscuridad de la noche en un lugar aislado permite contemplar millones de estrellas que serían invisibles en las calles de la ciudad- es muy improbable que podamos oír esos ruidos producidos por nuestro cuerpo sin la ayuda de ningún artilugio.

Sin embargo, hay un gran número de personas (se calcula que en España alrededor de 800.000) que oyen más o menos constantemente uno o más ruidos que no son emitidos por una fuente externa. El nombre de este fenómeno, que el diccionario de la lengua define como “Sensación auditiva que no corresponde a ningún sonido real exterior”, es acúfeno. También se conoce con su nombre latino: tinnitus.

Es muy normal tener ocasionalmente acúfenos de unos cuantos segundos -además de no constituir una gran molestia para quien llega a experimentarlos- y en efecto es muy raro encontrar a una persona que nunca haya oído uno. Por el contrario, la presencia frecuente o continua de acúfenos sí se considera como una patología, pues sus síntomas pueden perjudicar, además de al sentido del oído, dificultando la audición y la discriminación de los sonidos, también al estado de ánimo y a la vida social del afectado por este disturbio.

Aunque a veces los acúfenos aparezcan como secuela de una enfermedad o como efecto secundario (transitorio o permanente) de algún fármaco, la mayoría de ellos tal vez se deban a la exposición a ruidos muy intensos. De ahí la necesidad de evitar, en la medida de lo posible, toda situación de riesgo (sobre todo los ambientes ruidosos y escuchar música con volumen alto a través de auriculares) y de proteger el oído adecuadamente cuando esa exposición es inevitable, lo que ocurre en determinados trabajos.

Debido a que todavía no existe un protocolo único de tratamiento que garantice la curación de los acúfenos, esas medidas de precaución son muy importantes: como siempre, prevenir es mejor que curar.

Para profundizar en el tema: Asociación Española de Hiperacusia y Acúfenos (AESHA), Unidad de Acúfenos e Hiperacusía del Hospital Quirón de Madrid (acufenos-info), Nuevas terapias para acúfenos (Suplemento Salud del País).

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¡Bravo por la Filarmónica de Berlín!

Hace unos días publicaba en otra entrada de este blog la noticia de la disponibilidad de invitaciones para concierto inaugural de la nueva temporada de la Orquesta Filarmónica de Berlín.

Naturalmente recogí mi entrada y ayer, poco antes de la hora de inicio del concierto, al intentar abrir la web de la Digital Concert Hall vi que no era posible conectar con el servidor. La preocupación inicial se transformó en gran decepción cuando, ya pasados diez o quince minutos desde el comienzo, sólo conseguía ver en la pantalla un mensaje de error invitándome a intentarlo más tarde.

Cuando ya estaba resignado a dejarlo, @fjrosac, que también experimentó dificultades iniciales y que ya estaba disfrutando de la cuarta sinfonía de Beethoven, la primera obra en programa, me animó a seguir intentándolo. Así que seguí insistiendo, pulsando decenas de veces la tecla F5 hasta conseguir escuchar los últimos dos movimientos de esa sinfonía y, tras el descanso, la primera de Mahler. Tal como era previsible, una experiencia estupenda: gran calidad de imagen y de sonido y, sobre todo gran orquesta y gran director.

Bien aprendido en su momento el refrán A caballo regalado…, ninguno de los amigos que nos encontramos durante el descanso y al final del concierto en Twitter -que para la ocasión nos sirvió de vestíbulo virtual de la Filarmonía- nos atrevimos a pronunciar la más mínima queja sobre las incidencias técnicas iniciales.

Sin embargo, todos los que ayer estábamos allí hemos tenido hoy una muy agradable sorpresa: un correo electrónico desde Berlín nos ruega que perdonemos esos inconvenientes y nos regala un bono para entrar nuevamente en la Digital Concert Hall durante 24 horas, a utilizar durante el día que queramos hasta el próximo 1 de diciembre. Tanta consideración hacia el usuario es cada vez más rara hoy en día, y eso es una razón más para agradecerla públicamente.

Concluyo comentando que creo haber decidido ya la fecha en que utilizaré ese bono: el 16 de octubre, para escuchar a Baiba Skride interpretando el Concierto para Violín de Alban Berg.

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