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Dentro de unas horas, cuando los habitantes de América se vayan despertando, las bandas, recorriendo las calles de las poblaciones estadounidenses, anunciarán que es el Día de la Independencia con una serie de canciones de tintes patrióticos entre las cuales no faltará The Star-Spangled Banner, el himno nacional de Estados Unidos. En gran parte del país, sobre todo en los estados del noreste, resonará también Yankee Doodle que sin duda no faltará en Connecticut, ya que es el himno oficial de este estado.
En su origen, esta melodía pegadiza se remonta a mediados del siglo XVIII, cuando muchos de los estados que conforman hoy la república federal eran colonias británicas. Durante la Guerra de los Siete Años, la misma melodía tenía un texto patriótico que hacía referencia a Ephraim Williams, un coronel que murió con su regimiento en una emboscada. Posteriormente se utilizó con letras más jocosas y hasta se incluyó en óperas cómicas.
Los oficiales ingleses la usaron para burlarse de sus subordinados americanos, en su gran mayoría voluntarios de orígenes humildes y de carácter simplón, cantándola con esta letra:
A-Riding on a pony;
He stuck a feather in his cap,
And called it macaroni.
Yankee Doodle, keep it up,
Yankee Doodle dandy;
Mind the music and the step,
And with the girls be handy!
Cabalgando sobre un pony;
En su sombrero una pluma colocó,
y macaroni le llamó.
Yankee Doodle, sigue así,
Yankee Doodle dandy;
Recuerda la música y los pasos,
¡Y con las chicas sé gentil!
La palabra macaroni se empleaba en la Inglaterra de aquella época para definir a un inglés que vestía y hablaba de manera amanerada, imitando las modas extranjeras (sobre todo francesa e italiana) de manera que resultaba ridículo en su aspecto e incomprensible en su habla (de ahí el adjetivo macarrónico para referirse a un uso incorrecto del latín o de una lengua extranjera).
Esas son la primera estrofa y el estribillo de la versión actual, aunque en realidad Yankee Doodle es actualmente más conocida, por lo menos fuera de Estados Unidos, en su versión bandística, con pífanos (parecido al flautín pero sin llaves) y tambores.
Intentando recrear esa sonoridad, la he arreglado para dos flautas dulces y tambor.
A pesar de tantos uniformes y tambores, y hasta sin conocer su letra actual, Yankee Doodle tiene cierto intrínseco tono jocoso y divertido que invita a la chanza. En este sentido inspiró al violinista belga Henri Vieuxtemps a componer en 1843 su Souvenir d’Amérique, Variations burlesques sur “Yankee Doodle”, Op. 17, una pieza brillante llena de cuerdas dobles y acordes, armónicos artificiales, pizzicato de mano izquierda y otros efectos virtuosísticos que podemos disfrutar en la impecable interpretación de Ann Fontanella.
Dentro de unas horas, cuando los habitantes de América se vayan despertando, las bandas, recorriendo las calles de las poblaciones estadounidenses, anunciarán que es el Día de la Independencia con una serie de canciones de tintes patrióticos entre las cuales no faltará The Star-Spangled Banner, el himno nacional de Estados Unidos. En gran parte del país, sobre todo en los estados del noreste, resonará también Yankee Doodle que sin duda no faltará en Connecticut, ya que es el himno oficial de este estado.
En su origen, esta melodía pegadiza se remonta a mediados del siglo XVIII, cuando muchos de los estados que conforman hoy la república federal eran colonias británicas. Durante la Guerra de los Siete Años, la misma melodía tenía un texto patriótico que hacía referencia a Ephraim Williams, un coronel que murió con su regimiento en una emboscada. Posteriormente se utilizó con letras más jocosas y hasta se incluyó en óperas cómicas.
Los oficiales ingleses la usaron para burlarse de sus subordinados americanos, en su gran mayoría voluntarios de orígenes humildes y de carácter simplón, cantándola con esta letra:
A-Riding on a pony;
He stuck a feather in his cap,
And called it macaroni.
Yankee Doodle, keep it up,
Yankee Doodle dandy;
Mind the music and the step,
And with the girls be handy!
Cabalgando sobre un pony;
En su sombrero una pluma colocó,
y macaroni le llamó.
Yankee Doodle, sigue así,
Yankee Doodle dandy;
Recuerda la música y los pasos,
¡Y con las chicas sé gentil!
La palabra macaroni se empleaba en la Inglaterra de aquella época para definir a un inglés que vestía y hablaba de manera amanerada, imitando las modas extranjeras (sobre todo francesa e italiana) de manera que resultaba ridículo en su aspecto e incomprensible en su habla (de ahí el adjetivo macarrónico para referirse a un uso incorrecto del latín o de una lengua extranjera).
Esas son la primera estrofa y el estribillo de la versión actual, aunque en realidad Yankee Doodle es actualmente más conocida, por lo menos fuera de Estados Unidos, en su versión bandística, con pífanos (parecido al flautín pero sin llaves) y tambores.
Intentando recrear esa sonoridad, la he arreglado para dos flautas dulces y tambor.
A pesar de tantos uniformes y tambores, y hasta sin conocer su letra actual, Yankee Doodle tiene cierto intrínseco tono jocoso y divertido que invita a la chanza. En este sentido inspiró al violinista belga Henri Vieuxtemps a componer en 1843 su Souvenir d’Amérique, Variations burlesques sur “Yankee Doodle”, Op. 17, una pieza brillante llena de cuerdas dobles y acordes, armónicos artificiales, pizzicato de mano izquierda y otros efectos virtuosísticos que podemos disfrutar en la impecable interpretación de Ann Fontanella.