El grup "Atomic Tom" demostrant que saben utilitzar molt bé els seus iphones:
Músics professionals tocant amb alumnes d'una classe de música amb ipads:
Matt és un home de 35 anys d’edat, de Westport, Connecticut, que solia pensar que tot el que sempre volia fer a la vida era fer i jugar a videojocs. Va tenir sort, va aconseguir una feina com a dissenyador de jocs en Los Angeles ben jove.
Als 23 anys, es va mudar a Brisbane, Austràlia, on es va adonar que potser els videojocs no eren l’única cosa que importava. Així que a principis de 2003, va deixar la feina per anar deambulant pel sud-est asiàtic fins que els diners se li van acabar.
Pocs mesos després del seu viatge, ell i el seu amic, Brad Welch, estaven fent fotos als carrers de Hanoi, quan Brad li va dir: “Escolta, per què no aturar-se allà i fer el seu ball estúpid? Ho van gravar i van continuar fent-ho allà per on anaven.
I això va resultar ser una molt bona idea !!!
Van posar el vídeo de les aventures dels seus balls al seu bloc i després, al 2005, el va trobar en un nou lloc anomenat ” YouTube “, on un noi l’havia pujat, fingint ser ell, i igual que un milió de persones ja l’havia vist.
Tengo que confesar que hasta hace unos meses no sabía quién era José Iturbi, a pesar de que ya había estado varias veces en una calle marbellí que está dedicada a él. En realidad tampoco sabía que la calle tenía ese nombre: para llegar al CEP Marbella-Coín, allí ubicado, me bastaba con las indicaciones del camino a seguir, sin necesidad de conocer la dirección.
Fue cuando empecé a trabajar en ese mismo CEP, hace poco más de cinco meses, y añadí la dirección postal a mi firma automática en el correo electrónico, cuando me surgió la curiosidad de saber quién era este señor de apellido vasco al que estaba dedicada nuestra calle. Fue una gran y agradable sorpresa descubrir que había sido un músico. Por otro lado, también me sentí un poco incómodo por no conocerlo, ya que tuvo una carrera espectacular, llegando a ser uno de los pianistas y directores más famosos de su época. Como disculpa parcial por mi ignorancia, sólo puedo alegar que hasta unos años después de su muerte -ocurrida hace exactamente 32 años, a la edad de 85- yo todavía vivía en Italia, donde su popularidad no era la misma que en España, ya que nació en Valencia, o que en Estados Unidos, donde su éxito tomó proporciones de auténtico triunfo.
En el amplio repertorio de Iturbi destacaba lo que le permitía demostrar su gran virtuosismo: los principales conciertos para piano y orquesta clásicos y románticos, que solía dirigir él mismo a la vez que tocaba la parte del solista (más adelante veremos un ejemplo) y, naturalmente, Liszt (1 y 2) y Chopin.
Obviamente, otro caballo de batalla de Iturbi era la música española, por ejemplo Falla y Albéniz:
La popularidad del músico valenciano llegó a su máxima cota en los años cuarenta, cuando participó como actor en siete películas musicales en las que se interpretaba a sí mismo. Por su contribución a la industria del entretenimiento audiovisual, tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
En un fragmento de una de estas películas, Music for Millions, traducida al español como Al compás del corazón, es donde podemos verle en el doble rol de solista-director.
La experiencia cinematográfica de Iturbi terminó en esa década en la que había empezado, pero su incansable actividad concertística prosiguió hasta pocos meses antes de ese fatídico 28 de junio de 1980.
Hoy, además de esa efeméride, es una de mis últimas visitas diarias a la calle Iturbi, pues la plaza que conseguí en el CEP en la convocatoria del otoño pasado sólo era para este año y la siguiente, que a estas alturas debería ya estar resuelta, todavía no ha salido (lo cual, en este período de recortes salvajes en todos los servicios públicos, no es buen presagio). Eso sí, seguramente volveré de vez en cuando a mi CEP para aprovechar su oferta formativa y colaborar en lo que pueda.
A pesar de su brevedad, me voy contento por haber tenido la oportunidad de realizar esta experiencia tan enriquecedora, personal y profesionalmente, aunque ya presiento una gran nostalgia de mis compañeros y compañeras, que tan bien me han acogido y acompañado en este período. Para combatirla, cierro mis ojos y con mi imaginación me levanto de mi silla y recorro todo el CEP, despacho por despacho, mesa por mesa, hasta la puerta de salida para agradecerles a todos ellos y ellas, además del cariño que me han demostrado constantemente en estos últimos meses y que sean las personas tan estupendas que son:
Ha terminado mi paseo imaginario: ya estoy fuera del CEP, en medio de la calle José Iturbi.
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