Estiramientos para antes y después de nuestra actividad

Lo primero y más importante de todo es que los estiramientos no deben producir dolor. Hay muchas personas que piensan que cuanto más les duele mejor están realizando el estiramiento. En realidad es lo contrario. La naturaleza es muy sabia y nos ha creado con mecanismos de autodefensa, en este caso ¡para defendernos de nosotros mismos! Estirar es algo natural. Todos los animales lo hacen. Nosotros somos animales, racionales (unos más que otros), pero animales.

Los músculos están protegidos por un mecanismo llamado reflejo de estiramiento, que consiste en que un nervio reflejo envía una señal al músculo para que se contraiga ante la más mínima amenaza de lesión. De ahí que estirando demasiado se consiga el efecto contrario: contraer el músculo.

Al estirar debemos sentir el estiramiento pero no dolor. ¿Cómo saber dónde está el límite? Escuchando nuestro cuerpo, aprendiendo a interpretar sus señales y sintiéndolo sin imitar lo que hacen otras personas , si es que hacemos los estiramientos en grupo, ya que cada la flexibilidad y el umbral de dolor es muy personal.

A mí me gusta poner el ejemplo del secador del pelo. Si lo mueves mientras lo estás usando percibes el calor pero no te quemas. En el momento en que dejas de moverlo notas que te quemas la cabeza. Pues con el estiramiento sucede algo así: hay que sentir el "calor" sin que nos lleguemos a "quemar".

Tal y como dice Bob Anderson en su libro "Estirándose" (Nº 4 del apartado Bibliografía): "Es mejor no estirar lo necesario a estirar demasiado".

Os dejo con un vídeo de Sandra Romo en el que nos enseña unos estiramientos dinámicos para antes de nuestra práctica instrumental y otros estáticos para después de nuestra sesión de actividad. Año nuevo vida nueva. ¡A estirar se ha dicho!




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