Por fin, audicionar sin temblar

Hace unos dos años que decidí presentarme a audiciones de orquesta. Bueno, decidí conscientemente, porque mi subconsciente y mi cuerpo no estuvieron muy de acuerdo. Ya había experimentado antes lo que llamamos “miedo escénico”, en algunos conciertos y exámenes. Los típicos nervios, temblores, pero con el paso de los años había conseguido mantenerlos al margen y afrontar este tipo de situaciones con cierta entereza.

No sabía lo que me esperaba con las audiciones, y cualquier músico que las haya probado una sola vez, sabe de lo que hablo:

  • No hay tiempo. Normalmente, cuando tocas un recital/concierto/examen/etc. tienes tiempo suficiente para calmarte. La reacción de pánico suele durante un par de minutos, pero tocas durante bastante más tiempo. En una audición de orquesta sólo tienes ese par de minutos para dar lo mejor de ti. Y, ¡sí! coinciden con el par de minutos de pánico máximo.
  • No hay “recompensa”. Frente a la buena voluntad de un público que ha venido a escucharte con cariño y a aplaudirte o de unos profesores que confían en tu trabajo, se sitúan los tribunales. Normalmente aburridos de escuchar unas cuantas decenas de candidatos, en busca de todo lo que te haga descartable, el tribunal es el peor público imaginable. Nunca me había dado cuenta de lo importantes que son los aplausos/reconocimientos en la vida del músico.
  • No hay “paz”. Hay que asumirlo, en el 80% de las audiciones no cuentas con un lugar tranquilo en el que mentalizarte y calentar antes de salir al ruedo.
  • Este es el mundo real. Cuando tocas conciertos en el salón de actos de tu Conservatorio o Escuela te parecen lo más relevante y decisivo del mundo. Pero las audiciones son el mundo real, y tocas para competir por un trabajo. Esa presión es un añadido para el que no estaba preparada cuando empecé.

La primera audición

Lo cierto es que la primera vez que me presenté a unas audiciones iba desprevenida. No había estudiado demasiado, me centré en la programación que pedían para la primera fase y no pensé demasiado en cómo prepararme mentalmente. ¿El resultado? En mi vida recuerdo desastre semejante. Temblé como si tuviera una falla sísmica en cada articulación del cuerpo. No sabía ni qué estaba tocando, y lo único que pensaba era “¿por qué no me paran de una vez y me dejan acabar con esta tortura?” Se me hizo eterno, y mientras tocaba buscaba de reojo la puerta de salida.

Esto no es como pensaba :S

Tardé unos cuantos meses en volver a una audición. De repente, me aterrorizaba la idea de tener que pasar por la misma situación. Tomé varias medidas, no hay que dejar vencerse por ese miedo, no me refiero al escénico, me refiero al miedo al miedo.

Busqué artículos, leí libros, vi vídeos y hablé con mis profesores. De todo esto aprendí varias cosas:

  • Hay que probar muuuuchas veces, no sólo por probar suerte, sino porque hay que hacer de la situación algo más familiar y cotidiano.
  • Tocar delante de los demás debe ser prioritario. Aunque parezcas un pesado, aprendí que tocando delante de familiares/amigos/compañeros también se pasan nervios. Volvemos a lo mismo: hacer que tocar en público sea algo normal.
  • Hay que estudiar más. Nos guste o no, si no vamos preparados, todo lo que hagamos no servirá de nada.
  • La confianza es lo primero. Si no confías en ti, nadie lo hará.

Con estas premisas me puse manos a la obra y me presenté a varias audiciones bastante seguidas. Los temblores siempre estaban ahí. Incluso las primeras veces que audicionaba para mis familiares. La situación de las audiciones siempre me superaba: nunca me sentía suficientemente preparada, no controlaba mi mente ni mi cuerpo, sólo pensar que en unas dos/tres semanas tenía que audicionar me creaba ansiedad… Pero decidí no rendirme y seguir trabajando ese miedo. Al menos, observé que cuantas más hacía, más momentos de autocontrol encontraba durante la prueba.

Relajación, relajación y más relajación…

En un año audicionando aprendí mucho. Cada audición que hacía me daba pistas de lo que estaba haciendo mal y bien, lo que funcionaba y lo que no. Investigando un poco más y observando a otros participantes, empecé a plantearme las técnicas de relajación. Al principio, imaginé que intentando relajarme sólo antes de cada audición sería suficiente, peor no es así.

Cuando una audición se acercaba, empezaba a sentir ansiedad. Al igual que el miedo en el momento de la audición te hace temblar o bloquearte, esa ansiedad de las semanas previas también provoca tensiones musculares. Me di cuenta de que, aunque consiguiera estar relativamente tranquila durante la audición, la tensión acumulada me hacía emitir un sonido que no me identificaba, y la música no fluía.

Para mí, la técnica más completa que he podido aprender y practicar es el yoga. Primero por mi cuenta, y luego yendo a clases, aprendí meditación, a concentrarme en mi equilibrio físico y a relajarme a pesar de tener una postura relativamente tensa. Cada vez noto más sus efectos, tanto física como mentalmente.

Además, me obligué a hacer cosas que me incomodaban, como tocar en la calle (sola), improvisar con público…etc. Trabajaba la relajación en esos momentos en los que estaba tensa al máximo.

¡Se acabó!

Una vez empecé a relajarme, a mentalizarme y a controlar más la situación de las audiciones, me dí cuenta de que no estaba estudiando correctamente. El repertorio suele coincidir en casi todas las audiciones, y acabas aburriéndote, sin saber cómo estudiarlo o qué mejorar. A lo hora de la verdad, llegaba con zonas o pasajes inseguros, y estos pasajes me provocaban temblores y miedo, así que me dije “¡Se acabó!”

  • Entre audición y audición, trabajé aspectos técnicos e incluso otras obras
  • Cuando las audiciones se acercaban, trabajaba justo los sitios críticos con una nueva mentalidad: lento, observando, sin margen de error.

Los últimos trucos

Con la seguridad que el estudio concienzudo me dio, y con todas las herramientas que fui aprendiendo, añadí una vuelta de tuerca a mis rutinas y técnicas “anti-miedo”

  • Amabilidad y contacto con los compañeros. Esto me hacía sentirme más cercana e igual al resto de concursantes, y ver la situación más normal, le quita peso.
  • Pensamiento positivo. Ni una frase de pesimismo durante las semanas previas. Sólo pensamientos de ánimo y fuerza. Esto también implica alejar de la mente esos pensamientos que dan lugar a la ansiedad pre-audición “No tengo ganas de pasar otra vez por esto” “¿Y si no me presento?” “No quiero ir” “¿Por qué es tanduro…?etc.
  • Relajación y meditación a diario. Dentro de mis horas de estudio, no falta mi ratito de concentración plena y relajación muscular.
  • Yo controlo la situación. Una de las cosas que más he tardado en asimilar y aplicar es que, una vez entre en el escenario yo controlo la situación. Empiezo cada pasaje cuando quiero (canto internamente, pienso el tempo, respiro, y toco), el atril está a la altura que yo quiero, toco según mi criterio…etc. Puede parecer una tontería, pero con los nervios y la tensión tendemos a precipitarnos, y sólo debemos tocar cómo y cuándo estemos listos.
  • Mantener la mente ocupada. La espera antes de entrar a la sala para mí es uno de los peores momentos. Puede durar horas o minutos, según tu turno. Después de leer lo que hacen algunos deportistas para mantener la mente ocupada, yo decidí usar una canción. Una que me da “buen rollo”, ganas de bailar, y me transporta a otro sitio.

Como diría Nike, Just do it!

Esto es lo último que he aprendido. La verdad, llevas xxx años tocando, trabajando, estudiando… Toda la vida dedicado a lo mismo. Si te dicen que te aprendas una pieza de memoria, simplemente hazlo. Sepárate del atril y toca, verás como puedes. Si te dicen que improvises sobre una armonía, hazlo. Sabes hacerlo, después de tantos años de música. Si te dicen  que toques delante de un tribunal, simplemente hazlo. No hay excusas “es muy duro”, “es muy difícil”, “me pongo nervioso” “es que.. es que.. es que”. Olvídate de todo lo que crees saber sobre tus capacidades, y simplemente hazlo, porque puedes hacerlo.

Por fin, tocar con todo mi potencial

Después de todas estas técnicas, trucos y procesos, por fin logré tocar en una audición controlando todo lo que hacía. Pude tocar con todo mi potencial, con seguridad, ganas, y disfrutando que es lo más importante.

¿La conclusión? Se puede conseguir. E, independientemente de los resultados, te sentirás satisfecho de poder librarte de esas sensaciones que te impiden dar lo mejor de ti. ¡Merece la pena trabajar por ello!

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