Daily Archives: 23 junio 2017
Bienvenidos a la primera de las “Conversaciones con…” del verano.
Estoy muy contenta de poderos presentar a Jaume Sanchis. Desde mi perspectiva, uno de los clarinetistas de mi generación más interesantes y, por desgracia, poco conocido en España. Tenaz, trabajador y honesto, actualmente ocupa la plaza de clarinete solista de la Orquesta del NCPA (National Center of the Performing Arts) de Pekín.
Conozco a Jaume desde mis estudios en Valencia con José Vicente Herrera, cuando de vez en cuando iba a tocar con la Banda que este último dirigía. Luego coincidimos seguramente en algún curso de clarinete, tanto en Valencia como en la Sommerakademie del Mozarteum en Salzburg (Austria) y, pasados algunos años, nos reencontramos en Viena, donde él finalizaba su estancia y yo la iniciaba, relevándolo tanto en el apartamento que él había ocupado, como en la clase de Horst Hajek en la por aquel entonces Hochschule für Musik (ahora Universität). Más tarde, tuvimos algún encuentro en Barcelona y desde entonces no habíamos estado en contacto.
Me alegro mucho de que esté aquí en mi blog.
Nombre completo: Jaume Sanchis Carretero
Lugar de nacimiento: El Puig (Valencia)
Fecha de nacimiento: 08 Septiembre 1973
¿Puedes hablarnos de tus inicios en la música y en especial con el clarinete? ¿Qué persona/s fue/ron decisivas para ti en esta primera etapa?
Mis inicios en la música, al igual que la mayoría de músicos de viento procedentes de Valencia, estuvieron estrechamente ligados al mundo de las bandas de música de instrumentos de viento, las cuales tienen una fuerte presencia en cada localidad de la región. Hace ya muchos años que se dio para mí aquel momento tan emocionante de la elección de instrumento y que aún recuerdo de manera muy vívida. Supongo que decidirme por el clarinete de una forma tan visceral se debió a su versatilidad, su riqueza tímbrica o la elegancia de su diseño, y aunque en aquel momento de mi niñez no era plenamente consciente de ello sí he podido posteriormente darme a mí mismo una explicación de lo que motivó mi elección.
Hacer música con más gente y amigos a una edad temprana y tener la referencia de algunos compañeros más avanzados fue muy estimulante y supuso a la vez tanto una fuente de aprendizaje como un acicate para practicar más e intentar llegar al nivel que ellos tenían.
En un principio no era especialmente aplicado. Contaré una anécdota. Recuerdo una ocasión en la que me dio por sacar el clarinete del estuche para practicar pero me extrañó no encontrar el instrumento por ningún lado. Pregunté a mi madre contrariado, que me respondió que, como no practicaba, lo había devuelto a la banda para que alguien que lo aprovechara mejor lo utilizara (las bandas suelen tener instrumentos disponibles que dejan prestado a los músicos en las primeras etapas). ¡¡¡No me lo podía creer!!! ¡Fue tal el susto que prometí y di palabra de estudiar y practicar a diario para que me devolvieran mi precioso clarinete! Y así fue que a partir de ese día mi práctica diaria se convirtió en una realidad, digamos que más consistente… A todo esto mi clarinete nunca había salido de casa, pero este engaño benévolo fue un recurso que funcionó muy bien conmigo.
¿Cómo, cuándo, de qué manera te diste cuenta que serías músico? ¿Fue algo premeditado o más bien te dejaste llevar?
Inicialmente no tenía una idea clara de a qué quería dedicarme en la vida, ni una vocación especial por la música. Ésta vino con la agradable sensación que causa sentirse identificado con algo en lo que se alcanza cierto dominio; esos pequeños logros que año tras año te van motivando y fue durante mi temprana adolescencia cuando la idea de dedicarme plenamente a la música fue afianzándose de forma definitiva. De hecho, en aquellos tiempos de inicio, mi única referencia musical era el entorno de la banda; los pasodobles, la música de zarzuela, alguna que otra transcripción de música sinfónica para banda, los pasacalles, los festivales y concursos provinciales de la Federación Valenciana de bandas de música. El acercamiento a la música sinfónica vino más tarde de la mano de José Vicente Herrera, quien siendo clarinete solista de la Orquesta de Valencia, dedicándose él mismo paralelamente a la dirección de bandas, fue director de la banda de mi localidad durante unos 10 años que fueron muy significativos.
¿Quién ha marcado (para bien) tu etapa formativa?
Las dos personas que mencionaría en primer lugar y que han estado omnipresentes durante toda mi trayectoria son mis queridos padres, que con su esfuerzo y dedicación, ánimos en los momentos de flaqueza y disfrutando con orgullo de padres en los momentos de logro, de manera incondicional me han apoyado durante toda mi vida.
En cuanto a la mera cuestión musical sí ha habido muchas personas que han supuesto una influencia favorable en mi carrera, pero para no extenderme demasiado, por orden cronológico nombraré a los más significativos.
Jesús Martí Correa me animó muchísimo con sus consejos, tanto clarinetísticos como para la vida, y aunque la relación profesor alumno se dio de manera extraoficial, de su mano terminé los estudios en el conservatorio.
José Vicente Herrera, a quien he mencionado anteriormente, llegó en un momento crucial durante mi adolescencia en el ámbito de la banda como director; donde cada ensayo era para mí como una clase. Terminados los estudios en el conservatorio él fue para mí la inspiración y referencia que me llevó a continuar en la Universidad de Viena, donde Horst Hajek (Solista de la Orquesta Filarmónica de Viena) me guió en la línea de lo que José Vicente Herrera ya me había transmitido hasta que volví a España para trabajar.
Una vez de vuelta tuve el privilegio de conocer a Josep Fuster, clarinetista de la OBC y profesor de la ESMUC de Barcelona, cuya ayuda fue inestimable a la hora de preparar audiciones y concursos, y a quien además considero un gran amigo.
Has estudiado fuera de España: ¿qué destacarías de esta experiencia, tanto para tu formación musical/clarinetística como para tu formación personal?
Al margen de que hay músicos excelentes que sólo han estudiado en España, ir al extranjero es una experiencia que, si se toman las decisiones correctas, aconsejo encarecidamente. Para mí supuso no sólo un aprendizaje musical, por darse durante la juventud; cuando las sensaciones parecen más intensas, fue toda una experiencia de vida. Vivir con otras costumbres, aprender y desenvolverse en un nuevo idioma, conocer a gente de otras partes del mundo… me proporcionó una apertura de miras y una riqueza para mí inestimable. Y por supuesto vivir en Viena me dio acceso todas la semanas a escuchar a las grandes figuras del panorama internacional tanto en la Ópera Estatal como en el Musikverein o el Konzerthaus, entre otras salas, lo que me permitió aprender de primera mano, por mimetismo, tanto si cabe como en el contexto de las clases.
Horst Hajek me transmitió la importancia que tiene la disciplina en la práctica de la técnica, a la vez que, con su estilo elegante, una concepción de lo que es correcto y coherente musicalmente sin imposiciones ni extravagancias, dejando de manera muy sabia el espacio necesario para que cada alumno desarrollara su propia personalidad y desplegara su intuición a partir de esas premisas.
En las salas de concierto viendo a los grandes de la música me impregné de lo que es la gran música y cómo debe sonar y sentirse; cómo fluctúa la energía; la maestría con la que los grandes artistas manipulan las sensaciones de la audiencia.
¿Cómo fue tu “profesionalización”? ¿Tenías pensado qué camino seguir (conciertos, orquesta, enseñanza…) o fuiste optando a lo que se iba presentando?
Desde que entré en contacto con la música sinfónica para orquesta, bien por medio de la audición en un principio de aquellas grabaciones en cassette y más tarde en CD, bien asistiendo a conciertos en directo o viéndolos por televisión, mi ilusión fue poder tocar yo mismo aquellas grandes obras sinfónicas dentro de la orquesta.
La etapa en la orquesta del conservatorio con sus giras internacionales y por España fue muy reveladora para mi vocación profesional como clarinetista de orquesta.
Dar conciertos es una alternativa atractiva pero a pesar de haberlo intentado por medio de competiciones internacionales donde en algunas de ellas fui galardonado, no es fácil conseguir hacer una carrera de concertista. En su lugar sí he mantenido cierta actividad haciendo música de cámara y recitales y, a pesar de que la crisis económica que sufre España desde hace ya bastante tiempo ha influido negativamente en la producción artística en general, siempre hay posibilidades de llevar a cabo algún proyecto; aunque no es tan fácil como lo fue durante la pasada década, que se caracterizó por una extraordinaria bonanza económica.
En España he trabajado en varias orquestas como miembro integrante como lo fui de la Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares en Mallorca y la Orquesta del Gran Teatro del Liceo de Barcelona; la primera de carácter sinfónico, aunque también cubría unas pocas producciones de la temporada lírica de Palma de Mallorca y Mahón en Menorca, y la segunda de marcado carácter operístico, así como invitado en otras tantas.
Más tarde y por casualidades de la vida, tras prepararme de nuevo durante un tiempo para posibles audiciones, se dio la oportunidad en China. Lo gracioso del caso es que yo había ido de vacaciones para visitar el país y tuve que hacer la audición con unos clarinetes prestados y sin partituras. Menos mal que llevaba conmigo mi boquilla y cañas. Esto fue para la orquesta de la Ópera Nacional. Un año más tarde pasé a formar parte de la orquesta en la que trabajo actualmente. Esta vez sí que hice la audición con mis propios instrumentos. Moraleja: llévate boquilla y cañas hasta para ir de acampada, ¡¡¡nunca sabe uno en qué se tiene que ver!!!
Vives y trabajas fuera de España, aunque también trabajaste aquí. ¿Cómo es tu trabajo? ¿En qué se parece y en qué se diferencia de tu experiencia en España?
China es en estos momentos un país con una economía boyante donde la apuesta por la música clásica es patente y aunque originalmente ésta no formaba parte de su cultura, sí es cierto que han producido algunas figuras de fama internacional. Por todo el país se llevan a cabo proyectos faraónicos y como no puede ser de otra manera en el terreno del arte; al menos en el contexto más institucionalizado, las producciones en muchos casos emulan a los portentos de ingeniería, arquitectura e infraestructuras.
El público chino aún se deja llevar en cierto modo por el sentimiento megalómano que desprenden las grandes figuras que desfilan ahora tan a menudo por las grandes capitales de China y aunque se nota poco a poco un mayor interés por las manifestaciones musicales de menor rango como la música de cámara o producciones alternativas producidas en salas de menor aforo fuera del marco institucional, aún queda un largo trecho para llegar a tener la repercusión que este tipo de eventos tiene en países de occidente.
Trabajar en el Centro Nacional de Artes Escénicas de China supone para mí formar parte del equipo artístico más importante de este país y poder desarrollar mi actividad en una ciudad cosmopolita como Pekín, en uno de los complejos a nivel arquitectónico más impresionantes del mundo. Mi trabajo en la orquesta en este momento es muy dinámico comparado con la actividad profesional que desarrollé en España. Las producciones se suceden de forma vertiginosa. Ópera, sinfónico, música de cámara. El hecho de que la ópera se produce con un límite de 5 y en algún caso especial 6 representaciones por producción hace que quede mucho más espacio para la programación de repertorio sinfónico, con lo que la actividad en la orquesta no llega a alcanzar ese carácter prosaico que se da en orquestas donde la repetición hace que se caiga con frecuencia en la monotonía. Directores y artistas de primer nivel internacional son invitados asiduamente para trabajar con nosotros. Es muy enriquecedor en este aspecto. Por otra parte y paradójicamente por tratarse China de un país de ideología política popular, las condiciones laborales de los músicos no están tan consolidadas como en España, donde existen convenios, asociaciones, sindicatos, etc, que si bien no siempre suponen una protección real para los trabajadores, sí dan la ilusión de cierta autonomía.
Otra de las diferencias remarcables es la forma de planificar. En España normalmente se dan agendas laborales anuales bastante cerradas y con pocas posibilidades de cambios. En China tienen un plan de temporada a largo plazo pero dejan muchos aspectos (plan de ensayo, programas, eventos especiales, etc.) para la planificación a corto plazo. Aunque desde nuestra mentalidad occidental la manera china de organizarse y gestionar el trabajo pueda parecernos abandonada a la improvisación, en realidad responde a unos principios que son profundamente coherentes con su idiosincrasia.
En mi opinión la concepción que se tiene en esencia del trabajo; aunque no siempre en la práctica, diferencia a China de otros países por su antigua filosofía del Confucianismo que remarca el enaltecimiento del espíritu por medio del trabajo. En occidente se trabaja por una recompensa material o para merecer un descanso; normalmente el fin de semana y las vacaciones, fenómeno que en China se da recientemente por compatibilidad con el resto del mundo a cuenta de la globalización. En China se tiene una vida para trabajar, mientras en occidente se tiene un trabajo para tener una vida. En este sentido el chino medio pasa muchas horas de su tiempo en el trabajo y puede que éste haya sido en parte el secreto del éxito económico del país. Digo en parte porque pasar mucho tiempo en el lugar de trabajo no necesariamente implica el aprovechamiento del tiempo empleado. En China, un sistema fuertemente burocratizado en lo que a las instituciones respecta, en ocasiones puede entorpecer el resultado y por el contrario en otros ámbitos los chinos pueden llegar a ser muy pragmáticos. No dudan en aprovechar el talento cuando está a disposición, lo que se traduce en más dinamismo en los puestos de trabajo, lo cual es impensable en España, donde en ese aspecto el sistema ofrece una mayor seguridad laboral pero también por su agarrotamiento una mayor permisividad con la obsolescencia.
¿Tienes oportunidades de mostrar tu trabajo aquí? ¿Cómo se ve España desde donde tú estás? ¿Cómo la ves tú, musicalmente o clarinetísticamente hablando?
Actualmente las posibilidades de mostrar mi trabajo en España se limitan a las plataformas de vídeo de internet dado que cada vez estoy más enfocado en mi trabajo aquí. Se pueden ver vídeos en mi canal de YouTube “Jaume Sanchis“. Próximamente lo actualizaré con vídeos más recientes.
La visión de España por parte de los chinos en general se limita por desgracia a la Liga de Fútbol, el Flamenco y parte de nuestra gastronomía. La música clásica española no está ciertamente valorada en China, donde cuenta más la tradición de las potencias centroeuropeas e Italia. Sí se tiene en gran consideración a unas pocas figuras como Plácido Domingo o José Carreras por la repercusión que han tenido especialmente en el repertorio lírico italiano y su enorme trascendencia mediática.
Curiosamente, aunque España no deja de ser parte de Europa con nuestra idiosincrasia propia del viejo continente, es en muchos aspectos similar al temperamento chino. El carácter más abierto y espontáneo de los españoles y los países latinos en general comparado con el de los ciudadanos de centroeuropa o los países nórdicos, el talento innato, un sentido más marcadamente individualista en contraposición a la educación estructural y corporativa de aquéllos, la riqueza gastronómica y otros factores hacen que, como sociedad, nos podamos sentir bastante identificados con China. Hay muchos músicos chinos trabajando en China que se han formado íntegramente en su país, pero, aún con honrosas excepciones, la mayoría de los que ocupan las posiciones de mayor relevancia en el panorama nacional se trata de músicos formados también en el extranjero. Un fenómeno similar al que ocurre ahora en España.
También clarinetísticamente sucede algo parecido en cuanto al hecho de no tener una escuela propia; y aunque el nivel clarinetístico de España es muy superior al de China, al igual que ellos, en España, lejos de potenciar una escuela de clarinete propiamente española, que más bien sí pudimos tener en la primera mitad del siglo XX, actualmente se ha producido una coexistencia de diferentes escuelas foráneas dada la diáspora de estudiantes desde los años 80.
Y hablando de diáspora, en lo que sí hay una marcada diferencia es en la capacidad de China en estos momentos de ofrecer trabajo a gente cualificada. Es penoso ver a tanta gente con enorme valía y talento que en lo mejor de su potencial tienen que hacer las maletas y marcharse a otros países en busca de salidas laborales por la negligencia e incompetencia en la gestión a tantos niveles, especialmente político y económico, que se ha dado en España.
Para finalizar y para dar un toque de optimismo, personalmente espero que la situación mejore y si bien mucha de la gente que ya se ha montado la vida en el extranjero no volverá, al menos que las próximas generaciones lo tengan más fácil en su propio país.
¿Algún proyecto que quieras compartir aquí?
En Noviembre estaré de gira con la orquesta por algunas ciudades de la zona este de los Estados Unidos; Chicago, Filadelfia, Nueva York y San Francisco en la costa oeste. Si coincidimos será un placer veros por allí.
Gracias por pensar en mí para una entrevista para tu blog y felicidades por el magnífico trabajo de difusión del clarinete que estás realizando tanto en internet como con tus cursos y conciertos.
Gràcies a tu, Jaume! Fins aviat!
¡Gracias a todos por leer! ¡Hasta la próxima!
Cecilia
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