Tienes a un ser viviendo en tu interior

Llámalo duende, Pepito Grillo o demonio.

Todos tenemos esa voz interior con la que hablamos a lo largo del día.

El psicólogo Russell Hulburt dice que, de media, hablamos con nosotros mismos una cuarta parte del tiempo que estamos despiertos.

No sé si es verdad o no. Lo que sí sé es que soy la persona con la que más he hablado.

Con los años he ido aprendiendo a dejar de escuchar a ese pequeño mamoncete, porque la mayor parte de las veces me engaña.

A veces me ha engañado cuando me decía que todo iba bien, y no era así.

O como aquella vez que me dijo que un sandwich de cacao en polvo con cereales de chocolate era una buena idea (hecho verídico).

Pero mayormente me intenta engañar diciéndome que no puedo hacer lo que quiero hacer.

Cosas tan estúpidas como levantarme de la cama en invierno nada más sonar el despertador.

Ahí está siempre para decirme “no puedes”.

¡¡Y sí puedo, hostias!!

Le grito, le insulto, le hago la pregunta retórica de si Luke Skywalker alguna vez lloriqueó pensando “no puedo”. Y el colega reventó una estación espacial con millones de tripulantes que tenían familias.

Pero míralo ahí… un puñetero heroe.

A veces, esa voz interior es tan convincente y persuasiva que consigue que se te peguen las sábanas 10 minutos más… 20… 30…

O puede que te convenza de que no pasa nada porque dejes pasar un día más.

Hay más días que longanizas, ¿verdad?

Hasta que no los hay (últimamente pienso bastante en los días que me quedan en este mundo).

Así que es mejor que empieces a reventar a patadas a ese duendecillo.

Tiene más miedo que Espinete en una tienda de globos y quiere arrastrarte al fango con él.

Si le dejas, lo hará.

Te dejo ya, que me tengo que levantar de la cama.

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