"<< Hemos mirado -me decía Albertina por la tarde- a ver si bajaba usted. Pero las maderas del balcón estaban cerradas hasta la hora del concierto.>> Que, en efecto, estallaba a las diez al pie de mi cuarto. Entre los intervalos de los instrumentos musicales, cuando la mar estaba muy llena, se oía, continuo y ligado, el resbalar del agua de una ola que envolvía los trazos del violín en sus volutas de cristal y parecía lanzar su espuma por encima de los ecos intermitentes de una música submarina."