De Akira Mizubayashi

 ¿Por qué los violines son su instrumento preferido? Por lo menos ocupan un lugar muy importante en sus novelas.

       Son muy importantes porque crecí escuchando el violín de mi hermano. Pero también hay un motivo más amplio: me gustan mucho los instrumentos de cuerda, no solo el violín. De hecho, en el último volumen de mi trilogía, Suite inoubliable [Suite inolvidable], que sale este verano en Francia y que incluye Alma partida y Reina del corazón, cuento la historia de un violonchelo. ¿Por qué amo los instrumentos de cuerda? Siempre me han gustado mucho los cuartetos de cuerda y creo que hay un motivo político, relacionado con lo que he explicado antes. Es un género que nace con Haydn a mediados del siglo XVIII y que luego es perfeccionado por Mozart. Y alcanza la cumbre insuperable con ­Beethoven. Nace en el Siglo de las Luces, en el mismo momento en que se redacta la declaración de los derechos humanos. Para mí, nace entonces porque se plantea en una sociedad de iguales. En un cuarteto de cuerda, hay cuatro instrumentos: un primer violín, un segundo violín, una viola y un violonchelo. Y cada músico tiene su propia partitura y cada uno encuentra su autonomía, cada intérprete puede expresar su personalidad. Pero también es importante que cada uno esté pendiente de los demás, que los escuche. Me gusta mucho observar a los músicos de un cuarteto: se envían signos constantemente. Se trata de una dialéctica entre lo colectivo y lo individual. La belleza de la música que nace en ese momento representa para mí el corazón de la civilización europea.

Fragmento de una entrevista 

 realizada por Guillermo Altares para El País 

el 22 de octubre de 2023 

 al escritor japonés Akira Mizubayashi

 

De M. Proust

 "<< Hemos mirado -me decía Albertina por la tarde- a ver si bajaba usted. Pero las maderas del balcón estaban cerradas hasta la hora del concierto.>> Que, en efecto, estallaba a las diez al pie de mi cuarto. Entre los intervalos de los instrumentos musicales, cuando la mar estaba muy llena, se oía, continuo y ligado, el resbalar del agua de una ola que envolvía los trazos del violín en sus volutas de cristal y parecía lanzar su espuma por encima de los ecos intermitentes de una música submarina."

                                             
A la sombra de las muchachas en flor, Marcel Proust

(En busca del tiempo perdido)