2. Coro de niños: Los teatros tienen coros de niños que son la futura cantera, participan en las producciones y reciben formación por parte del teatro, de manera que conocen el mundo de la ópera desde pequeños y son catalizadores de sensaciones en su entorno.
4. Programas en las escuelas: Existen programas específicos que acercan la música y la ópera a las escuelas, son espectáculos adaptados a escenarios y condiciones escolares. Viene a ser "si los niños no van a la ópera, la ópera irá a los niños". Por otro lado, ayudan a crear un espectáculo en la escuela, de manera que los niños participan en las diferentes fases de creación del mismo.
Queen es una banda británica de rock formada en 1970 en Londres por el cantante Freddie Mercury, el guitarrista Brian May, el baterista Roger Taylor y el bajista John Deacon.
El grupo gozó de un gran éxito en Gran Bretaña a mediados de los 70 con álbumes como Sheer Heart Attack en 1974 y A Night at the Opera del año siguiente.Este último álbum llamó la atención internacionalmente, colocando a Queen en un primer plano de la escena musical.

Freddie, el vocalista, era gay. Era discreto y sólo se supo cuando se lo preguntaron directamente en una entrevista. A raíz de su muerte su orientación sexual fue muy conocida. Por otra parte, a su muerte, legó una mansión a la que durante años había sido su amante.
El primero de ellos es el ENSAYO DIDÁCTICO GRAN CONCIERTO DE NAVIDAD que se celebrará el 14 de diciembre, y el segundo, el ENSAYO DIDÁCTICO GRANDES MUSICALES DE BROADWAY para el 18 de enero de 2014.
Ambos serán en el Auditorio Centro de Arte Alcobendas (C/ MARIANO SEBASTIAN IZUEL 9 – MADRID), a las 12 de la mañana y contarán con las explicaciones de Ana Casado, periodista y musicóloga. Podrás conocer el trabajo previo que realiza la Orquesta antes de un concierto y conocer más sobre el compositor y las piezas que se van a interpretar.
El Gran Concierto de Navidad estará a cargo de la Orquesta Clásica Santa Cecilia y la Excelentia Choral Academy dirigidas por OSCAR NAVARRO y en el que podremos disfrutar de diferentes oberturas de ópera, bandas sonoras, conocidas piezas musicales, y como no podía faltar populares villancicos.
El concierto de Musicales de Broadway estará a cargo de la ORQUESTA CLÁSICA SANTA CECILIA Y SOCIEDAD CORAL EXCELENTIA DE MADRID dirigidos por ANTON GAKKEL y se interpretarán numerosos temas de los más conocidos musicales que han sido interpretados en Broadway a los largo de la historia, como El Fantasma de la Ópera, Los Miserables, Sonrisas y Lágrimas, o el Rey León, entre otros.
Las entradas de estos conciertos y de otros conciertos en Madrid, podéis conseguirlas aquí: entradas para conciertos en Madrid
Disfrutarlos si podéis!!
Pero dejemos para otras entradas la infinitas telas que cortar en torno a la música vocal o a la poesía fonética, o el insondable océano sobre el que zambullirnos al respecto de los significados sonoros (por cierto, tan sujetos a convención y connotación como las acepciones de un diccionario). Lo que me interesa es subrayar el privilegiado punto de encuentro —uno de tantos— que se da, entre música y literatura, a través de la narración como categoría abstracta. Esto es, de la narración per se, desligada de contenido y de referentes léxicos.
Por eso no quiero que penséis que tengo en mente aterrizar sobre la música programática, tradicional destino de este tipo de cuestiones. No se trata de fijarnos, al menos no hoy, en la historia concreta que pretendiere contar una partitura. Se trata de indagar en la trama interna de cualquier composición, y en aprovechar cómo sobre una misma estructuración sonora —con o sin guion previo— podemos verbalizar múltiples relatos libremente; ahora sí descriptivos, icónicos y hasta onomatopéyicos si se quiere... pero ante todo, redactados con el fin de ser útiles como símbolos para tomar conciencia del nudo musical, de su introducción y su desenlace, del desarrollo formal sobre el que se asienten en cada caso.
Ahora, dos platos fuertes: los cocinados por Owen Jander —basándose, a su vez, en recetas ya iniciadas en el siglo XIX— con sendos movimientos beethovenianos como ingredientes. El primero, a partir del cuarteto op.18 nº 1, sobre la escena en la cripta del Romeo y Julieta shakespeareano; el segundo, con el Orfeo convertido en el piano del cuarto concierto, enfrentado a la orquesta, trasunto esta de las temibles furias del Hades.
Nos los recrea e introduce el imprescindible Luis Ángel de Benito en su imprescindible podcast "Música y Significado". Pulsen en torno al minuto treinta y seis o en torno al 51, y disfruten:
Como da a entender Jander, que se atreve hasta a introducir diálogos, las intenciones reales del compositor pasan a un segundo plano (de hecho, tan cierta es la tradición programática encabezada por Liszt como que el mismo Beethoven fue el primero en mofarse sobre las especulaciones literarias de su obra). Lo que interesa resaltar es que, precisamente más allá de palabras, las dos obras sostienen y desarrollan un drama intrínseco, un argumento propio. Da igual qué es lo narran, si es que narran algo. El caso es que narrar, narran.
Las cuatro propuestas
-Partir de una obra musical previa hacia una creación literaria propia:
No importa que que la narración esté diseñada ad hoc (como hace Feferovich, que además no duda en saltarse la repetición de la exposición) o que se inspire en algún argumento anterior (como hace Jander). Lo importante es que las palabras resultantes sean suficientemente dúctiles como para amoldarse a la obra musical que propongamos.
Esta podrá ser una pieza abstracta o programática, pero en ese caso no lo declararemos a nuestros alumnos hasta después de que redacten sus propios textos; lo cual puede dar lugar a sorprendentes coincidencias... o no tan sorprendentes. Ya dijimos que nuestro objetivo primario iba más allá de semántica musical, pero nada nos impide abordarla paralelamente. Cabe recordar la existencia de composiciones que no solo traen ya una narración adjunta, sino que apelan a la presencia de un narrador de carne y hueso que la active (sin duda, la más famosa sigue siendo el Pedro y el lobo de Prokofiev).
Ante todo si trabajamos con jóvenes, quizás lo ideal es que la obra, historiada o no —se entiende que no aún por nosotros mismos—, muestre sin problemas secciones claramente perfiladas, y que alterne contrastes de carácter con repeticiones identificables. Si os dais cuenta, acabo de describir a grandes rasgos la forma rondó. Como ejemplo, ahí va mi humilde y sanguinario pinito (una especie de venganza del lobo, la excusa también para la presencia del musicograma-dibujo con el que empezaba este artículo):
En vez de un vídeo subtitulado podemos escribir un texto a mano indicando los minutos en cuestión (si se hace como intervención en los comentarios de un vídeo Youtube, se vinculan automáticamente). O mejor aún: emular a De Benito y lanzarnos a grabar un podcast leyendo en alto, con la música sonando debidamente a la par.
-Partir de una obra musical y de una obra literaria previas:
Que es justo lo que han hecho multitud de compositores a lo largo de los siglos, mucho antes de que la fiebre tardorromántica por los programas conviertese a los poemas sinfónicos en género estandarte y, de paso, en germen de la música de cine posterior (lo cual, si lo piensan, tiene bastante sentido).
Cabe destacar que estos poemas se inspiraban en muchos casos en historias escritas, pero que también las creaban autónomamente; y que aun estando en el primer caso, los compositores rara vez se sintieron obligados a reflejar punto por punto un guion estricto de los acontecimientos.
Para el ejercicio didáctico, los alumnos pueden seleccionar la obra literaria de manera individual;o bien se les puede proponer una en concreto. Quizás lo más práctico es aprovechar de algún modo la lectura que desde la asignatura de Lengua.
puedan estar llevando a cabo.
Cada cual deberá componer una pieza que, sin llegar a una precisión absoluta, refleje de algún modo la estructura interna del texto escogido. Debemos decidir, sobre todo si se trata de uno en común, si planteamos o no un análisis del mismo que inspire de algún modo las diferentes secciones de la futura composición.
Sobre este análisis se pueden indicar algunas pautas: si en esta parte iremos más lento o más rápido, si trataremos de imitar icónicamente tal circunstancia del relato, si usaremos determinado modo melódico, etc.
-Crear una obra literaria y otra musical con una narración compartida:
Ahora, sin modelo previo alguno. Aunque se nos antoje a priori muy complicado, en realidad el ejercicio ya funciona con composiciones breves y monódicas (por ejemplo, para flauta dulce). Y no es en absoluto necesario transcribir estas a pentagrama alguno; pueden presentarlas en forma de grabación o como parte de una interpretación en vivo.
Además, esta opción es la más maleable de todas: permite componer antes o después de redactar la historia, como le sea más cómodo al alumno. Permite hasta hacer ambas cosas a la vez, retocando la música o las palabras según interese en cada momento.
Pero comoquiera que los chavales suelen sentirse inseguros si no hay algo a lo que agarrarse, tenemos la posibilidad de proponer un tema común sobre el que proceder. Ya no sería ofrecer un relato previo o una estructura musical completa, sino simplemente un motivo, una idea generadora: bien sea esta una sola frase melódica, bien solo una frase verbal.
Bastaría incluso con señalar el título que compartirían texto y música. Ahí va uno intencionado: la batalla entre Apolo y la serpiente Pitón. Intencionado, pues narrándolo con su flauta, Sacadas de Argos creó una de las más antiguas obras programáticas de las que se tiene noticia, allá por el siglo VI a.C. Como por desgracia no nos llegó partitura alguna —si es que se llegó a escribir—, y como, aun disponiendo de algunos textos clásicos estos tampoco dan demasiados detalles sobre el combate, el campo de posibilidades queda completamente abierto a la mayor de las fantasías.