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Hace 39 años fallecía Jimi Hendrix, uno de los más grandes guitarristas de la historia de la música, cuando todavía no había cumplido los 28 años.
Su fama, una auténtica leyenda, sólo en mínima parte se debe a su prematura desaparición. En efecto, su tan breve como intensa aparición en la escena musical marcó el comienzo de una nueva manera de tratar la guitarra eléctrica, de la que supo sacar sonoridades totalmente nuevas: la distorsión llevada al extremo y su combinación con el acople y el wah-wah son sólo los aspectos más evidentes de su incesante investigación tímbrica.
Siendo zurdo, montaba las cuerdas de su Fender Stratocaster al revés de como estaba previsto por sus constructores. Así, las pastillas proporcionaban un timbre más claro a las cuerdas graves y con más cuerpo a las cuerdas agudas. Muy probablemente ésto no haya sido premeditado al comienzo por Jimi Hendrix, quien posiblemente sólo buscaba mayor comodidad al tocar; sin embargo, cuando ya hubiera podido “corregir” este problema y encargar una guitarra construida expresamente para tocarse del revés, siguió utilizando las estándard con las cuerdas invertidas, manteniendo así su personalísimo timbre.
Otro “truco” de Hendrix era la afinación baja, medio o hasta un tono más grave de lo normal. Éste era otro elemento que influía en el timbre, haciéndolo globalmente más cálido, más de blues, y además le permitía un bend más amplio, debido a la menor tensión de las cuerdas.
Una de las actuaciones inolvidables de Hendrix fue su participación en el Festival de Woodstock, en 1969, que cerró tocando 18 canciones, entre las cuales la que tal vez sea la pieza más famosa de toda su obra: Purple Haze.
Esta canción, al igual que muchas otras de las que nos ha dejado Jimi Hendrix, ha sido versionada por numerosísimos músicos, entre los cuales un cuarteto de cuerda estadounidense que se dedica sobre todo a la música contemporánea, el Kronos Quartet.
Con cuatro instrumentos acústicos -dos violines, viola y violonchelo- que estamos acostumbrados a escuchar en música clásica o romántica, sin utilizar distorsión ni efectos electrónicos, los componentes del cuarteto Kronos consiguen recrear una atmósfera que sin duda os sorprenderá.
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Recibo de mi amiga Elisa el enlace a una TED Talk, una conferencia sobre ideas que vale la pena difundir, y se lo agradezco de corazón, porque es una de las charlas más emocionantes e interesantes que he seguido en mi vida. Se trata de Benjamin Zander, el director titular de la Orquesta Filarmónica de Boston, y, además de gran músico, un excelente educador y comunicador. En los escasos 20 minutos que dura la conferencia, Zander nos arrolla con una energía y vitalidad impresionantes, nos hace reir a carcajadas y nos conmueve hasta sacar brillo a nuestros ojos. Con un preludio de Chopin nos demuestra de manera muy gráfica cómo la expresividad de la música tiene como componente principal el fraseo, la amplitud de respiro de la melodía, y como esa expresividad está construida sobre notas e intervalos de los cuales el compositor tenía muy clara su función. También nos hace reflexionar sobre el poder de la música de evocar recuerdos y de liberar sentimientos reprimidos. Y, finalmente, afirma tajante y certeramente que la música clásica es para todos.
No os desanime la duración y el idioma extranjero con subtítulos: la visión es muy amena y os aseguro que os alegraréis de haberos animado a darle al botón del play.
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Hans Zimmer cumple hoy 52 años. Además de felicitarle en el día de su cumpleaños, quisiera desearle una larga vida y una cada vez más exitosa carrera profesional, y que todos nosotros podamos seguir disfrutando de su música.
Este compositor alemán, famoso en todo el mundo por las bandas sonoras que ha escrito para muchas películas (sólo por citar algunas: Rain Man, Black Rain, Paseando a Miss Daisy, El rey León, El príncipe de Egipto, La ruta hacia El Dorado, Mejor imposible, Gladiator, El último samurái, las tres secuelas de Piratas del Caribe, las dos de Madagascar, Batman begins, El caballero oscuro, El código Da Vinci, Ángeles y demonios, y un largo etcétera), ya ha conseguido los mayores galardones que premian ese género musical, incluyendo el Óscar para la música que escribió para el filme de los estudios Disney El Rey León:
Aprovechando esta celebración he preparado un arreglo para flauta dulce de otra canción de Zimmer, perteneciente a la película Gladiator. Esta banda sonora ganó el Globo de Oro además de ser nominada para el Óscar. La pieza que he elegido es Now we are free:
El arreglo está pensado para mis ex alumnos y alumnas del IES Vega de Mar, que ahora están a punto de empezar el tercer curso de la ESO. Tanto la tonalidad como el final distintos al original son ideales para que consigan aprender esta pieza ellos solos, ya que este año no tendrán clases de música. También servirá muy pronto para mis nuevos alumnos del IES Vega de Mijas, a los que conoceré dentro de tres días, ya que sé que tocan muy bien la flauta (me lo ha dicho su maestro de música de primaria).
Durante los próximos días, el reproductor de Groveshark, en la columna de la derecha, tendrá una selección de las bandas sonoras de las películas Piratas del Caribe.
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El Lamento de Dido (When I am laid in earth) es el aria más famosa de la ópera Dido and Aeneas de Henry Purcell, la primera en lengua inglesa, cuyo libreto está basado en uno de los episodios más conocidos de la Eneida de Virgilio. A la vez es una de las páginas más sugestiva de la historia de la música. Tomando ejemplo de la ópera italiana, el más importante de los compositores británicos, del que hoy conmemoramos los 350 años de su nacimiento, hace preceder el aria por un recitativo que relata brevemente la acción: la reina de Cartago, con el corazón desgarrado por la próxima partida de su amado Eneas, provoca su propia muerte para liberarse del insoportable dolor de vivir sin él. Esperando el momento final, tras herirse con la espada sustraída a éste, Dido pide a su doncella que la acompañe hasta la llegada del huesped bienvenido:
Thy hand, Belinda, darkness shades me,
On thy bosom let me rest,
More I would, but Death invades me;
Death is now a welcome guest.
Tras este momento dramático, la protagonista arranca un canto lleno de lirismo, acompañado por un ostinato del bajo cuyo cromatismo proporciona cierta melancolía a ese momento tan trágico, en el que angustia y resignación forman un único sentimiento indefinible.
When I am laid, am laid in earth, May my wrongs create
No trouble, no trouble in thy breast;
Remember me, but ah! forget my fate,
Remember me, remember me, but ah! forget my fate.
Os propongo esta versión, interpretada por la mezzosoprano Stéphanie d’Oustrac acompañada por Les Arts Florissants, por varias razones: con su maravillosa voz, empleando de manera magistral el timbre y la dinámica, la solista alcanza una expresividad conmovedora; el empleo de instrumentos de la época (originales o copias fieles), cuyos timbres son más ásperos, contribuyen a recrear una atmósfera más dolorosa; por otro lado, el vestuario moderno sugiere la intemporalidad de la obra; finalmente, incluye el coro que cierra la escena amplificando la tragedia según la experimentada tradición griega clásica.
With drooping wings you Cupids come,
To scatter roses on her tomb.
Soft and Gentle as her Heart
Keep here your watch, and never part.
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