Vivía en una familia acomodada, pues su padre era un importante barbero y cirujano. Antiguamente los barberos no sólo cortaban el pelo y afeitaban barbas, sino que además tenían conocimientos de medicina, sacabam dientes y muelas cuando dolían e incluso realizaban pequeñas operaciones. Esta profesión no le gustaba a nuestro amigo Haendel y su padre le aconsejaba que esstudiara mucho para llegar a ser un buen aabogado.
Un día descubrió en el desván de su casa un viejo clavecín (es un instrumento musical parecido al piano aunque más antiguo) y todas las noches subía a tocarlo sin que nadie lo viera.
Le gustaba tanto que ni siquiera sentía miedo, y eso que era una habitación llena de polvo, trastos viejos y, por supuesto, sin luz.
Los que si se asustaban bastante eran los familiares y los vecinos que pensaban que algún duende tocaba de noche aquellas bellas melodría. Una vez subieron con armas y palos para espantar al intruso y descubrieron con sorpresa que el duende era Haendel.
A partir de ese momento, su padre comprendio que el niño tenía talento para la música y buscó al mejor organista de la ciudad para que le enseñara. Era tan bueno tocanto el órgano que a los 17 años aprobó los exámenes y lo nombraron organisla principal de Halle.
Como ya sabéis, a los artistas y en especial a los músicos, les gusta mucho viajar y conocer la forma de componer en otros países. Con 20 años se fue a Italia , se relacionó con los mejores músicos italianos y compartió con ellos sus conocimientos y experiencias.
Reyes, príncipes, papas y gobernantes de todos los países se disputaban la amistad de Haendel; llegó a ser una de las personas más importantes de Europa.
Escribió muchas obras para órgano, pequeñas orquestas, solistas y también oratorios, óperas y suites, que son colecciones de danzas para bailar en las fiestas de los palacios de nobles y reyes.
Os dejo un vídeo en el que algunos compañeros de 3º y 4º de primaria interpretaban el pasado curso a varias voces un minueto de Haendel.