Hoy comenzamos una nueva serie en la que entrevistaremos a los grandes protagonistas de la oratoria en castellano y comenzamos por uno de los más impactantes. Álex Rovira es una referencia en el campo de la conferencia profesional. Su manera de expresarse y explicar conceptos es cercana, didáctica y al mismo tiempo amena. Deja enganchado a la silla al oyente con una sonrisa de principio a final sin perder un ápice de seriedad en el contenido.
¿Cuál es el origen de tu vocación por dictar conferencias?
Ya antes de finalizar mi licenciatura, el decano de la universidad en la que estudiaba me propuso colaborar como asistente de algunos profesores. Allí comencé a ensayarme en el universo de la formación. Con el tiempo surgió también la oportunidad de impartir alguna conferencia, y a partir de ahí con la práctica vinieron más y más. La verdad es que nunca hubiera dicho que acabaría dedicando una parte de mi tiempo profesional a impartir conferencias como lo hago, pero la vida me ha llevado a ello.
En tu webwww.alexrovira.comreivindicas el poder de transformación a través de la palabra y propugna la bondad, la voluntad, la responsabilidad, la generosidad, la cooperación, etc.. ¿Qué impacto cree que tiene en las personas un buen mensaje?
Sin duda, la palabra es una herramienta poderosísima, y es lo que nos permite intercambiar ideas, expresar emociones, en definitiva generar vínculos de calidad. Creo que tanto un buen libro, como una buena conversación tienen la capacidad de desvelar y de despertar y eventualmente de hacernos cuestionar, de zarandearnos o de provocarnos. Creo que un buen mensaje tiene que combinar tanto la interpelación a la dimensión cognitiva, es decir a la reflexión, a la crítica, al pensamiento, pero también tiene que zarandear emocionalmente e invitar a la acción.
¿Qué valor otorgas al desarrollo de la capacidad de hablar en público?
En relación a la palabra hay cuatro habilidades fundamentales: leer, escribir, escuchar y hablar. Por lo menos a mi, cuando era pequeño, y a muchos de mis compañeros y conocidos de mi generación que se han formado en España, se nos enseñó esencialmente a leer y a escribir, pero no recibimos apenas ningún tipo de formación sobre la importancia de saber escuchar y también de saberse expresar. Creo que eso es una carencia que arrastramos no sólo generacionalmente sino también como país si miramos otros países vecinos, especialmente del centro y del norte de Europa. En ese sentido, cuanto menos miedo tengamos a expresarnos en público, y cuanto más practiquemos la voluntad de hacernos entender y de entender al otro, por supuesto que mejoraremos nuestra capacidad de comunicar y eso es absolutamente crítico.
En el mundo que viene, ¿qué crees que tendrá más importancia a la hora de comunicar?
Últimamente se habla mucho de tecnología, de digitalización, pero creo que se están olvidando lo principal: las humanidades. De qué sirve la tecnología si no hay un buen criterio que la gobierna y la gestiona. Para novedad los clásicos, y paradójicamente creo que en el mundo que viene seguir siendo absolutamente imprescindible el desarrollo de capacidades esencialmente humanas porque para llegar a corazón del otro aparte de bytes se necesita empatía, alteridad, generosidad, humildad, y todos los valores que tengan que ver con humanizar a la humanidad.
En tu libro Creer, Crear, Lograr conectas con tus lectores por el tono directo y preciso. A la hora de sentarte a la silla: ¿escribes como hablas? ¿hablas como escribes?
Procuro dirigirme tanto al lector como a las personas que están sentadas en la auditorio como lo haría hablándole a un amigo. Desde el máximo respeto, desde la máxima consideración y desde la voluntad de hacerme entender a la vez que con rigor. Tampoco a estas alturas no me pienso demasiado cuál es el tono que tengo que tomar, surge espontánea y naturalmente sin ningún tipo de esfuerzo. Supongo que se debe ya que son miles de horas de vuelo.
¿Cómo preparas las conferencias?
Crear un contenido son muchísimas horas de preparación previa, de lectura, de investigación, de reflexión, de contraste de fuentes. Aparte uno va haciendo su propia alquimia y elaboración tanto de la forma como del fondo, del mensaje y de la manera en la que deseas articularlo, con qué cadencia, secuencia de ideas, en definitiva cuál será el camino creativo con el que quieres generar una introducción, un nudo y un desenlace. Como un buen plato a la hora de comer, se da la paradoja de que la preparación puede suponer cientos o miles de horas de ensayo y práctica a lo largo de los años, mientras que el simple acto de disfrutar de él puede llevar de apenas unos minutos. Lo mismo pasa con la preparación de un contenido que tiene que ser comunicado a una amplísima audiencia.
¿Qué haces para cuidar tu voz?
En mi adolescencia estudié música, piano y canto, y en aquel momento ya aprendí alguna noción para cuidar mi voz. Lamentablemente por circunstancias personales no pude seguir con esos estudios musicales. Pero muchos años después, superados ya los cuarenta años, tomé consciencia de la importancia de cuidar la voz. Me puse en contacto con una magnífica logopeda, y posteriormente con una profesora de canto que me enseñaron herramientas que llevo conmigo y que utilizo antes de hablar en público. Aparte de eso, si te fijas, me verás a menudo que llevo algún tipo de foulard o de bufanda, ya que tengo siempre la costumbre de mantener protegida la garganta porque los cambios bruscos de temperatura pueden provocarme afonía, y alguna vez ya me ha pasado y procuro evitarlo.
¿Cómo has notado que evolucionaba tu voz conforme a tu experiencia?
Creo que la voz de cada ser humano apartó de ser única, singular e irrepetible, es un síntoma de su modo de ser, de su estado de ánimo, de su estado físico tanto energético como de salud. Y he aprendido que no sólo mi voz, sino la voz en general aparte de ser un don extraordinario, evoluciona con el paso del tiempo y es uno de los síntomas más claros de cómo estámos y de cómo nos sentimos. En mi caso a medida que avanza la edad constato que su timbre va cambiando, noto también que no tengo que esforzarme tanto en proyectarla, o incluso a la hora de vocalizar he ido adquiriendo práctica y siento que me expreso con menos trabas y colegialas que cuando comencé hace veinticinco años. Y me atrevería decir que con el paso del tiempo y también gracias a lo que aprendido con los profesionales a los que antes me referido, la logopeda y la profesora de canto, he sabido apreciar este instrumento que tenemos, y he aprendido a cuidarlo para que esté en buen estado tanto de manera preventiva como paliativa.
¿Qué hace a un buen orador?
Si miramos la palabra orador veremos que su origen etimológico viene de la voz orar, por lo tanto un orador es el que ora e invita a orar, el que propone y facilita una conexión con la emoción y con el pensamiento, que es capaz de llevarnos a un estado de reflexión de manera natural. Para mí un buen orador, en definitiva, es el que invita a orar como te decía, pero no desde una dimensión dogmática ni religiosa, cuando digo orar me refiero a que un buen orador es aquel que es capaz de despertar un diálogo interior con uno mismo, que es una práctica que por desgracia no hacemos habitualmente. Un buen orador tiene que provocar, cuestionar, y a la vez debe saber hacer llegar su mensaje de una manera amable y clara.
¿Qué consejo darías a quien comienza en el mundo de la oratoria?
Le diría que trabajen multidisciplinarmente. Es decir, que no sólo se formen en oratoria, si ni que también trabajen, por ejemplo, en talleres de psicodrama, que hagan cursos de teatro y que representen, que aprendan clases de canto, logopedia y por supuesto que preparen muchísimo y en profundidad la materia de la que quieren hablar. Eso implica mucha lectura, mucha investigación, mucho análisis, mucha reflexión, y eventualmente escribir mucho y a fondo sobre aquello que se desee comunicar porque es una magnífica manera de interiorizarlo, de integrarlo. Y por supuesto que estén abiertos a la crítica, tanto sobre lo que has escrito, sobre como lo que has dicho, porque las opiniones críticas son aquellas que cuando se hacen desde el respeto y el rigor actúan como verdaderos regalos y palancas de aprendizaje y transformación.
¿Dónde pueden nuestros lectores encontrar información actualizada sobre tus próximas charlas?
En mi página web www.alexrovira.com y también en las diferentes redes sociales: Facebook, Twitter, LinkedIn es donde anunciamos los eventos abiertos al público en los que soy invitado.
Hoy comenzamos una nueva serie en la que en los grandes protagonistas de la oratoria en castellano y comenzamos por uno de los más representativos y geniales. Álex Rovira es una referencia en el campo de la oratoria profesional. Su manera de expresarse y explicar conceptos es cercana (“como hablándole a un amigo”, según me confesó en persona), didáctica y al mismo tiempo amena. Deja enganchado a la silla al oyente con una sonrisa de principio a final sin perder un ápice de seriedad en el contenido.
¿Cuál es el origen de tu vocación por dictar conferencias?
Ya antes de finalizar mi licenciatura, el decano de la universidad en la que estudiaba me propuso colaborar como asistente de algunos profesores. Allí comencé a ensayarme en el universo de la formación. Con el tiempo surgió también la oportunidad de impartir alguna conferencia, y a partir de ahí con la práctica vinieron más y más. La verdad es que nunca hubiera dicho que acabaría dedicando una parte de mi tiempo profesional a impartir conferencias como lo hago, pero la vida me ha llevado a ello.
En tu webwww.alexrovira.comreivindicas el poder de transformación a través de la palabra y propugna la bondad, la voluntad, la responsabilidad, la generosidad, la cooperación, etc.. ¿Qué impacto cree que tiene en las personas un buen mensaje?
Sin duda, la palabra es una herramienta poderosísima, y es lo que nos permite intercambiar ideas, expresar emociones, en definitiva generar vínculos de calidad. Creo que tanto un buen libro, como una buena conversación tienen la capacidad de desvelar y de despertar y eventualmente de hacernos cuestionar, de zarandearnos o de provocarnos. Creo que un buen mensaje tiene que combinar tanto la interpelación a la dimensión cognitiva, es decir a la reflexión, a la crítica, al pensamiento, pero también tiene que zarandear emocionalmente e invitar a la acción.
¿Qué valor otorgas al desarrollo de la capacidad de hablar en público?
En relación a la palabra hay cuatro habilidades fundamentales: leer, escribir, escuchar y hablar. Por lo menos a mi, cuando era pequeño, y a muchos de mis compañeros y conocidos de mi generación que se han formado en España, se nos enseñó esencialmente a leer y a escribir, pero no recibimos apenas ningún tipo de formación sobre la importancia de saber escuchar y también de saberse expresar. Creo que eso es una carencia que arrastramos no sólo generacionalmente sino también como país si miramos otros países vecinos, especialmente del centro y del norte de Europa. En ese sentido, cuanto menos miedo tengamos a expresarnos en público, y cuanto más practiquemos la voluntad de hacernos entender y de entender al otro, por supuesto que mejoraremos nuestra capacidad de comunicar y eso es absolutamente crítico.
En el mundo que viene, ¿qué crees que tendrá más importancia a la hora de comunicar?
Últimamente se habla mucho de tecnología, de digitalización, pero creo que se están olvidando lo principal: las humanidades. De qué sirve la tecnología si no hay un buen criterio que la gobierna y la gestiona. Para novedad los clásicos, y paradójicamente creo que en el mundo que viene seguir siendo absolutamente imprescindible el desarrollo de capacidades esencialmente humanas porque para llegar a corazón del otro aparte de bytes se necesita empatía, alteridad, generosidad, humildad, y todos los valores que tengan que ver con humanizar a la humanidad.
En tu libro Creer, Crear, Lograr conectas con tus lectores por el tono directo y preciso. A la hora de sentarte a la silla: ¿escribes como hablas? ¿hablas como escribes?
Procuro dirigirme tanto al lector como a las personas que están sentadas en la auditorio como lo haría hablándole a un amigo. Desde el máximo respeto, desde la máxima consideración y desde la voluntad de hacerme entender a la vez que con rigor. Tampoco a estas alturas no me pienso demasiado cuál es el tono que tengo que tomar, surge espontánea y naturalmente sin ningún tipo de esfuerzo. Supongo que se debe ya que son miles de horas de vuelo.
¿Cómo preparas las conferencias?
Crear un contenido son muchísimas horas de preparación previa, de lectura, de investigación, de reflexión, de contraste de fuentes. Aparte uno va haciendo su propia alquimia y elaboración tanto de la forma como del fondo, del mensaje y de la manera en la que deseas articularlo, con qué cadencia, secuencia de ideas, en definitiva cuál será el camino creativo con el que quieres generar una introducción, un nudo y un desenlace. Como un buen plato a la hora de comer, se da la paradoja de que la preparación puede suponer cientos o miles de horas de ensayo y práctica a lo largo de los años, mientras que el simple acto de disfrutar de él puede llevar de apenas unos minutos. Lo mismo pasa con la preparación de un contenido que tiene que ser comunicado a una amplísima audiencia.
¿Qué haces para cuidar tu voz?
En mi adolescencia estudié música, piano y canto, y en aquel momento ya aprendí alguna noción para cuidar mi voz. Lamentablemente por circunstancias personales no pude seguir con esos estudios musicales. Pero muchos años después, superados ya los cuarenta años, tomé consciencia de la importancia de cuidar la voz. Me puse en contacto con una magnífica logopeda, y posteriormente con una profesora de canto que me enseñaron herramientas que llevo conmigo y que utilizo antes de hablar en público. Aparte de eso, si te fijas, me verás a menudo que llevo algún tipo de foulard o de bufanda, ya que tengo siempre la costumbre de mantener protegida la garganta porque los cambios bruscos de temperatura pueden provocarme afonía, y alguna vez ya me ha pasado y procuro evitarlo.
¿Cómo has notado que evolucionaba tu voz conforme a tu experiencia?
Creo que la voz de cada ser humano apartó de ser única, singular e irrepetible, es un síntoma de su modo de ser, de su estado de ánimo, de su estado físico tanto energético como de salud. Y he aprendido que no sólo mi voz, sino la voz en general aparte de ser un don extraordinario, evoluciona con el paso del tiempo y es uno de los síntomas más claros de cómo estámos y de cómo nos sentimos. En mi caso a medida que avanza la edad constato que su timbre va cambiando, noto también que no tengo que esforzarme tanto en proyectarla, o incluso a la hora de vocalizar he ido adquiriendo práctica y siento que me expreso con menos trabas y colegialas que cuando comencé hace veinticinco años. Y me atrevería decir que con el paso del tiempo y también gracias a lo que aprendido con los profesionales a los que antes me referido, la logopeda y la profesora de canto, he sabido apreciar este instrumento que tenemos, y he aprendido a cuidarlo para que esté en buen estado tanto de manera preventiva como paliativa.
¿Qué hace a un buen orador?
Si miramos la palabra orador veremos que su origen etimológico viene de la voz orar, por lo tanto un orador es el que ora e invita a orar, el que propone y facilita una conexión con la emoción y con el pensamiento, que es capaz de llevarnos a un estado de reflexión de manera natural. Para mí un buen orador, en definitiva, es el que invita a orar como te decía, pero no desde una dimensión dogmática ni religiosa, cuando digo orar me refiero a que un buen orador es aquel que es capaz de despertar un diálogo interior con uno mismo, que es una práctica que por desgracia no hacemos habitualmente. Un buen orador tiene que provocar, cuestionar, y a la vez debe saber hacer llegar su mensaje de una manera amable y clara.
¿Qué consejo darías a quien comienza en el mundo de la oratoria?
Le diría que trabajen multidisciplinarmente. Es decir, que no sólo se formen en oratoria, si ni que también trabajen, por ejemplo, en talleres de psicodrama, que hagan cursos de teatro y que representen, que aprendan clases de canto, logopedia y por supuesto que preparen muchísimo y en profundidad la materia de la que quieren hablar. Eso implica mucha lectura, mucha investigación, mucho análisis, mucha reflexión, y eventualmente escribir mucho y a fondo sobre aquello que se desee comunicar porque es una magnífica manera de interiorizarlo, de integrarlo. Y por supuesto que estén abiertos a la crítica, tanto sobre lo que has escrito, sobre como lo que has dicho, porque las opiniones críticas son aquellas que cuando se hacen desde el respeto y el rigor actúan como verdaderos regalos y palancas de aprendizaje y transformación.
¿Dónde pueden nuestros lectores encontrar información actualizada sobre tus próximas charlas?
En mi página web www.alexrovira.com y también en las diferentes redes sociales: Facebook, Twitter, LinkedIn es donde anunciamos los eventos abiertos al público en los que soy invitado.
Con la primavera en 2º A se han puesto las pilas y han llevado a clase un montón de recursos: Delia trajo un disco con música de la primavera compuesta por Antonio Vivaldi, Carla un libro sobre este compositor y Paola un libro de partituras entre las que hay una de la canción popular En el campo nacen flores.
Hemos estudiado este retrato para empezar a aprender cosas sobre Vivaldi.
Analizamos uno de los temas dedicados a La Primavera. Si prestas atención se puede distinguir la alegría en el campo, el canto de los pájaros, el agua que corre por los ríos y hasta una tormenta. Con este Musicovigrama que hemos encontrado en el blog educacionmusical.es de Massimo Penesi te resultará más fácil.
En 1º dejamos La Tarara pero seguimos trabajando sobre el mismo tema: las canciones populares infantiles. Gracias al libro que trajo Lucía vamos a empezar con Jugando al escondite.
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