Por: Redacción
La música, coadyuvante en el retraso de los efectos del Alzheimer
Los ojos de Teresa no pudieron más aquella mañana de abril. Al verla, supe de inmediato lo que estaba pasando; las señales en su rosto eran inequívocas, cejas levantadas, la comisura de los labios hacia abajo y el mentón hacia arriba indicaban que lo más temido por Teresa había sucedido.
Su madre, la mujer que le había dado la vida, quien le había acompañado el primer día de clases y le había enseñado a montar bicicleta, estaba sentada en una silla en el portal trasero de su vivienda, pero no la reconoció. Estaba ahí en cuerpo, pero no tenía la mente cabal para saber que esa extraña mujer a su lado, que la saludaba e indagaba como estaba, era su única hija.
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