Con alumnos y alumnas así da gusto: no me da tiempo de arreglar y colgar aquí una partitura cuando ya me piden otra. Esta vez es un alumno de 2º el que me pide la partitura de “la canción de la alegría”. Aquí va, entonces, arreglada para tres flautas dulces (soprano, alto y tenor), el tema principal del cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven, escrita sobre un poema de Friedrich Schiller, la Oda a la alegría.
Por el momento nos dedicaremos sólo a la primera voz, que vamos a aprender todos con la flauta soprano. Más adelante, algunos cambiarán de flauta para añadir las otras dos voces.
He impostado el tempo (la velocidad de ejecución) un poco más lento de lo indicado por Beethoven, pero haciendo clic en el botón de abajo a la derecha de la partitura podéis ir a la página de Noteflight, donde podéis controlar ese parámetro, ralentizándolo para practicar mejor o acelerándolo cuando “os lo pida el cuerpo”.
También os aconsejo dedicar un ratito a escuchar la versión original de Beethoven, dirigida por Karajan, uno de los más importantes directores de orquesta del siglo XX. Está en una entrada anterior de este mismo blog, en alemán, el idioma de Beethoven y Schiller, con subtítulos en inglés, idioma que así, de paso, podemos practicar un poco.
Hoy es el Día internacional del blog. Una de las maneras de celebrarlo de los blogueros de todo el mundo es dando a conocer nuevos blogs a sus propios lectores. Así que me encuentro ahora con la muy difícil tarea de seleccionar sólo cinco blogs entre los muchos que sigo habitualmente. Para acotar la elección he decidido limitarme a los que tratan de música y educación, ya que entiendo que todos mis lectores estáis interesados en esta temática. Aún así, la cantidad de bitácoras que tratan este tema y que merece la pena visitar supera con creces ese número.
Pero así son las reglas y hay que respetarlas: cinco y sólo cinco blogs de otros tantos docentes de secundaria, que, en órden rigurosamente alfabético, son:
West Side Story nació en 1957 como musical para el teatro de Broadway, el santuario de este género, pero, en vista del éxito que estaba cosechando, en 1961 se rodó la versión cinematográfica, que fue galardonada con diez premios Óscar.
Tal como ocurría a Romeo y Julieta, los protagonistas de la tragedia de Shakespeare, María y Tony sienten un recíproco pero imposible amor, obstaculizado por la rivalidad de las diferentes bandas a las que pertenecen, los puertorriqueños Sharks y los blancos Jets. Ambientados en la Nueva York de mediados del siglo pasado, el musical y la película están basados en una banda sonora muy variada, que aúna ritmos latinos y de jazz con unas bellísimas e inolvidables melodías, como las que cantan los personajes principales en el balcón, momento en que es imposible no pensar en Verona.
Esta innovadora partitura fue galardonada con una de las diez estatuillas doradas conquistadas por la película, la que se otorga a la mejor banda sonora original.
Hoy es el aniversario del nacimiento de su autor, Leonard Bernstein (1918-1990), un músico que destacó tanto en su faceta de compositor como en la de intérprete (director de orquesta y pianista) y también como educador.
En efecto, al mando de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, en los años 60 Bernstein grabó una serie de Conciertos para jóvenes para la televisión, 53 programas divulgativos sobre la música en los que alternaba explicaciones teóricas con ejemplos musicales, que ejecutaba al piano o al frente de la orquesta, y con anécdotas. El resultado fue tan exitoso como para que esos conciertos fueran transmitidos en las televisiones de más de 40 países, incluyendo España. Hoy en día quizás puedan resultar menos atractivos que entonces, por el blanco y negro y la poca calidad sonora, sin contar con el problema añadido del idioma para los que no somos angloparlantes, pero siguen siendo unos documentos interesantísimos.
El capítulo siguiente, titulado ¿Qué es la melodía?, es en inglés con subtítulos en español. Está disponible en YouTube gracias a Marian Domínguez, la autora de Nos vemos en el blog, bitácora educativa muy interesante en la que podéis encontrar, entre otras cosas, los enlaces a otros 16 de los Conciertos para jóvenes de Bernstein (en la columna lateral).
ACTUALIZACIÓN (14/10/2012, 22º aniversario de la muerte de Leonard Bernstein): los propietarios de los derechos de explotación económica de estos vídeos han forzado el cierre de la cuenta de YouTube de nuestra compañera.
Es realmente lamentable esta actitud, pues la codicia de estas personas nos está privando del acceso a unos documentos de gran valor histórico y didáctico de los que no sólo ya se ha recuperado con creces la inversión inicial, sino que además les han aportado grandes ganancias gracias al cobro de los derechos de más de 50 años de emisiones televisivas ofrecidas en todo el mundo.
Actualmente estos vídeos no están disponibles para su compra o alquiler, ni en DVD ni tampoco en VHS, y es prácticamente imposible verlos en televisión. Por eso la única manera de que nuestros alumnos y alumnas (entre otros) puedan disfrutarlos es mediante los servicios online tipo YouTube, y estoy bastante convencido de que tal visionado no sólo no comporta ningúna pérdida económica, sino tampoco ningún lucro cesante a la empresa que tiene el poder de comercializar estas grabaciones, una firma llamada The Leonard Bernstein Office, Inc. que, tal como se puede ver en las últimas imágenes de cada vídeo, reservó los derechos en 1990, el mismo año de la muerte de Leonard Bernstein.
Desconozco cuánto tiempo falta para que esas obras pasen a ser de dominio público. Mientras, tendremos que asistir a esta absurda práctica que se puede resumir así: es mío y no te dejo verlo porque no me da la gana.
Afortunadamente no se pueden poner puertas al campo ni se puede frenar la difusión de la cultura, aunque sí se puede hacer un poco más difícil su acceso: actualmente el vídeo está disponible, aunque sin los subtítulos en español, con licencia estándar de YouTube. Lo insertamos a continuación y quedamos atentos para reemplazarlo con una versión útil también para quienes no dominen el inglés en el momento en que la encontremos nuevamente disponible.
No hace mucho hablamos de Spotify y de Grooveshark, dos excelentes sitios para escuchar música gratis de forma legal por Internet.
Tal como anunciaba el refrán, llega el momento de hablar de un tercer sitio que ofrece música gratuitamente: Deezer. No porque sea una novedad, que no lo es, ni porque con éste completemos la lista de servicios gratuitos de música online, que es mucho más larga, sino porque lo considero interesante no tanto como alternativa, sino como complemento a los otros dos. En efecto, cada uno tiene sus ventajas y sus inconvenientes, por lo que, según el momento, uso uno u otro.
Spotify tiene una grandísima ventaja sobre sus dos competidores: su colección de música es más amplia, aunque eso no quiere decir que nos ofrezca todo lo que tienen los demás: al contrario, hay muchas obras que he encontrado en Deezer y no en Spotify. Pero no es la única razón por la que no uso Spotify en exclusiva; hay, por lo menos, otras tres: 1) necesita la instalación de un programa cliente, mientras los demás funcionan en el navegador; 2) no han publicado (ni permiten que otros lo hagan) la versión para Linux de ese programa, de manera que los usuarios de este sistema operativo debemos utilizar la versión de Windows con la ayuda de Wine. Aunque de esta manera podemos escuchar la música perfectamente, se crean algunas dificultades de integración entre Spotify los otros programas y servicios de Internet (navegador, Twitter, Facebook, etc.); 3) la publicidad, que al comienzo era muy poca, empieza a ser más frecuente de lo deseable (obviamente ni hablamos de pagar los 10 € mensuales de la versión premium, pues de esa manera ya no estaríamos hablando de escuchar música gratis).
Deezer, por ahora, no tiene publicidad “sonora”, sino sólo gráfica, que no molesta a la audición. Tampoco hay problemas de instalación ni de compatibilidad, ya que, por el momento, se hace todo por navegador. Sin embargo está prevista la implementación de una nueva función, llamada Mis MP3, que consiste en “un espacio ilimitado de almacenamiento” para guardar copia de nuestros discos. Para ello se necesitará instalar la aplicación de la que anuncian la próxima disponibilidad. Esperemos que funcione dentro del navegador o que, por lo menos, hagan una versión nativa para cada sistema operativo.
Por otro lado, comparado con Grooveshark, Deezer tiene, además de una colección musical más amplia, una interfaz más ágil y amigable, traducida al español (eso sí, muy muy mal) y un servicio de “radio”, que incluye una treintena de canales temáticos.
Donde sale mejor parado Grooveshark es en la integración con WordPress (el CMS sobre el que funciona este y muchos otros blogs), existiendo más de un widget para facilitar la inserción de piezas musicales y playlists, tanto en las entradas como en las barras laterales.
En fin, es imposible elegir el mejor de estos tres programas, y además es inútil, ya que todo ésto puede cambiar de un momento a otro, con la aparición de nuevas funciones en cualquiera de los tres programas o de otro sitio mejor aún que eclipse a todos. Lo importante es que esta manera revolucionaria de difundir la música ya esté bien consolidada.
Ya conocemos por lo menos dos servicios en Internet para escuchar buena música gratis, lo que nos permite elegir entre una cantidad inmensa de obras musicales de todos los géneros: Grooveshark y Spotify. Esa grandísima disponibilidad es indudablemente una ventaja para quien tenga gustos e ideas claras. Sin embargo, los menos expertos pueden encontrarse frente a la dificultad de seleccionar las obras más significativas entre tantas posibilidades diferentes.
Tiempo atrás, para quienes se acercaban a la música clásica (por llamarla de alguna manera) y querían disponer de las obras maestras de este repertorio, las editoriales iban publicando unas colecciones de discos, frecuentemente por entrega semanal, con Los tesoros de la música clásica, o las obras de Los grandes compositores, u otras series por el estilo. Nos seleccionaban lo “imprescindible” para que, tras la audición de estas piezas, tuviéramos suficientes conocimientos para explorar los compositores, períodos o géneros que más nos interesaran.
Con este espíritu, pero de manera totalmente desinteresada, Alejandro Polanco publica en su blog Tecnología Obsoleta la entrada Breve historia de la música clásica con Spotify, una lista de enlaces a pistas y listas de reproducción de Spotify catalogada por siglos (desde el XVI al XX). La lista, que no pretende ser completa ni satisfacer todos lo oídos (el mismo autor la define como una “selección muy subjetiva”), ofrece un catálogo hecho con mucho criterio que estoy seguro que más de uno encotraréis muy útil.
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