Hola, soy Neo.
Probablemente me hayas visto en Matrix.
O en Noviembre Dulce, aunque no me lo tengas en cuenta.
Soy un tipo duro.
Hace ya un tiempecillo me encontré con un tío muy raro que llevaba unas gafas de sol muy guapas.
El chaval se llamaba Morfeo (ya te digo, un tío muy raro).
Recuerdo un fragmento de una de nuestras charlas, pero te lo resumo un poco porque se enrollaba más que una persiana:
Morfeo: ¿Te gustaría saber lo que es Matrix? Es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad.
Yo: ¿Qué verdad?
Morfeo: Que eres un esclavo, Neo.
Yo creía que estaba un poco loco, ¡pero resultó que tenía más razón que un santo!
Ya han pasado muchos años desde que tuvimos esa conversación, y hasta hace poco creía que ya no me la colaban con más paradojas ni realidades alternativas.
Hasta que me metí a hacer clases de canto.
Aún recuerdo al Sr. Smith.
Un buen tipo. Agradable.
Era más fácil pelear con él que descubrir el secreto para cantar bien.
¿Cuál es el secreto para cantar bien? Tu elección
He viajado un montón por Matrix para recibir clases de los mejores profesores de canto de esta realidad y de otras.
He podido aprender todo de sus técnicas y métodos.
Además, con los rollos esos de Matrix para ralentizar y acelerar el tiempo, lo he hecho en un tiempo récord.
No hace falta decir (pero aún y así lo digo) que he visto de todo.
Técnicas para todos los gustos y colores.
Pero al final todo se reduce a hacer una elección entre dos.
Una elección que hicieron todos ellos en su día.
Hoy te presento esa misma elección a la que tuve que enfrentarme yo mismo hace años.
Pero yo voy a ser menos puñetero que mi amigo Morfeo y antes te voy a poner un poco en antecedentes sobre estas dos elecciones.
Los que escogieron la píldora azul
Todos los profesores de canto con los que estudié que escogieron esta píldora pecaban de lo mismo.
Creían haber encontrado el Santo Grial del canto y se limitaban a hacerme hacer, principalmente, un único tipo de ejercicio.
Lo que más me hicieron hacer era respirar.
Me decían que debía respirar con mi diafragma (¡¿yo tengo uno de esos?!) y cantar como si no tuviese cuello.
Otros me decían que tenía que colocar la voz en la máscara.
También estaban los que eran un poco más avispados y tenían un libro de ejercicios de canto, por lo que en cada clase lo sacaban y hacíamos el ejercicio que tocase.
Habían más casos extraños, pero no te quiero aburrir.
A donde quiero llegar es que eso me lo hacían hacer porque en su día a ellos les funcionó, y por eso no les culpo.
Pero no puedo evitar que me venga a la cabeza una frase muy famosa:
Cuando la única herramienta que tienes es un martillo, todo problema comienza a parecerse a un clavo.
O según Wikipedia (Trinity fliparía si tuviésemos esto en Matrix):
Un martillo de oro (o martillo dorado) es cualquier herramienta, tecnología, paradigma o similar cuyos partidarios ensalzan de manera exagerada.
Predicen que resolverá múltiples problemas, incluso aquellos para los que obviamente no es adecuada. De la misma forma que un martillo de oro físico sería bastante impresionante pero prácticamente inútil, puesto que el oro es un metal relativamente maleable.
Pincha aquí para leer el artículo de Wikipedia completo.
La píldora azul ha provocado tal desconocimiento del funcionamiento de la voz que ha dado lugar a que piensen que el secreto para cantar bien reside en lo que a ellos les funcionó en su día, o creen que les funcionó (eso lo dejaremos para un Reloaded).
Por otra parte, no todo es a causa de estos profesores.
Los que queremos mejorar nuestra forma de cantar también tenemos la culpa.
¿Por qué?
Porque siempre estamos buscando ese ejercicio mágico que va a hacer que tus cuerdas vocales estén juntas a lo largo de todo tu rango, con potencia y con una facilidad increíble.
Si te tomas esta píldora no olvidarás nada de esto (a mi me engañó el colega Morfeo), pero no conseguirás lo que quieres.
Los que escogieron la píldora roja
En un momento de mi vida me topé con un niño que era tan raro que hasta daba mal rollo.
Pero decía unas cosas que te dejaban pensando durante un montón de tiempo.
Hasta la hora de la siesta, más o menos.
¿A quién intento engañar? ¡No entendía ni una palabra de lo que decía! Cosas de cucharas y cazuelas.
Después de estudiar con los profesores de canto que se habían tomado esta píldora roja, me di cuenta de la diferencia al instante.
Recuerdo a un profesor en concreto que tenía una voz de un volumen y un grosor impresionantes.
Cuando le escuché cantar le dije que quería tener su potencia.
Y me paró los pies al momento, que no me flipara.
Me dijo que aunque yo fuera el elegido, me iba a costar mucho llegar a esa potencia, y que con fuerza bruta no lo iba a conseguir.
¿Con quién se cree que está hablando? – pensé.
Estuve a punto de hacerle una llave de artes marciales de esas que se me dan tan bien, pero decidí callarme y hacerle caso.
Durante un tiempo estuve haciendo ejercicios a un volumen que ni los perros con sus súper oídos podían oír.
Y poco a poco vi como iba ganando potencia sin apenas esforzarme.
Al final me entró la curiosidad y le pregunté si él también tuvo que hacer estos ejercicios.
¡Imagínate mi sorpresa cuando me respondió que no!
Me explicó que él no nació con esa potencia de voz, pero que la tuvo que conseguir de forma diferente.
Fue en ese momento cuando entendí lo que aquel niño que hasta daba miedo (aún tengo pesadillas con ella) quería decir con los rollos de los cubiertos.
No hay cuchara
Es decir, no hay ejercicios milagrosos que resuelvan todos tus problemas.
Sí que hay ejercicios que suelen funcionar bien para ciertas cosas, pero eso no es ninguna garantía.
Es igual o más importante cómo se hacen y cuándo se hacen.
¡Incluso hay que ir más lejos! También influye tu propio nivel de entendimiento sobre tu propia voz.
Incluso yo, que soy el elegido, he aprendido de ejercicios que empecé a hacer en mis primeras clases después de años haciéndolos.
Y vamos cortando, que me enrollo más que Morfeo
Lo que te quiero decir con todo esto es que no hay cuchara no existe el secreto para cantar bien.
No existe porque se trata de un proceso que lleva su tiempo, y ni si quiera se trata de un proceso lineal.
A veces hay que volver hacia atrás para avanzar.
Hasta yo, que soy el elegido y por ende no hay nadie más listo que yo, necesité un guía para encontrar el camino.
Resumiendo: necesitamos un Morfeo, incluso para mejorar nuestra forma de cantar.
Además, te puedes llevar una gabardina que mola un montón (a mi me la dieron gratis).
Podría seguir hablando de esto durante horas, pero por desgracia no se puede explicar lo que es Matrix, has de verla con tus propios ojos.
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