La primera vez que escuche heavy metal, pensé esto

Mi familia nunca ha sido muy amante de la música.

Sí, desde pequeño siempre había algo de música en casa, pero siempre se ponía un poco “lo que había”.

Yo sabía que la música existía, pero no tenía mayor relevancia para mí.

A los 14 años, un amigo me trajo un CD de heavy metal que se había comprado. Quería que lo escucháramos juntos mientras jugábamos.

Pongo el CD, le doy al play y empiezo a escuchar algo parecido a música clásica, cantado en latín.

¡¿Qué es esta mierda?!, pensé. De hecho, lo dije.

Mi amigo me dijo: Sí sí, ya lo sé. Tú escúchalo. Te voy a dejar aquí el CD y lo vas escuchando.

Hostia puta… cada día que pasaba me gustaba más. Era buenísmo.

Me hacía sentir como Conan El Bárbaro, capaz de cortar las cabezas de mis enemigos y de reventar cabezas ajenas con sillas de escuela.

¿Cómo era posible que mi opinión estuviera cambiando tanto?

Bueno, no soy el único al que le ha pasado en este mundo. Con heavy metal, con R&B, … con lo que sea. El género musical es lo de menos (aunque… ¡¡larga vida al heavy metal!!).

Lo que pasó es que mi oído no estaba acostumbrado ni a escuchar cosas más complejas ni a poner atención en lo que escuchaba.

Seguramente sabrás que nuestros sentidos reciben un chorrazo de información, pero nuestro cerebro la filtra para no volvernos locos.

¿Conclusión? El oído se puede entrenar, y cuando empiezas a entrenar tu voz, también entrenas tu oído (o al menos deberías).

Empiezas a reconocer lo que suena bien y suena mal en una voz.

También aprendes a dejar de hacer lo que suena mal en tu voz y empiezas a hacer lo que suena bien.

Y una vez lo reconoces, no puedes dejar de oírlo en todas partes. Tus oídos rechinan cuando oyes a alguien hacerlo mal, y toda tu atención se centra en una voz que lo hace bien.

Ahí es cuando empiezas a saber poner nombre a lo que no te gusta de tu voz, y es ahí también cuando empiezas a aplicar soluciones con cabeza.

Por cierto, deja ya de escuchar pop y pásate al metal.

No, es broma. No es broma.

Bueno, la realidad es que da igual el estilo que quieras cantar, porque la voz siempre es la misma. El funcionamiento es el mismo.

Y todo pasa por suscribirte a nuestra lista de correo, cosa que puedes hacer aquí debajo.

Este artículo La primera vez que escuche heavy metal, pensé esto pertenece a VoKalo.

La primera vez que escuche heavy metal, pensé esto

Mi familia nunca ha sido muy amante de la música.

Sí, desde pequeño siempre había algo de música en casa, pero siempre se ponía un poco “lo que había”.

Yo sabía que la música existía, pero no tenía mayor relevancia para mí.

A los 14 años, un amigo me trajo un CD de heavy metal que se había comprado. Quería que lo escucháramos juntos mientras jugábamos.

Pongo el CD, le doy al play y empiezo a escuchar algo parecido a música clásica, cantado en latín.

¡¿Qué es esta mierda?!, pensé. De hecho, lo dije.

Mi amigo me dijo: Sí sí, ya lo sé. Tú escúchalo. Te voy a dejar aquí el CD y lo vas escuchando.

Hostia puta… cada día que pasaba me gustaba más. Era buenísmo.

Me hacía sentir como Conan El Bárbaro, capaz de cortar las cabezas de mis enemigos y de reventar cabezas ajenas con sillas de escuela.

¿Cómo era posible que mi opinión estuviera cambiando tanto?

Bueno, no soy el único al que le ha pasado en este mundo. Con heavy metal, con R&B, … con lo que sea. El género musical es lo de menos (aunque… ¡¡larga vida al heavy metal!!).

Lo que pasó es que mi oído no estaba acostumbrado ni a escuchar cosas más complejas ni a poner atención en lo que escuchaba.

Seguramente sabrás que nuestros sentidos reciben un chorrazo de información, pero nuestro cerebro la filtra para no volvernos locos.

¿Conclusión? El oído se puede entrenar, y cuando empiezas a entrenar tu voz, también entrenas tu oído (o al menos deberías).

Empiezas a reconocer lo que suena bien y suena mal en una voz.

También aprendes a dejar de hacer lo que suena mal en tu voz y empiezas a hacer lo que suena bien.

Y una vez lo reconoces, no puedes dejar de oírlo en todas partes. Tus oídos rechinan cuando oyes a alguien hacerlo mal, y toda tu atención se centra en una voz que lo hace bien.

Ahí es cuando empiezas a saber poner nombre a lo que no te gusta de tu voz, y es ahí también cuando empiezas a aplicar soluciones con cabeza.

Por cierto, deja ya de escuchar pop y pásate al metal.

No, es broma. No es broma.

Bueno, la realidad es que da igual el estilo que quieras cantar, porque la voz siempre es la misma. El funcionamiento es el mismo.

Y todo pasa por suscribirte a nuestra lista de correo, cosa que puedes hacer aquí debajo.

Este artículo La primera vez que escuche heavy metal, pensé esto pertenece a VoKalo.

El ventilador en llamas que te hará progresar muy rápido

Hace unos cuantos días te contaba la historia en la que le partí la cabeza con una silla a un profesor que tuve en el instituto.

Hoy te cuento una historia en la que verás lo mal amigo que soy, y lo que puedes aplicar en tu voz por esa razón.

Primavera o verano del año 2.000. Estaba ensayando en la escuela de música con mis amigos Albert y Borja. Éramos batería, guitarra y guitarra, respectivamente.

Teníamos 15 años y hacíamos mucho el payaso. También hacía mucho calor.

MUCHO calor.

En la sala de ensayo en la que estábamos había un ventilador roñósisimo, lleno de polvo. Era el ventilador del puto castillo del conde Drácula.

En una de esas pausas entre canción y canción, mi amigo Albert cogió una baqueta y empezó a putear a la hélice del ventilador, que estaba a toda potencia.

Por algún motivo, le hacía gracia el ruido que hacía la baqueta al chocar con las hélices en movimiento.

A mí también me hacía gracia, para qué voy a mentir.

¡Ji ji! ¡Ja ja!

¡BOOM!

Las hélices se partieron de golpe y todo el polvo que había en ellas y en el ventilador llenó la sala en un microsegundo.

Fue como si un elefante hubiera saltado encima de un colchón de contrabando de Pablo Escobar.

2 segundos de silencio. Borja y yo nos miramos… y la fiesta de la risa empezó para no terminar.

En cambio, mi amigo Albert tenía la cara blanca. Yo creo que gran parte de la sangre de su cuerpo se evaporó… y por una buena razón: teníamos que decirle al dueño de la escuela de música que habíamos roto el ventilador.

Aquí se vio lo CABRONAZOS que fuimos Borja y yo, porque dejamos a Albert completamente solo y nos fuimos a reír a otro lado, para que Albert pudiera convencer al dueño de que fue un accidente de lo más absurdo.

A día de hoy aún nos acordamos de aquel momento. Yo estoy llorando de la risa mientras escribo estas palabras. Fue un gran recuerdo.

Lo curioso del tema es que, a pesar de que Albert pensaba que su vida había llegado a su fin, cuando recordamos aquel momento se ríe como Borja y yo nos reíamos aquel primer día.

De hecho, ha sido él quién me ha dado la idea de escribir este correo con este planteamiento.

Estas fueron sus palabras durante nuestra conversación por WhatsApp:

Te cuento todo esto porque, si tienes dudas, “lo que hoy te parece una putada, seguro que ríes en un tiempo”.

Y es que hay que ver así la voz y la vida. Si no, te paralizas y no haces nada.

¿El primer paso? Darte de alta en nuestra newsletter, justo aquí debajo.

Este artículo El ventilador en llamas que te hará progresar muy rápido pertenece a VoKalo.

El ventilador en llamas que te hará progresar muy rápido

Hace unos cuantos días te contaba la historia en la que le partí la cabeza con una silla a un profesor que tuve en el instituto.

Hoy te cuento una historia en la que verás lo mal amigo que soy, y lo que puedes aplicar en tu voz por esa razón.

Primavera o verano del año 2.000. Estaba ensayando en la escuela de música con mis amigos Albert y Borja. Éramos batería, guitarra y guitarra, respectivamente.

Teníamos 15 años y hacíamos mucho el payaso. También hacía mucho calor.

MUCHO calor.

En la sala de ensayo en la que estábamos había un ventilador roñósisimo, lleno de polvo. Era el ventilador del puto castillo del conde Drácula.

En una de esas pausas entre canción y canción, mi amigo Albert cogió una baqueta y empezó a putear a la hélice del ventilador, que estaba a toda potencia.

Por algún motivo, le hacía gracia el ruido que hacía la baqueta al chocar con las hélices en movimiento.

A mí también me hacía gracia, para qué voy a mentir.

¡Ji ji! ¡Ja ja!

¡BOOM!

Las hélices se partieron de golpe y todo el polvo que había en ellas y en el ventilador llenó la sala en un microsegundo.

Fue como si un elefante hubiera saltado encima de un colchón de contrabando de Pablo Escobar.

2 segundos de silencio. Borja y yo nos miramos… y la fiesta de la risa empezó para no terminar.

En cambio, mi amigo Albert tenía la cara blanca. Yo creo que gran parte de la sangre de su cuerpo se evaporó… y por una buena razón: teníamos que decirle al dueño de la escuela de música que habíamos roto el ventilador.

Aquí se vio lo CABRONAZOS que fuimos Borja y yo, porque dejamos a Albert completamente solo y nos fuimos a reír a otro lado, para que Albert pudiera convencer al dueño de que fue un accidente de lo más absurdo.

A día de hoy aún nos acordamos de aquel momento. Yo estoy llorando de la risa mientras escribo estas palabras. Fue un gran recuerdo.

Lo curioso del tema es que, a pesar de que Albert pensaba que su vida había llegado a su fin, cuando recordamos aquel momento se ríe como Borja y yo nos reíamos aquel primer día.

De hecho, ha sido él quién me ha dado la idea de escribir este correo con este planteamiento.

Estas fueron sus palabras durante nuestra conversación por WhatsApp:

Te cuento todo esto porque, si tienes dudas, “lo que hoy te parece una putada, seguro que ríes en un tiempo”.

Y es que hay que ver así la voz y la vida. Si no, te paralizas y no haces nada.

¿El primer paso? Darte de alta en nuestra newsletter, justo aquí debajo.

Este artículo El ventilador en llamas que te hará progresar muy rápido pertenece a VoKalo.

Mi alumna me miente a la cara

El otro día estaba hablando con mi alumna Piluca. Teníamos que hacer una reunión en inglés (otro día te cuento más de esto, que no quiero irme por las ramas).

Como supondrás, con Piluca hablo en castellano. La conozco desde hace unos años ya, y siempre hemos hablado en castellano.

Mi nivel de inglés no es increíble, pero es lo suficiente para mantener una conversación. Como normalmente la gente tiene un poco más de dificultad con el inglés (normalmente por pura falta de práctica).

Le dije: ¿cómo te desenvuelves con el inglés? Si quieres te puedo ayudar traduciendo la conversación.

Y me contesta: bueno, me defiendo.

Total, llegamos a la reunión… nos saludamos todos y la conversación empieza.

¡¡La madre que me…!! ¡¡Pero si habla un inglés perfecto!! Me dicen que es nativa y me lo creo.

“Me defiendo”, dice… ¡ja!

Y te aseguro que no es falsa modestia. Ella lo piensa de verdad. Es una persona muy sincera.

Yo me quedé un poco loca con el asunto, pero me hizo pensar…

Me hizo pensar en todas esas personas que conozco por primera vez y me dicen: no… yo no sé nada de canto… nunca he hecho nada, ni he estudiado, … ni siquiera sé nada de música.

Y luego lo hacen mejor que algunas personas que llevan años y años cantando.

¿No me crees? Hay una explicación.

Nadie canta perfecto. Todos tenemos cosas que mejorar, pero es más que eso. Todos tenemos que mantener la voz sana, desde un punto de vista técnico.

Un cantante que lleva años cantando, si no conserva una buena técnica, tendrá fallos. Por pocos que sean, se van acumulando en el tiempo, y eso deja huella.

Imagínate, un cantante puede tener temporadas de 7 conciertos a la semana, y que cada concierto dure varias horas. El primer día puede que lo aguantes, pero el segundo ya empiezas a notar que tu voz no está bien.

Y cuando llega el séptimo, lo único que quieres es que acabe pronto para estar 2 o 3 días sin hablar, recuperarte lo mejor que puedas y volver a empezar.

Alguien que no ha cantado nunca no tiene esos problemas. No tienen toda esa fatiga acumulada y esos malos hábitos tan arraigados.

Por otro lado, como no han estudiado nunca canto, asumen que lo que han hecho hasta ese momento está mal.

A veces es así, pero normalmente la gente se infravalora y hacen muchas cosas bien de serie. No han instalado aún malos hábitos.

¿Hay trabajo por delante? Sí, claro que sí. Pero puede que estés haciendo muchas cosas mejor de lo que piensas, y puede que tu voz dé mucho más de sí.

Incluso si ya eres profesional.

Amateur, profesional, aspirante, … todos se benefician de apuntarse gratis a nuestra lista de correo, justo aquí debajo.

Este artículo Mi alumna me miente a la cara pertenece a VoKalo.