¿Existe el silencio absoluto?

John Cage en el interior de la cámara anecoica
Estos días en el aula de secundaria, hemos hablado e investigado sobre el sonido y el silencio. Siempre hay una pregunta que pasa por nuestra mente: ¿existe el silencio absoluto?
Tras debatir y dar ideas, llegamos al experimento del compositor John Cage y el de la cámara anecoica. Jamás habíamos escuchado hablar sobre dicha cámara, la cual fue diseñada para aislar la totalidad de los sonidos y escuchar el más absoluto de los silencios. Se ha comprobado que la efectividad del aislamiento de los sonidos está entre el 95% y el 99%. Diseñada en EEUU y mejorada con los años, ha llegado a estar incluida en el Libro Guinness de los Récords. Se dice que ninguna persona ha conseguido estar dentro de dicha cámara más de 45 minutos sin que aparecieran los primeros síntomas de pérdida de control o de incluso locura. Según los estudios llevados a cabo, el silencio ayuda al cerebro a relajarse y concentrarse en los primeros minutos, pero una ausencia prolongada de sonidos no es soportada por nuestro cerebro, ya que está diseñado para captar sonidos del ambiente. Podríamos decir que el cerebro y nuestro interior necesitan la presencia constante de sonidos para saberse vivos, y que lo contrario llega a la desesperación y la locura.
Pero fue el compositor John Cage quien descubrió que el silencio total y absoluto no existe mientras se esté con vida. Dicho compositor visitó la cámara anecoica en 1951, y concluyó que escuchaba dos sonidos: uno alto y otro bajo. El primero de los sonidos era su sistema nervioso y el segundo sus latidos del corazón y la sangre corriendo por sus venas. Realmente el sistema nervioso no produce sonido pero si existe el llamado tinnitus, el zumbido que provoca la tensión arterial. 
Entre los materiales utilizados en la construcción de la cámara anecoica se encuentran los aislantes de sonido como por ejemplo la fibra de vidrio o las espumas porosas.
Por tanto hemos llegado a la conclusión que el silencio absoluto, es casi posible pero no 100%, porque siempre escucharemos al menos nuestros latidos. Curioso experimento y todo lo que ha ocurrido en dicha cámara.

Preparación, casualidad y silencio

John CageLos instrumentos musicales pueden utilizarse no sólo de la manera que les es más propia, sino también mediante técnicas heterodoxas: por ejemplo, los instrumentos de cuerda pueden producir sonidos percutidos golpeando la caja de resonancia con diferentes partes de la mano (la palma, la yema de los dedos, los nudillos, …) y en lugar de con las crines del arco, en los instrumentos de cuerda frotada, se puede provocar la vibración de las cuerdas golpeándolas o frotándolas con la madera de ese mismo accesorio, un efecto denominado con las palabras italianas col legno.

Los instrumentos de viento también tienen algunas maneras inusuales de producir sonido como por ejemplo el flutter-tonguing (frecuentemente anotado en las partituras en italiano: frullato o en alemán: Flatterzungue) o el slap tongue, un efecto muy bien explicado en este vídeo.

Estas maneras no convencionales de emitir sonidos son sólo algunas de las llamadas técnicas extendidas, presentes no sólo en todos los instrumentos musicales, sino también en la voz (entendida como el instrumento del cantante) donde el ejemplo más conocido y espectacular es el beatboxing.

Hasta aquí hemos hablado de técnicas extendidas en las que quien actúa de manera diferente de lo habitual es el instrumentista. Sin embargo, lo que vamos a ver ahora es un caso en el que el ejecutante toca con una técnica convencional en un instrumento que ha sido modificado previamente según las intenciones del compositor.

Aunque otros autores anteriores, como Satie o Villa-Lobos, sintieron la necesidad de modificar el timbre del piano para conseguir determinadas atmósferas, fue John Cage el primero en realizar una profunda experimentación tímbrica con este instrumento en 1940, inventando así el piano preparado.

A este compositor, del que hoy celebramos el centenario de su nacimiento, le había sido encargada la música para un ballet, Bacchanale, que iba a representarse en una sala demasiado pequeña para contener los instrumentos de percusión necesarios para su idea originaria. Por eso modificó un piano, insertando entre las cuerdas varios objetos, que indicó con mucha precisión en una tabla similar a la del siguiente fragmento.

Sonatas-interludes-table (FU Wikimedia Commons)

El pianista iba a tocar las teclas como de costumbre, pero el sonido resultante de cada una de ellas sería muy sorprendente. En el siguiente vídeo podemos ver el proceso de preparación de un piano empleando esa misma tabla y escuchar un poco el efecto acústico.

La obra para la que están preparando el piano del vídeo anterior es Sonatas and Interludes, tal vez la obra más representativa y seguramente la más celebrada de la larga lista de obras para piano preparado que Cage compuso tras Bacchanale. Se trata de una colección de 20 piezas que el músico estadounidense escribió entre 1946 y 1948, reflejando en ellas la influencia de la música y la filosofía indias por las que había empezado a interesarse. Aquí la obra completa.

Posteriormente, su interés por la cultura oriental le llevó a conocer el Libro de las mutaciones (I Ching) y a investigar sobre el azar. En 1951 compuso Music of Change, una pieza para piano solo (normal, no preparado), en la que muchas decisiones musicales están tomadas al azar mediante el lanzamiento de monedas. De la participación de la casualidad en el proceso creativo es de donde viene la definición de música aleatoria con la que se conoce este método compositivo.

Cage extremó la presencia del azar en la música en una obra que compuso el año siguiente y que es sin lugar a duda su composición más famosa: 4’33”. Se trata de una pieza en tres movimientos cuya partitura consiste en una sola palabra: Tacet.

El silencio musical indicado en la partitura durante los 4 minutos y 33 segundos que dura la pieza no es un silencio absoluto, algo que en realidad ni siquiera existe, ni siquiera en el lugar más silencioso del planeta. Esta “provocación” de Cage no fue recibida de la manera que el compositor esperaba. Él mismo declaró tras su estreno en Nueva York:

No entendieron su objetivo. No existe eso llamado silencio. Lo que pensaron que era silencio, porque no sabían como escuchar, estaba lleno de sonidos accidentales. Podías oir el viento golpeando fuera durante el primer movimiento. Durante el segundo, gotas de lluvia comenzaron a golpetear sobre el techo, y durante el tercero la propia gente hacía todo tipo de sonidos interesantes a medida que hablaban o salían.

Es muy difícil profundizar en (aunque por otro lado muy fácil intuir) las implicaciones cognitivas y emocionales de la “escucha” de esta obra por parte de un público ignaro así como las consecuencias filosóficas y musicales en los autores contemporáneos y posteriores. Desde este punto de vista, podríamos decir que Cage nos ha dejado el silencio más estrepitoso que nunca se haya oído.

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