La lectura a primera vista o repentización es una práctica útil tanto como necesaria. Una vez que un músico aprende a leer partituras, adquirir rapidez y eficacia es una tarea en la que la lectura a primera vista toma un papel principal.
Son muchos los músicos que se sienten cohibidos ante una situación en la que tienen que tocar una partitura que nunca antes han visto u oído. La lectura a primera vista se convierte entonces en un hándicap. Un obstáculo que hay que superar para ganar confianza y mejorar una de nuestras capacidades más valiosas como profesionales: la lectura e interpretación de partituras.
Para mejorar nuestra facultad lectora es necesario un trabajo previo. Ya sea con ayuda del profesor, o por nuestra cuenta, habrá una serie de factores que tendremos que trabajar.
La percepción ocular
La lectura a primera vista está compuesta por varias fases. La primera de ellas es la percepción visual de la música. La manera en que movemos el ojo por la partitura y el tiempo en que fijamos la vista en cada tramo es determinante. La percepción ocular estará muy influenciada por el aspecto visual de la partitura: que las notas estén correctamente agrupadas y distribuidas por el pentagrama, que la impresión sea nítida…etc.
El movimiento ocular durante la lectura de partituras ha sido ampliamente estudiado, especialmente en pianistas. A raíz de estos estudios, sabemos que hay varios factores que ralentizan la percepción:
- No anticipar la lectura
- Llevar la vista al instrumento en lugar de mantenerla en la partitura
- Realizar fijaciones regresivas, es decir, volver atrás en la partitura
- La lectura polifónica
- La complejidad de la partitura
La mirada debe ir de izquierda a derecha. Será diagonal cuando la partitura sea polifónica. Y sobre todo, no debe desviarse hacia el instrumento. Perder el contacto visual con la partitura ralentizará nuestra primera vista. El movimiento ocular es algo que puede y debe ser entrenado.
Los conocimientos previos y la memoria
Si la primera fase de la lectura a primera vista es la percepción, la segunda es el reconocimiento de lo percibido. Sin conocimientos previos no hay posibilidad de una lectura a primera vista correcta. Y aunque parezca algo obvio, no lo es tanto. A menudo, un músico puede presentar ciertas carencias en su base en cuanto a lenguaje musical se refiere. Esto tiene consecuencias en muchas áreas de su interpretación, pero especialmente en la lectura primera vista.
Cuando trabajamos con música, ya sea leyendo partituras o escuchando, activamos nuestra memoria por medio del reconocimiento de “patrones”. Estos patrones los hemos aprendido previamente, y tienen que ver tanto con el sonido como con su representación. Por ejemplo, patrones interválicos (escalas o arpegios), patrones rítmicos (síncopa), patrones dinámicos (crescendos en figuraciones que suben), patrones armónicos (I-IV-V-I)… Son convencionalismos musicales que primero aprendemos y luego interiorizamos para que, cuando aparezcan, seamos capaces de reconocerlos.
Si no tenemos estos patrones bien asentados en nuestra memoria, es muy probable que nuestra lectura a primera vista sea más lenta o dé lugar a errores. Por ello, el primer factor a trabajar serán los patrones musicales básicos. De esta forma, los reconoceremos de manera rápida y sencilla.
El rango ojo-mano
Se le llama rango ojo-mano a la relación que hay entre el punto de fijación del ojo en la partitura y la ejecución motora del movimiento con el instrumento. Seguramente habrás oído decir a tu profesor que, cuando lees a primera vista, es bueno leer siempre un par de compases por delante de lo que tocas. Anticipar la vista al movimiento.
La anticipación es uno de los factores más importantes a la hora de realizar una buena lectura a primera vista. Cuanto mayor sea el rango ojo-mano, mejor y más fluida será la lectura a primera vista. Esa separación entre la lectura y la interpretación se puede trabajar y desarrollar.
Es recomendable empezar a desarrollar esa anticipación visual con partituras de lectura sencilla, e ir añadiendo complejidades poco a poco. Lo ideal adquirir la capacidad de leer más de dos compases por delante.
La escucha
Y por último, uno de los aspectos más básicos en cuanto a lectura de partituras se refiere: escucharnos a nosotros mismos. Gracias al apoyo auditivo, podremos reconocer más fácilmente los patrones que estamos tocando e incluso predecir los venideros.
Al mismo tiempo, nuestra capacidad de generar representaciones auditivas de la partitura será determinante, pues así podremos completar los patrones que percibimos visualmente. Por ello, siempre nos resultará más sencillo la primera vista con partituras tonales que con partituras atonales.
Por tanto, hay que escuchar lo que leemos, y escuchar al mismo tiempo lo que tocamos. Toda una maquinaria perceptual nada fácil de poner en marcha.
¡Ánimo, y a poner en práctica estos consejos! ¡No más miedo a la primera vista!
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