Las lágrimas de Armenia… y el duduk de Pablo Mezzelani

La semana pasada se cumplían los primeros cien años del comienzo de uno de los más terribles genocidios de la historia: aquel acaecido sobre el pueblo armenio, entre 1915 y 1923. Estamos hablando de entre un millón y medio y dos millones de muertos: se dice pronto, ¿verdad?

Fue a manos del antiguo Imperio Otomano, en aquel momento gobernado por una cruel dictadura. Hoy día tal imperio ya no existe, pero Turquía, su heredera natural, continúa sin reconocer la existencia de tal genocidio; Turquía, y otros muchos otros países (como, para vergüenza nuestra, España). 
Pues bien, vaya por delante un recuerdo para Armenia desde este humilde blog de aula. Y qué mejor forma que hacerlo que a través de su instrumento nacional, el hipnótico duduk, fascinante aerófono de doble lengüeta.

Os dejo con esta emotiva interpretación de... ¡Pablo Mezzelani! Los alumnos y alumnas de 2º de ESO (y algunos de primero) sabrán muy bien de quién estamos hablando; el resto —ya estoy en condiciones de anunciarlo—, disfrutará de su visita durante el primer trimestre del curso próximo. 


A propósito, compañeros y compañeras de otros centros andaluces que por ventura estéis leyendo estas líneas: ¡no dudéis en aprovechar pues su próxima gira de conciertos didácticos!
Como actividad, os invito a indagar en YouTube y, como comentario bajo esta entrada, aportar el enlace hacia alguna otra pieza de tan increíble instrumento.

Repesquemos “el sacatún”

Encima de estas palabras tenéis la letra; debajo, el anuncio original, basado a su vez en la antigua canción discotequera de la que ya os hablé en clase —y con el triste reflejo, a propósito, de esa estúpida división del trabajo por sexos que esta marca de atún no parece preocupada en cambiar (y aún dejamos de lado más estereotipos machistas hacia el final del anuncio, que conste). 

En fin, quedémonos con el trabalenguas, que en cualquier caso es estupendo:
Pues bien... ya sabéis lo que tenéis que hacer ahora, ¿verdad? :D

Largo, como todos… pero si es junto al fuego, mejor: el Invierno de Vivaldi

Imagen
Partitura interactiva en www.flautatituras.wix.com/inviernodevivaldi Fotografía de Roman Boed
Confieso que, aun conociendo el famoso soneto, convencido estuve durante años de que tan hermoso pizzicato simbolizaba copitos de nieve cayendo... pues no. La idea es en verdad muchísimo más sugerente: hablamos de gotas de agua, pausadas pero constantes, que solo suenan en el techo o en la ventana imaginarios, es decir, que funcionan antes como presencia que como dibujo. De ahí que no haya escogido ninguna foto de lluvia sobre Venecia, que bien hermosas que había; ni siquiera ninguna de esas de raindrops sobre cristales, que tentada mi vena hipster estaba.

Me quedo mejor con la obra maestra de Roman Boed, pues mientras tanto, en primer plano, la apacible melodía del violín solista recoge esa atmósfera de calma hogareña al calor de una hoguera. De alguna manera, el prete rosso logró captar esa sensación que tenemos cuando llegan las bajas temperaturas y la humedad acecha: vale, salir a la calle es un fastidio para los frioleros y para aquellos que como yo siempre olvidan el paraguas... mas cuán placentero resulta rescatar edredones, o que tu gata ingrata vuelva a querer subirse a ti; o cuánto debe de ser que, por ventura, hasta cuentes con una buena chimenea, de esas que te quedas absorto mirándolas, activando cierto remanente de nuestra conciencia más ancestral (y qué envidia más insana me viene de pronto, por cierto).

Perfectamente sincronizado con estas fechas —ironía—, os propongo una versión para flauta dulce y acompañamiento, dedicada, por cierto, a quienes de momento solo pueden comprarse la leña. Como suele ocurrir, pues ha habido que transportar un pelín, octavar para arriba o para abajo (véanse las cabezas pequeñas) e incluso cambiar tres veces una misma nota, sí, cual hereje en riesgo de ser anatemizado (véanse cabezas en forma de rombo).

Espero que sea de vuestro agrado.

El canon de Pachelbel, de Johann Pachelbel

http://musiblogdeaula.wix.com/canondepachelbel

Permítaseme la broma del título, que parece que no hay más cánones en el mundo, o que Pachelbel, el pobre, no compusiera más cosas en toda su vida (y ríanse Schifrin y Vivaldi, nombrados en la entrada anterior). 

Llevo unos días enganchadísimo a sus piezas instrumentales, que viva YouTube. Os animo a escuchar el disco de cámara de London Baroque, o a conocer esa hermosísima obra a la tiorba, o a disfrutar también de sus obras corales. Pero es en las piezas para órgano (o para teclado en general) donde verdaderamente descuella...

Y hay una composición que, de verdad, creo que bien merece que os la pongáis ahora mismo si aún no lo conocéis: me refiero a su Chacona en fa menor para órgano, que ya grabó allá por los setenta el propio Kurt Redel, el director tenido por redescubridor del canon; sin embargo, los vericuetos del mainstream no le han dado ni la milésima parte de popularidad. Aquí os dejo la impresionante versión orquestal de Redel:
Y ahora, al grano: volviendo al canon de los cánones, la verdad es que es que reconozco mi atrevimiento al plantear un arreglo cuatro flautas dulces (o para tres y cualquier instrumento que se atreva acompañarlas: los acordes de una guitarra, las notas de un xilófono grave, etc.). 

Por un lado, porque he tenido que cambiar alguna que otra nota, ante todo, octavándola (al margen del evidente cambio de tonalidad); y en un solo caso, cambiándola por otra: esta última viene indicada en el noteflight con una cabeza cuadrada; las octavadas, con cabezas minúsculas. Ahora me siento un poco más hereje.

Por otro lado, por su evidente dificultad, sobre todo cuando empiezan a salir semicorcheas por todos lados. Ahora bien, la enorme popularidad de esta obra pretende animar al estudio, que todos sabemos que la pieza nunca pasa de moda y que suele tener muy buena aceptación entre el alumnado.

No me olvido, y aquí mismo la vinculo, de la excelente alternativa de Adelaida Ibañez para su blog Musica Selvatge 2. En ese caso el arreglo sacrificaba uno de los pasajes más hermosos de la pieza, pero sin duda resulta más adecuado al nivel flautístico de las aulas de secundaria; y además, cuenta con un play-back.