Mis alumnos y alumnas de 1º y 2º de ESO han puesto tanto interés que para leer y entender el villancico Gatatumba sólo hemos necesitado un día de clase. Ahora, mientras nos dedicamos al repaso diario de ese primer villancico, añadimos un segundo, también de la tradición popular andaluza: La marimorena.
Como todos los años, para que las fiestas no nos pillen de sorpresa, a mediados del otoño empezamos a refrescar las canciones navideñas que ya conocemos (por ejemplo Noche de paz) y aprender otras nuevas.
La primera de este curso es un villancico popular andaluz, Gatatumba. Aprender las notas no os costará mucho esfuerzo, ya que es en do mayor, sin alteraciones y todas las notas están en la octava grave. Al comienzo lo estudiaremos despacio: ya sabemos que podemos ralentizar la velocidad del acompañamiento yendo a la correspondiente página de Noteflight, haciendo clic en el botón abajo a la derecha de la partitura. En esa misma página podemos imprimir la partitura en papel, si queremos, mediante el menú File -> Print.
La letra de este villancico cita muchos instrumentos musicales que no están en nuestra wiki: investigad sobre ellos para descubrir sus características, por ejemplo leyendo textos que los describan y viendo vídeos para observarlos y escuchar su sonido directamente, y cuando tengáis las ideas bien claras, poned remedio a esta laguna realizando original y colaborativamente esas entradas en nuestra minienciclopedia de los instrumentos musicales.
Mientras, yo voy preparando el arreglo del próximo villancico…
El año 1685 fue muy pródigo con la música: en ese año vinieron al mundo tres compositores de primera magnitud: Johann Sebastian Bach, Georg Friedrich Händel y Domenico Scarlatti. Este último lo hizo el 26 de octubre, en la Nápoles española, mientras los dos alemanes tartamudeaban sus primeras palabras y seguramente canturreaban sus primeras melodías.
Scarlatti pasó buena parte de su vida en España, al servicio de la reina María Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI. En la capital de este país murió, en 1757. Sin embargo, su carrera musical en la península ibérica empezó en Lisboa, al servicio de la misma alumna, por aquel entonces princesa de Portugal.
Su estancia en la capital lusa es aprovechada por el sublime José Saramago, que en su novela Memorial del Convento hace una maravillosa descripción de los efectos de la música del italiano:
… y Domenico Scarlatti habiendo cerrado puertas y ventanas, se sienta al clavicordio, qué sutil música es esta que sale hacia la noche de Lisboa por rendijas y chimeneas, la oyen los soldados de la guardia portuguesa y de la guardia alemana, y la entienden unos y otros, la oyen soñando los marineros que duermen a la fresca en los conveses y despertando, la reconocen, la oyen los vagabundos que reposan en la Ribeira, en las lanchas varadas en tierra, la oyen los frailes y las monjas de mil conventos, y dicen, Son los ángeles del Señor, tierra esta, para milagros, ubérrima, la oyen los embozados que van a matar y los apuñalados que, oyéndola, ya no piden confesión y mueren absueltos, …
Los cuatro años pasados en Sevilla hicieron de Scarlatti un gran conocedor de la música popular andaluza, cuyos ritmos y armonías están presentes en muchas de sus obras, sobre todo en las que compuso para su instrumento preferido, el clavecín, como este Fandango, opus póstuma.
Se cuenta que Scarlatti tenía un gato al que, como buen napolitano, había llamado Pulcinella. El gracioso felino amaba pasearse por el teclado del clave, disfrutando de los sonidos que producía. Muchos años tras la muerte del compositor surgió la leyenda que cuenta cómo Pulcinella compuso los tres primeros compases de la Fuga en sol menor K.30, un motivo que efectivamente suena un poco extraño, como si las notas fuesen elegidas al azar:
Cierta o no la colaboración de la mascota, la Fuga del gato (de la que se puede descargar la partitura aquí) es una pequeña joya: aquí la tenéis, interpretada por Elaine Comparone.
Hace exactamente 35 años desaparecía uno de los mejores violinistas del siglo XX, David Oistrakh, que había nacido 66 años antes en Odessa, por aquel entonces perteneciente al Imperio Ruso y actualmente a Ucrania. A pesar de haber sufrido varios ataques cardíacos, siguió realizando giras de conciertos agotadoras y, fue en una de éstas, en la ciudad holandesa de Amsterdam, cuando su corazón dejó definitivamente de latir.
Diecinueve años más tarde, uno de los asteroides del cinturón principal, situado entre las órbitas de Marte y Júpiter, fue bautizado 42516 Oistrach (sic) en honor de David Oistrakh y de su hijo Igor, también violinista. La diferencia entre la manera en que escribimos el apellido de los violinistas y el nombre del astro se debe a la transliteración del cirílico.
Me resulta difícil elegir un vídeo entre los muchos disponibles en YouTube, documentos de grandísimo valor musical, dudando entre una de las muchas obras dedicadas a él por sus respectivos compositores (uno de los dos Conciertos o la Sonata de Shostakovich, por ejemplo, o la Sonata de Prokofiev, o quizás el Concierto de Khachaturian…) u otra de las obras de su inmenso repertorio. Al final me he decidido por una grabación de 1970 del Triple Concierto de Beethoven, junto con otros dos grandiosos músicos, Mstislav Rostropovich y Sviatoslav Richter: una rara ocasión de escuchar a tres auténticos colosos de la música unidos.
Despertarte un día y leer que Para Elisa no es obra de Beethoven sino de un tocayo suyo apellidado Nohl es un golpe duro de superar. Esta obra, cuyas nueve primeras notas son conocidas por todo el mundo, está situada en un puesto de honor dentro del museo imaginario de la música, el puesto que merecen las obras en las que lo bello se une con lo pegadizo. Por eso la noticia publicada ayer por algunos periódicos y revistas no especializados, tanto italianos como españoles, y cuyo eco rebotaba hoy en varios blogs, ha sentado como una ducha fría a más de un aficionado a la música. Quizás haya sorprendido menos de lo que pueda suponerse al mundo científico, de alguna manera más acostumbrado a las autorías dudosas y a las nuevas hipótesis que surgen tras estudios de años y años.
En esta ocasión, el estudio en cuestión es de un músico y musicólogo italiano, Luca Chiantore, que movió su residencia a España el mismo año en el que lo hice yo, en 1991, y que esta mañana presentaba en la Universidad Autónoma de Barcelona su tesis doctoral que contiene esta llamativa noticia, que vamos a intentar entender mejor.
Para Elisa fue publicada en 1865, es decir 38 años después de la muerte de Beethoven. El descubridor de su manuscrito autógrafo -que se perdió o que nunca existió como tal- fue un joven musicólogo llamado Ludwig Nohl, quien, según los estudios de Chiantore, más que un mero transmisor hacia la posteridad de una obra de Beethoven, sería el autor mismo de esa obra, partiendo, eso sí, de unos apuntes del gran compositor alemán.
Independientemente de la acogida que tenga esta tesis en la comunidad musicológica, creo que tendremos “Para Elisa de Beethoven” para rato, y no sólo en las partituras, los libros y los discos ya publicados. Todavía son muchos los que siguen atribuyendo la Sinfonía de los Juguetes a Leopold Mozart, en vez de a Edmund Angerer, sólo por poner un ejemplo, y en ese caso no se trata de una pieza tan emblemática como la dedicada a la misteriosa Elisa.
Raramente se encuentra esta bagatela en los programas de conciertos, a menos que se trate de conciertos didácticos. Sin embargo no es raro que se ofrezca como bis, al final de una actuación.
Si estáis interesados en aprender a tocarla, podéis descargar la partitura en pdf y, si lo necesitáis, echar un vistazo al siguiente videotutorial.
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