El sábado 16 de febrero cogí un AVE desde valencia para acudir a Madrid al Real Conservatorio Superior de Música a una jornada sobre las relaciones entre el centro y la universidad. Algunos asistentes se sorprendieron de que viniera (para asistir como oyente) desde tan lejos, pero una cita así no podía perdérmela. En un momento en el que no ha terminado de encajar el proceso de Bolonia en las enseñanzas superiores de música, no está claro el nombre final del título que tendrán los primeros egresados de la promoción LOE y dónde aparecen sentencias que demuestran que en España aun no hemos encontrado el lugar que merecen los estudios superiores de música; eventos de este tipo son de una importancia vital para generar reflexión, debate y conclusiones acerca de
¿quiénes somos los músicos? ¿de dónde venimos? y ¿hacia dónde vamos?
Toda oportunidad que se nos brinde para pensar acerca de estas tres preguntas debe ser secundada y apoyada por todos nosotros, los músicos, si queremos poner en el lugar que se merece a la música, tanto a nivel de reconocimiento social, como de reconocimiento académico. Cuando hacia el fin de la jornada se hizo pública mi presencia me sorprendí muy gratamente de que la mayoría de los presentes (algunos son leyendas vivas de la música española) conocieran mi blog, fueran seguidores y me animaran a difundir todo lo que allí se puso sobre la mesa, me reafirmé en mi convencimiento de que yo tenía que acudir a este acto.
Así que animo a todos los lectores, conocidos u ocasionales de este blog, que me acompañen por estas líneas para responder a estas tres cruciales preguntas que se plantearon ayer. Este artículo no será únicamente una transcripción de lo que ese día se comentó, sino que voy a glosar el texto: ampliando y comentando la información, datos y anécdotas que allí surgieron y otras que he encontrado investigando un poco.
En mi camino hacia Madrid por la meseta central esta es la banda sonora que me acompañó, el lamento de Juan dell Enzina “Triste España sin ventura”:
Cerca y lejos de la universidad
Miguel del Barco: Memorias de un director
Después de la presentación de la Jornada por parte de Ana Guijarro, actual directora del RCSMM, se inició una primera mesa redonda acerca de la historia de encuentros y desencuentros de los Conservatorios Superiores en su camino hacia la universidad. El primer ponente fue Miguel del Barco, director del RCSMM en los períodos 1979-1983 y 1998-2008, que inició su exposición haciendo referencia a la Ley Moyano (más en este blog sobre la ley Moyano; enlace 1, enlace 2) y a la Ley Villar Palasí o Ley General de Educación de 1970 (enlace 1, enlace 2). En concreto la referencia más importante de esta exposición histórica fue al apartado cuarto de la disposición transitoria segunda de la Ley General de Educación de 1970, que dice así:
4. Las Escuelas Superiores de Bellas artes, los Conservatorios de Música y las Escuelas de Arte Dramático se incorporarán a la Educación universitaria en sus tres ciclos, en la forma y con los requisitos que reglamentariamente se establezcan.
Y a raíz de ese imperativo legal, que en 1979 cuando inició Miguel del Barco su etapa como director del RCSMM, aun no se había cumplido, explica que propuso como uno de los ejes principales en su proyecto de dirección que se cumpliera esto.
¿Y cómo es que hasta la llegada de Miguel del Barco no se produjo esta solicitud? En el período comprendido desde la publicación de la ley de 1970 hasta el mandato de Miguel del Barco era director del RCSMM José Moreno Bascuñana, que según cuenta la leyenda pronunció aquella famosa frase de “Más vale cabeza de ratón que cola de león” (40 años más tarde, yo mismo expuse mi particular respuesta a esta histórica frase en esta infografía).
Ya en el mandato de Miguel del Barco, según explicó en su ponencia, se reunieron todos los directores de los Conservatorios Superiores para decidir sobre la aplicación de esta disposición transitoria segunda con el siguiente resultado: 4 conservatorios dijeron que no y 2 conservatorios dijeron que sí.
Los Conservatorios Superiores que se negaron a solicitar la incorporación en la universidad:
- Valencia
- Murcia
- Córdoba
- Málaga
Los Conservatorios Superiores que estaban a favor de la incorporación en la universidad:
- Madrid
- Sevilla
Entonces, Miguel del Barco se lamenta que la administración en lugar de tener en cuenta la calidad y la opinión del RCSMM siendo el buque insignia de la educación musical española, se acoge a la mayoría y se produce el primer intento frustrado de integración con la Universidad. Según recuerda del Barco:
Anteriormente, los directores de los conservatorios, cuando la ley 1970 Vilar Palasí se propuso, se oponen también a que sus centros se incorporen a la universidad. Diciendo que la música iba por otros cauces, lo que realmente demuestra un complejo y una visión equivocada de lo que era la universidad. La verdad es que no se explica, pero el que fue hasta hace unos meses decano de la facultad de Bellas Artes, Manuel Parrado Dorado, me dijo que él había asistido a las conversaciones con Bellas Artes y los conservatorios y se quedaron sorprendidos de que algunos directores decían “no, esto no nos interesa”. Así comprendemos que el colectivo musical tiene muchísima, sino toda, culpa de lo que nos ha pasado.
En su ponencia Miguel del Barco recuerda las conversaciones posteriores con Rubalcaba, entonces Secretario de Estado de Educación, que prometió mucho en campaña electoral, pero no cumplió nada de lo prometido, en la preparación de la LOGSE (que Daniel Vega explica aquí) indicando que:
Ninguno de los intentos que se hicieron durante mi época de director prosperaron.
En el año 1971 ya surgió una reglamentación de tasas de conformidad a la Ley General que equipara las enseñanzas elementales a la educación primaria, las enseñanzas profesionales a educación secundaria y las enseñanzas superiores a las universitarias, pero Miguel del Barco recuerda que tampoco a través de esta equiparación se consiguió nada.
Para terminar su ponencia, habló de su opinión y experiencia sobre los políticos y la música:
A los políticos no se les puede emplazar, son intocables [...] Los hay honestos, pero desde luego, respecto a la música son los más sordos que yo he visto en mi vida. Y cuando la mujer de un político ha estudiado tres años de solfeo, ya podemos echarnos a temblar, porque entonces lo que el político propone es siempre lo que su mujer le dijo en el lecho del dolor o del placer la noche anterior.
Encarnación López de Arenosa: Buscando encuentros
Encarnación López de Arenosa, directora del RCSMM durante 1985 y 1987, nos contó sus experiencias como alumna del centro en la época del Padre Otaño, Sopeña, Guridi, Cubiles, Halfter y Otelo.
En aquel momento los alumnos empezábamos a pagar la inscripción en el SEU (Sindicato Español Universitario) a partir de tercero de armonía. Esto suponía que nosotros convivíamos muchísimo con el mundo universitario en aquel momento. Sopeña tenía una gran relación con el rector magnífico. El conservatorio tenía relaciones con el CSIC, la Real Academia y no necesitábamos nada en el terreno de la titulación, tampoco no teníamos más información (por vicios de las direcciones). [...] Con la llegada del Plan de estabilización de 1959 y el Plan de Desarrollo de 1964 se nos pidió a los alumnos ideas, y desde el centro se pensó en crear conservatorios que llenaran el panorama de las provincias (no existían las autonomías).
Encarnación López de Arenoza también hizo referencia al I Seminario Internacional de Prospectiva de la Educación, organizado por el Centro Nacional de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (CENIDE), del Ministerio de Educación y Ciencia de España, en cooperación con la UNESCO, bajo la presidencia de honor de Su Alteza Real el Príncipe de España y siendo elegido presidente en la sesión preparatoria al excelentísímo señor Ministro de Educación y Ciencia, don José Luís Villar Palasí (antes citado). El lema de dicho Simposio era:
La educación en el horizonte del año 2000
Personalmente, yo desconocía dicho Seminario, pero investigando un poco me ha parecido conveniente dejar aquí algunas de las reflexiones que allí se expusieron. Se estaba empezando ya a hablar de la integración europea y de las competencias en educación. Según el Informe final del Seminario Internacional, publicado en la Revista de Educación, Vol. LXXVII, números 215-216, mayo-agosto 1971:
En el Seminario se subrayó frecuentemente las relaciones orgánicas existentes entre prospectiva y educación. Toda educación es prospectiva, pues los niños que se están educando en el momento actual van a vivir no solamente en la sociedad de hoy, sino en una sociedad futura y dentro de un ambiente probablemente muy distinto del que conocemos.
Se insístió también en que el problema prospectivo planteado por la educación era bastante particular; en efecto, si por un lado la educación del año 2000 dependerá de la evolución global de la sociedad (técnica, económica y cultural), por otro lado la evolución de la sociedad estará, en gran parte, condicionada por la educación de hoy. En otras palabras, la educación presente, a la vez, como un variable dependiente y como una variable independiente.
[...]
Se ha coincidido unánimemente en que los estudios prospectivos deberían conducir a soluciones modulares. Ello es una exigencia de la flexibilidad necesaria para que las decisiones actuales dejen abiertas hacia el futuro el mayor número posible de alternativas.
Se notó que la expresión de «sociedad posindustrial», empleada frecuentemente en prospectiva, no era quizá la más apropiada. Se sugirió sustituirla por «economía del saber», subrayándose además que en los comienzos del síglo XXI sólo unos cuantos países habrán alcanzado una situación de abundancia y que, para grandes áreas de Asia, Africa y América el problema seguirá siendo el de lograr para todos el mínimo humano vital en términos de alimentación, vestido, alojamiento, sanidad y educación.
[...]
Igualmente se opinó que resulta imprescindible profundizar en el estudio de las disponibilidades y utilización de energía y recursos naturales, ya que, de otro modo, podrían suponer una limitación insoslayable a los proyectos de desarrollo social implícitos en la imagen de la sociedad tecnológica.
También se indicó que no existe una escala única del desarrollo, y se expresó la inquietud frente a la supresión progresiva de todas las fórmulas no occidentales de cultura, pues es peligroso para el conjunto de la Humanidad el no tener culturas de recambio.
Se ha hecho notar que uno de los objetivos básicos de la educación deberá ser la capacidad del hombre para adaptarse al cambio constantemente acelerado que va a caracterizar cada vez más a la Historia. Debe entenderse esta capacidad de adaptación como una cualidad positiva, en función del ejercicio de una constante toma de conciencia de los cambios que se vayan produciendo y de la diferenciación de aquellos que se puedan considerar como deseables, frente a los que no lo sean; al mismo tiempo, y en consecuencia, la educación deberá capacitar al hombre para ejercer un cierto dominio sobre los cambios, elegir un futuro e incluso para inventar nuevas situaciones.
Volviendo atrás en el tiempo, Encarnación habló de la ley de 1966 que estructuraba las enseñanzas en 3 niveles, pero que no consideraba que el superior estuviera en la universidad (cosa que sí atisbó Villar Palasí). En ese momento se produjo un boom en el número de alumnos que desbordaron a los centros y la solución de problemas inmediatos alejó a los directores del tema de la universidad.
Con la ley Villar Palasí se produjo un gran reconocimiento, pero una falta de cuidado, ya que actualmente los Conservatorios arrastraban alumnado desde los 7 años. Y recuerda Encarnación:
La propia Dirección General de Bellas Artes pidió que se realizara un proyecto al respecto. Entonces se nombró una comisión en la que estaban el Sr. Antonio Gallego, Manuel Angulo y yo, aunque la administración no nos hizo mucho caso. [...]
El intento fue de nuevo fallido, pero hubo un momento que el conservatorio pensó en común, ya que nos encontrábamos ante la situación de que el profesorado de música no podía impartir clase de música en secundaria porque no tenía licenciatura. La reacción fue una huelga y el Señor Ministro [Íñigo Cavero y Lataillade, barón de Carondelet] nos dijo: “¿vosotros no podéis dar clase? ¡a mi qué!” y nos fuimos con la cabeza gacha.
Finalmente las normas legales que nos permitían dar clases y la creación de cátedras se publicaron en el 83 y el 85.
[...]
Yo siempre estaba previendo una ley que nos pusiera en el sitio, y creía que la separación de grados era una condición, y cuando lo propusimos se produjo una revolución y las AMPAS se encerraron en el centro y el ministre se echaba para atrás. Pero milagrosamente pudimos mantener la norma y eso ha facilitado que podamos separar al superior sin amyores males para el alumno.
Para terminar su exposición, Encarnación López de Arenosa destacó dos cosas para el camino hacia la universidad:
- La importancia de las tesis performativas (investigación desde las artes y no investigación de las artes)
- En el acceso a la universidad las tesis doctorales sean una forma de entrada y estén dirigidas por gente que no tiene la experiencia suficiente y se conviertan en patente de corso.
Después de su intervención, Miguel del Barco completó una anécdota que contó Encarnación:
Y ya en una etapa posterior, nos reunimos con Gustavo Villapalos e Íñigo Cavero, eran los dos orondos, y nos recibieron en una actitud con cierto desdén, poco elegante y poco aceptable. Y Villapalos me dice: “oye usted, no concibo que se pueda hacer una tesis doctoral sobre música” y le contesto: “mire usted, Sr Villapalos, no bastarían las instalaciones de la Consejeria de Educación para acoger a todas las tesis doctorales y todos los tratados que ya se han escrito. Entonces, no diga usted nada de lo que no entiende. A mi me podría parecer que no se pudiera realizar una tesis sobre química, pero mis estudios no me permiten decir esas palabras.” Antes estas palabras del rector de la Universidad Complutense, entenderán que no había nada que hacer.
Antonio Gallego: Una mirada desde la Academia
En febrero de 1970 comencé a trabajar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando como Oficial Mayor, compaginando un cargo burocrático como secretario técnico de la cartografía nacional. En el 71-72, con la primera oleada empezó mi andadura como profesor del RCSMM, entonces ubicado en el teatro real. Acabé muy unido al conservatorio, obteniendo mi cátedra, tras dura oposición de entonces, en el 78 en el Conservatorio de Valencia en Historia y Estética, aunque milagrosamente siempre profesé aquí en comisión de servicio, porque a Sopeña siempre lo nombraban algo en algún sitio. A partir del 78 dejé la academia y cuando volví en 1991 y me eligieron como académico, tenía ya en mente dejar el conservatorio y así lo hice rápidamente. Entonces ocupaba la cátedra de musicología, que ostentaba antes Samuel Rubio. La cause de dejar la cátedra es la que hoy nos reúne aquí, la de la no integración: cogí mi carpeta y me fui con la música a otra parte.
En el ABC del 6-11-1996 he encontrado una referencia a la marcha de Antonio Gallego en las Cartas al Director, y dice así:
Señor director: Quisiera dar mi adiós desde estas líneas a quien lo hizo desde ABC Cultural, en el reportaje titulado “Con la música a otra parte”. Se va Antonio Gallego porque está aburrido “de la terca e ignorante tozudez de la maquinaria educativa en relación con la música”.
No es a mí solo, pero también es a mí a quien dice adiós. Y quiero tenderle la mano no para despedirle sino para sujetarle, si es posible.
Se irá del Conservatorio Superior de Música de Madrid un hombre culto, refinado, inteligente y sabio. He tenido oportunidad de comprobar todo eso en multitud de ocasiones, primero como alumno, luego como colega en la enseñanza.
Clase a clase, codo con codo. Artículos, libros, conferencias, simposiums, cursillos, proyectos… multitud de artículos de la Prensa, comentarios rápidos de pasillo, antes o después de clase, libros de intercambio que van y vienen, información de libros que se publican en el extrangero, estudios que hay que publicar… ¡Cuánto hemos aprendido de él en estos años! Músico, musicólogo y universitario por los cuatro costados, por el talante y por licenciaturas -En Derecho y en Historia del Arte-, es precisamente la persona más indicada para no irse, pero está aburrido de no poder enseñar como debe enseñarse en un centro superior, con el talante de la investigación y con los medios adecuados.
No sólo él, sino otros muchos ilustres músicos, musicólogos e instrumentistas de prestigio internacional terminarán haciendo lo mismo porque no habrá manera de que sus conocimientos, sabiduría y talante encuentren el cauce apropiado para llegar a unos alumnos de enseñanza superior -universitaria- y se quedarán perdidos entre la selva de mil vericuetos y fatuas e improductivas reuniones y métodos que son propios de la Enseñanza Secundaria, donde sí son de utilidad.
Y otra anécdota sobre el incuestionable valor de Antonio Gallego para la educación musical la he encontrado en un comentario de un artículo suyo reciente en EL PAÍS titulado “Vivir de la música“.
Me permitirá don Antonio Gallego, mi profesor de Historia de la Música en el Conservatorio de Madrid, que le recuerde una anécdota. La mañana del 24-F de 1981 don Antonio decidió aparcar el canto gregoriano para mejor ocasión y encendió un aparato de radio, que traía bajo el brazo, para seguir los acontecimientos del Congreso de los Diputados situado a unos cientos de metros de aquel aula. El golpe de Tejero (y vaya usted a saber qué otras compañías) ya había fracasado, pero ese día los alumnos de don Antonio supimos de la fragilidad de un país en el que la música era (y es) una “maría”. Don Antonio considera que tanto el padre Sopeña como su señora madre exageraban con respecto al oficio que habíamos elegido sus alumnos de 1981. Lamento discrepar con mi ilustre maestro pero, como él mismo dice, la música en su conjunto sigue sin estar en la Universidad española y eso ya da una pista del fracaso (escolar) de toda una sociedad y de la incultura de sus altos cargos híbridos de Pitágoras y Baremboim. Estos últimos (y más de un intelectual-tertuliano) no habrán entendido nada de lo que cuenta don Antonio. julianhernandez.
A propósito del artículo en el PAÍS, también considero interesante citar aquí su párrafo inicial:
Mi maestro Federico Sopeña solía afirmar que la música tenía tres principales salidas en España; y, tras una pausa dramática, añadía: «Por tierra, por mar y por aire». Mi madre, que luchó cuanto pudo para impedir que yo, su hijo mayor, me dedicara a ese oficio, añadía el cuarto elemento tradicional, ya que consideraba a los músicos que ella conocía en indudable camino hacia los fuegos del averno. Creo que ambos exageraban un poco. La práctica de la música ha sido, es y será un medio de ganarse la vida como otro cualquiera, pero con algunos matices propios.
Con estas historias sobre sus devenires profesionales, Antonio Gallego, nos entraba en materia a todos, y aunque más curiosa era la segunda anécdota que nos contó también era muy representativa de lo que estaba pasando en ese momento:
Con tres hijos ya, con sueldo escaso en la academia, me venia muy bien el suldecito del conservatorio, no llegaba a las 10000 pesetas mensuales pero eso era un tesoro. Aunque estuve en el 71-72 casi todo el curso sin cobrar. Lo que ocurría era muy curioso, y es que los papeles del conservatorio en el ministerio habían bajado de piso. De la Dirección General de Bellas Artes a la que estaban adscritos, habían bajado un piso: del 3º al 2º, a la Dirección General de Universidades. Es decir, nuestros papales en el 71 estaban en Universidades.Ya se estaba empezando a cumplir la Ley Villar Palasí.
Cuando en el mes de mayo cobre todos los sueldos juntos pegue un alarido de jubilo, pero no debí hacerlo porque lo que pasaba es que los papeles habían vuelto a su origen.
[...]
Yo ví las cajas apiladas en los pasillo, y pensaba: “aquí está mi contrato, y no lo sacan”. Los funcionarios de la Dirección General de Universidades no querían coger los papeles si no venían más funcionarios de refuerzo a ayudar.
[...]
Y hubo dos personas más en la Dirección General de Universidades, que se opusieron tenazmente: Angelina Villegas [Secretaria General de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación y Ciencia] y Rafael Castejón [Jefe de Sección de Enseñanzas Artísticas] al que llamábamos el Cadáver, ya que tenía una tez absolutamente blanca y cuando te daba la mano era fofa y fría.
Cómo se ha visto en las primeras citas que se han hecho en este apartado dedicado a Antonio Gallego, se ha podido vislumbrar su estrecha relación con la prensa. Y es que Antonio Gallego inició en la sección cultural del ABC las exitosas “cartas músicas”:
Una de las primeras la dirigí a Villapalos, otra a Rubalcaba, a Javier Solana le dirigí dos o tres, y a todo el que se me ponía por delante, eso lo hice en los tiempos de UCD, en el PSOE y luego.
Os digo a los jóvenes que se pasa muy bien al decir lo que uno piensa, pero luego tiene consecuencias. No tengo un solo premio o una sola medalla ni gran cruz, o pequeña.
[...]
A finales de siglo pasado se me pidió desde ABC que expresara un deseo y dije: “En el caso bastante probable en que vuelva a repetirse la unión de educación y cultura (en el anterior se habían unido), para mi estaría clarísimo el deseo: la puesta en marcha de verdad del grado superior en los conservatorios y su integración en la universidad. Es una vergüenza nacional el estado actual de estas enseñanzas con el esfuerzo que se está haciendo en la construcción de auditorios, teatros, etc.”
Antonio Gallego, crítico con la situación, nos contó otra anécdota en la que expresó su disconformidad con las políticas educativas musicales:
Un par de años mas tarde, a comienzos del 2001, y a los 25 años del reinado de Juan Carlos I, se me pidió que analizara lo ocurrido en la mísica española. Tras hablar de los músicos, de los interpretes, de los pedagogos, musicólogos, etc. Pasé a hablar de las infraestructuras y allí recuerdo el pasmo de los académicos y del público cuando me oyeron relatar la brillantísima nomina de nuevos auditorios (habíamos pasado de 2 a yo que sé, y los que se estaban inaugurando todos los días) como naturalmente lo que se pedía era un articulo muy elogioso, pues estaban contentos. Pero en un tercer apartado hablé de la educación musical y ahí empezó a caer una lluvia fina, y luego un chaparrón y se quedaron todos muy tristes y muy compungidos, ya que no se comprendía para que tantas orquestas y tantos auditorios para que luego en la enseñanza general, para hacer buenos ciudadanos, o la especifica para hacer buenos músicos estaba hecha unos zorros en temas musicales.
Su ponencia continuó con una expoisicón histórica de algunos hechos que acercaban la música a la universidad.
Durante largos siglos desde la Edad Media hasta el XIX la trasmisión del oficio musical se hizo en España en las capillas musicales, a través de los colegios de niños cantores, del maestro capilla, organistas, chantre (hay muchas variantes), etc. Se educaba musicalmente y luego venia el momento terrible de la muda de voz y el que se intuía que valía se quedaba en el oficio, y el que no lo enviaban a casa y al menos tenia esa formación musical. Esto era lo normal en Europa también.
Pero estaban también las universidad y de las pocas que había (Salamanca, con Salinas, etc..) solo daban una enseñanza de música teórica dentro del marco del quadrivium. La música era parte de las disciplinas de las artes liberales del numero sonoro. Dice Salinas: “¿qué es la música? el numero sonoro”.Era una especulación interesante pero que no tenia que ver con la practica.
[...]
Pero al final de las Guerras Napoleónicas, privan a la iglesia del soporte económico y le toca al estado hacer esta función, reiteradamente solicitada. Y un dato que apenas encuentro citado con el centenario de la Pepa, la constitución de Cádiz, es que allí, en las cortes de Cádiz, se hace un “Informe de la Junta creada por la Regencia para proponer los medios de proceder al arreglo de los diversos ramos de la instrucción pública” en 1813. Allí se habla de las nuevas facultades e institutos de tercera enseñanza.
He buscado dicho informe y aquí está el texto al que hace referencia:
Tercera enseñanza.- A proporción de lo que se sube en la escala de la instrucción se va haciendo menos general y se extiende a menos individuos. Ya la tercera enseñanza, que comprende aquellos estudios que son absolutamente necesarios para los diferentes estados de la vida civil, respecto de la universalidad de la instrucción primera y de la generalidad de la segunda, puede considerarse como particular. Por esto los establecimientos en que se proporciona deben ser menos, aunque de tal modo distribuidos, que su localidad ofrezca a todos los jóvenes que quieran dedicarse a cultivar cualquiera de estas facultades una igual proporción y facilidad para adquirirla.
[...]
En cuanto al número y localidad de estos institutos, hemos llevado por principio el conservar lo que hay establecido, y distribuirlos según la importancia y necesidad de sus enseñanzas, combinadas con el costo que han de tener los establecimientos. Por esta razón se asignan cinco grandes escuelas a la medicina y cirujía reunidas, cinco a las nobles artes, cinco a la enseñanza del comercio, tres a la astronomía y navegación, dos a la agricultura experimental, dos a la geografía práctica, uno a la música, otro a la veterinaria.
Este Informe, también conocido como Informe Quintana (del que se ha hablado también en este blog), unas líneas más adelante indica dónde debe localizarse la enseñanza de la música:
La enseñanza de la música, como arte en que influye tanto la concurrencia, el gusto, y aún el lujo, en la corte.
Y finalmente el estado creó el Conservatorio de María Cristina en 1830 (de esto se habla aquí).
Siguiendo con las palabras de Antonio Gallego, nos encontramos con la historia de la inclusión de la música en la Academia de Bellas Artes:
La Academia de Bellas Artes se crea en 1752, la tercera que crean los Borbones (después de la Real Academia de la Lengua y la de Historia). La Academia inicial solo comprende pintura, escultura y arquitectura. La música no estaba allí en el s. XVIII y tardaría siglo y cuarto en ingresar (1873) en la Primera República, no sin arduas resistencias encabezadas por Don Federico de Madrazo y Kuntz.
Mientras hay algunos que opinan que la inclusión tardía en la academia era por la decadencia que ya la música tenia en e España en ese momento, yo opino lo contrario. No estuvo porque no lo necesitaba: la música teoría ya formaba parte de las estructuras superiores del saber, de las siete artes liberales. Cuando se la considero un lenguaje formó parte del trivium, y cuando se la consideró números fue parte del cuadrivium.
Cuando se dan cuenta de que no es unicamente un número, sino que expresa emociones, vuelve al trivium. En cambio las artes del diseño nunca lo habían conseguido, los escultores eran picapedreros, los pintores eran gente que se ganaba la vida vendiendo cuadros.
[...]
Hemos tenido a Moreno Torroba y a Federico Sopeña como dirigentes de la academia. La secretaria general la han ocupado músicos. Y todo eso mediante un sistema rigurosísimo de elecciones cada tres años, desde el director hasta el ultimo miembro suplente de una comisión. Allí donde los músicos estamos homologados, compitiendo noblemente con el resto de las artes, donde incluso tenemos un cierto protagonismo como os he dicho, simplemente no entendemos como el Ministerio no hace lo mismo en lo que le compete. No es que lo pidamos, es que no lo entendemos, como allí podemos convivir todos y fuera tenemos que ir por caminos diferentes. Esa es la visión que tenemos desde la academia.
Turno de debate
Miguel del Barco comentó el nefasto decreto de Severo Catalina de 17 Junio de 1868, que quitando el rango universitario de las enseñanzas musicales superiores así argumentaba en su exposición de motivos:
Si esta medida era razonable y conveniente tratándose de establecimientos como las Escuelas de Pintura y Arquitectura, las del Notariado y Veterinaria; hacíase a todas luces indispensable en cuanto a la Música y Declamación, cuya naturaleza y aplicaciones artísticas se alejan tanto de la organización y vida universitarias como difieren y se alejan los vuelos de la imaginación y las creaciones de la fantasía del pausado procedimiento y discurso de la razón serena.
Es decir, negándonos a los músicos la capacidad de pensar (la razón serena). Luis Blanes, en su discurso de Investidura de Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Madrid dice:
Este hombre no previó el daño tan profundo que había causado al arte musical
Antonio Gallego reflexiona sobre los obstáculos de la transitoria de la Ley Villa Palasí:
Hubo dos problemas para la transitoria de Palasi, las escuelas de Bellas Artes ya estaban en grado superior, mientras que en el conservatorio todos recordamos todos los ascensores eternos junto con las niñas de la clase de ballet, pero también subian los alumnos de composión al lado de los de solfeo. No estaban separados los grados, y tardaron mucho tiempo en separarse los grados.
Y el otro problema fueron los funcionarios que se resistieron a tener más faena, cuando les bajaron de piso los papeles. Pero, ¿qué debía pasar a universidades? ¿los expedientes de primero de solfeo? Había que hacer lo que se hizo muchos años después.
Y a este respecto, si bien fue un acierto la separación de centros educativos musicales en superiores y profesionales, no se hizo de forma correcta la separación de cuerpos docentes. Aquí hay una gran debate al respecto, y hay un informe de Renovatorio que propone soluciones.
Encarnación Lopez, recuerda que, según los datos que ha expuesto en su ponencia, había centros superiores que no podrían mantenerse con 8 alumnos, por lo que se opusieron también a esa separación de centros o la entrada a la universidad.
Antonio Gallego incide en como estaba las relaciones del Conservatorio de Madrid con otros conservatorios:
Madrid siempre había contado con oposiciones propias. Y el primer catedrático que no hizo oposiciones para Madrid (que las hizo para Sevilla) y luego vino a Madrid en Concurso General de Traslados fue don Miguel del Barco …
Sigue la histora Miguel del Barco:
… cuando me vien aquí al conservatorio de Madrid por traslados no se si fue un acto heroico o no, pero una persona muy cualificada que también vino conmigo se marcho al ver el panorama de rechazo. Yo me quedé y dije me aguantarán porque estoy en mi derecho. Hasta entonces se pensaba que había una norma mediante la cual solo se podían hacer oposiciones en Madrid para ir a Madrid, cosa que era falsa totalmente.
Antonio Gallego recuerda que en las reuniones sobre la incorporación a la universidad, desde el resto de conservatorios no se les mandaba votar en una determinada postura u otra, sino simplemente:
es que me han mandado votar contra Madrid.
Miguel del Barco incidió en algunos reglamentos que buscaban el carácter universitario
En la reglamentación de 1942 el ministro José Ibañez Martín [que posteriormente fue el primer presidente del CSIC] le dice al Padre Otaño (amigo del régimen, jesuita y primer director después de la guerra): “quiero hacer del conservatorio una universidad”.
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Dadas las proporciones que está alcanzando este artículo he decidido publicarlo por partes, para facilitar su lectura, aquí pondré los enlaces a las otras partes cuando estén publicadas.
- Cerca y lejos de la universidad (entrada actual)
- Experiencias constructivas (en proceso)
- Doctorados e investigación musical (en proceso)
- Conclusiones