(Viene del artículo anterior)
Construcción
El serpentón se construía de una manera similar a los cornetti: dos mitades de madera unidas con cuero. En Francia, cada una de las mitades se hacía de una pieza, pero en Inglaterra se usaban varias piezas, de manera que cuando se unían ambas mitades las piezas quedaban superpuestas unas a otras. El artículo de Farrington ofrece una descripción muy detallada del proceso de construcción del Serpentón en Inglaterra. Entre las maderas más apreciadas por los luthier destacan el nogal, el castaño, el ciruelo y el serbal. Aunque Mersenne menciona el serpentón metálico ninguno de aquella época ha llegado a nuestros días.
La boquilla era semiesférica y solía estar hecha de marfil. El aro era considerablemente más fino que el de la tuba actual, más adecuado para ciertas técnicas. Ésta se insertaba en un tudel metálico que conectaba las vibraciones con el cuerpo del instrumento. Al igual que ocurre con otros instrumentos de “lengüeta labial”, el cuerpo del instrumento solo sirve para amplificar y embellecer el sonido emitido.
La forma del serpentón obedece a la necesidad de colocar los seis agujeros a lo largo del cuerpo del instrumento pero que al mismo tiempo estuvieran al alcance del instrumentista. La longitud del instrumento detallada por Mersenne en 1636 era de seis pies y trece líneas (una línea = 1/12 pulgadas -2’54 cm.-) y la del tudel de un pie y medio. También detalla la afinación del La a 480 que, comparado con nuestro estándar actual de 440-442, corresponde aproximadamente a nuestro Si bemol. Algún tiempo después de Mersenne, la longitud del instrumento fue alterada hasta alcanzar casi ocho pies. Aunque el serpentón inglés y el francés tenían una longitud similar, la nota fundamental era diferente, siendo Do para el Francés y Re para el inglés. Esto parece indicar que los instrumentistas franceses transportaban, como sustentan varios métodos de serpentón. Hermenge instruía a los serpentonistas de la iglesia a transportar un tono hacia arriba cuando tenían que tocar la parte de fagot segundo o trombón en la música secular. No hay partes orquestales de serpentón transportadas. De hecho, no todavía no existía una afinación estandarizada, y a menudo la afinación de notas con el mismo nombre variaba hasta en una cuarta justa, dependiendo de la localización geográfica, el instrumento o los deseos del maestro de capilla. El serpentonista debía ser un maestro en el transporte, tal como se deduce de la gran cantidad de material dedicado a ello en los métodos.
Mecanismos
Debido a la carencia de llaves en en el serpentón, hasta el siglo XVIII los orificios estaban muy juntos entre sí para poder colocar los dedos y se distribuían en dos grupos (uno para cada mano). Teniendo en cuenta que la vibración labial sólo se transmite hasta el primer orificio, a medida que se “acortaba” el tubo levantando los dedos de los orificios se obtenían diferentes resultados, no solamente en lo relativo a la entonación sino también en el timbre ya que el efecto de resonancia del instrumento disminuía progresivamente. Además, con la finalidad de acomodarlos a los dedos, los orificios eran demasiado pequeños en relación al tamaño del tubo. Aunque Mersenne explica que existen similitudes en este aspecto con la flauta, no existe comparación posible, pues en este caso los orificios no tienen una distribución tan irregular como en el serpentón.
Otro elemento que influye sustancialmente en el timbre –produciendo el característico timbre de madera- es el diámetro del tubo. El serpentón no es cilíndrico sino cónico, con un ratio de expansión más o menos regular, yendo desde las 0’5 pulgadas en su extremo estrecho hasta las 4’ del pabellón. Como puede observarse, después de un pie o un pie y medio el serpentón dobla su diámetro interior mientras que en la tuba apenas si ha empezado a ensancharse el tubo. Si la distribución y tamaño de los orificios afecta al timbre y la entonación, el rápido ensanchamiento del tubo enfatiza este efecto. Todos estos elementos juntos provocan la inherente flexibilidad e inconsistencia del sonido en el serpentón. Los esfuerzos por mejorar estas cualidades conducen a la incorporación llaves, la reubicación de los orificios y su ensanchamiento, llegando a utilizarse hasta trece llaves, aunque terminan siendo estandarizadas en número de tres alrededor de 1800. Los intérpretes de serpentón de aquella época confiaron en estos “avances” mecánicos para conseguir una mejor ejecución, ignorando que sus efectos eran realmente mínimos. El consiguiente declive en la calidad de la ejecución fue cuanto menos desafortunado, provocando la animadversión de muchos críticos, algunos de ellos tan conocidos como Berlioz. Esta postura fue imitada por muchos ensayistas posteriores quienes nunca escucharon una buena interpretación al serpentón, si es que escucharon alguna. La grabaciones actuales, en general, tampoco son representativas, particularmente aquellas ejecutadas por tubistas sin preparación específica ni interés concreto en el serpentón. Afortunadamente, el aprecio por el serpentón está creciendo, lo cual puede constatarse en los escritos de Carse, Donington, Engel, Galpin, Moore y otros. La Sociedad Galpin trabaja especialmente en refutar una críticas a todas luces injustas.
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Historia de la tuba – El Serpentón (II), publicado en el blog de Eduard Ruano. Blog sobre la tuba, la técnica en los instrumentos de viento metal y la interpretación musical.