El Muro de San Lorenzo: arte por los suelos.

El pavimento que ahora está levantando la fuerza del cantábrico, como si de un gigantesco puzzle se cartón se tratara, tiene en realidad un por qué, una razón artística, un significado ¿Sabéis cuál?


Yo lo descubrí gracias a un trabajo que tuve que realizar, con motivo de mis estudios de Magisterio, y que me llevó a contactar con los arquitectos artífices del muro. Ahora, en este momento en que todas las miradas se vuelcan sobre él, quizás es buena idea compartir ese trabajo con todos vosotros.

En julio del 2007 se celebraba en nuestra ciudad el centenario del Muro de San Lorenzo. Con motivo de esa conmemoración se editó una publicación que, bajo el título Muro de San Lorenzo (Abrazo de mar), narra la historia de este singular y emblemático espacio de nuestra ciudad. 

Ese "abrazo" de mar está siendo demasiado efusivo, tal y como demuestran las imágenes de fotos y vídeos en las que impresiona el espectáculo que ofrece la naturaleza en estado puro y los destrozos que puede llegar a producir. ¡Con lo grandes qué nos creemos y qué pequeños somos!


Creemos que lo sabemos todo sobre nuestro entorno cuando en realidad ¡cuántos detalles desconocemos! El Muro también tiene sus secretos. Ni siquiera esa publicación desarrollada por el historiador Héctor Blanco, editada con motivo del centenario de nuestro Paseo, recoge por completo todos los detalles de su última remodelación. Aquí os dejo lo que descubrí con mi trabajo de Historia del Arte:


"Muro de San Lorenzo"  

Desde la última remodelación integral del Muro, según el proyecto de tres arquitectos asturianos, Diego Cabezudo, Jovino Martínez Sierra y Jorge Paraja, y aunque para la inmensa mayoría de la población pasará desapercibido, el pavimento del Muro de San Lorenzo, pasa a tener, además de la intención puramente urbanística, otra artística. 

El tramo al que me refiero es el que dista desde los Jardines del Náutico hasta el Piles, donde el pavimento consta de tres partes claramente diferenciadas que, partiendo de la ciudad hacia el mar, se presentan así: baldosas de hormigón de color granallada (con rayas en pulido y mate) y hormigón pulido, trazado irregular de hormigón y pieza de remate en el borde. 

La empresa encargada de suministrar las placas de hormigón fue la casa catalana ESCOFET. Lamentablemente, la reducción de costes final, hizo que se utilizase un material de inferior calidad que el propuesto por los arquitectos diseñadores y con el paso del tiempo ya no se distingue el color de las baldosas, ni su diferente textura.

La intención artística surge al reflejar en el pavimento la estrecha relación que la ciudad guarda con su arenal. El diseño irregular de hormigón es una línea quebrada en ángulos de distinto tamaño y amplitud, simulando la huella que el rompeolas hace en la playa al subir o bajar la marea. Por otro lado, las baldosas color granallada, tanto en la orientación de su colocación como en su propio dibujo, reflejan el ángulo de la geometría urbana de la zona. Las calles que dan acceso a la playa en ese tramo, pertenecen al ensanche de la ciudad y tienen un ángulo que se ve prolongado hacia el muro, primero con los pasos de cebra y después mediante este pavimento, llevando la geometría de la ciudad hacia la playa y dando un aire más dinámico al conjunto.

El dibujo de las olas en el arenal y en el Paseo.

El incomprensible extravío de toda la documentación del proyecto impide tener una referencia bibliográfica en la que poder sustentar estas ideas. Esa puede ser la razón  por la que no aparecen recogidas en la publicación de Héctor Blanco. Por fortuna, los arquitectos y diseñadores de ese pavimento, a cual más cercano y servicial, son la mejor referencia y los más interesados y agradecidos de que sus ideas no caigan en el olvido más de lo que están.

Prueba de ese desconocimiento, incluso por parte de las autoridades competentes más próximas al proyecto, es el error cometido al aplicar parte del diseño original a los extremos del paseo (hasta la iglesia de San Pedro y la zona nueva de el Rinconín). En estos tramos, que fueron remodelados más tarde, el ángulo de las baldosas granalladas ya no se corresponde con el diseño urbanístico y llega a formar una especie de abanico que desfigura de forma ridícula la idea original. En cambio, se eliminó parte del pavimento que sí tendría cierto sentido mantener: la línea quebrada que semeja la caprichosa geometría que las olas imprimen en el arenal. Una lástima que no consultaran con los arquitectos del proyecto la idoneidad del trazado en esas últimas remodelaciones.


Supongo que, aunque fruto de la casualidad, en lo que sí se acertó, fue en simplificar el pavimento en la intersección de esos dos tramos, justo en el Naútico. En este punto, el paseo se estrecha hasta medir apenas dos metros de ancho y en muchas ocasiones, en momentos de temporal (incluso mucho más benignos que el que azota nuestras costas estos días) el oleaje se precipita por encima del paseo hasta llegar a la calzada. Dejarlo cubierto por una sencilla capa de hormigón puede ser poco original pero es más práctico, puesto que es el material que mejor resiste el desgaste producido por los elementos.

En algunos tramos, las olas de estos días han hecho realidad la intención artística de los diseñadores del pavimento y han dejado tras de sí la huella que ellos querían reflejar.

Foto: Marcós León ( La Nueva España)

Esperemos que el temporal cese sin cobrarse ninguna vida, que los daños materiales sean reparados sin abaratar ningún tipo de coste que conlleve un riesgo para futuros temporales y que podamos pronto volver  a disfrutar de ese trozo de tierra ganado al mar, que para muchos es la carta de presentación de Gijón, una ciudad por la que vale la pena hacer las maletas y quedarse en casa.




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