Una idea y una ilusión dieron vida al proyecto.
Se abrieron las puertas a la creatividad y el ingenio apareció en nuestra clase. El aprendizaje se hizo responsabilidad de todos/as. Las dudas comenzaron a surgir y las respuestas se fueron elaborando.
La realización de un “Stop Motion” nunca había aparecido en mi programación (ni en mi pensamiento), pero no podía dejar pasar la inestimable ayuda del padre de uno de mis alumnos y la posibilidad de aprender contenidos tecnológicos y digitales, a los que se les podía poner una
banda sonora.
¿Qué hacemos primero? Elegimos música o pensamos una historia.
La negociación comenzó. Los grupos debían tomar sus propias decisiones. Era necesario un reparto de tareas y asumir responsabilidades.
“¡Yo quiero ser cámara! ¡Y yo actor/a! ¡Yo conozco un programa! ¡Yo sé cómo se utiliza!”
Las ideas comenzaban a tener forma, el proyecto ya no era tan difícil, las trabas iban siendo menores, los personajes inanimados comenzaban a moverse, los protagonistas comenzaban a soñar.
El proyecto ayudó a gestionar emociones, inseguridades y desigualdades. Aprendimos a creer en nuestras habilidades y a desarrollar nuestras capacidades y competencias.
Equipo AAA: Aprender A Aprender