En un mundo tan competitivo como el de la música clásica, todos tenemos una carrera repleta de momentos buenos y momentos no tan buenos. Hay situaciones en las que podemos sentir que hemos fallado, que no hemos logrado nuestros objetivos o que estamos estancados. Todas estos factores pueden provocarnos sentimientos equivocados que nos llevan a cuestionarnos nuestra calidad profesional.
Es muy común en los músicos buscar la aprobación de su entorno o del público. Una profesión como esta no tiene sentido si no hay nadie al otro lado, escuchando y disfrutando de lo que hacemos. Sin embargo, es fácil caer en ese círculo en el que necesitamos tener éxito musical para sentirnos buenos músicos. Por ejemplo, tras una audición frustrada o un concierto que no ha ido demasiado bien, el músico suele sentirse abatido y se lleva al terreno personal una situación puntual que no tiene por qué definirlo. Este tipo de pensamiento es dañino, ya que sin darnos cuenta estamos depositando en otras personas algo muy valioso: nuestra autoestima.
Frente a las decepciones profesionales hay una serie de patrones que se dan en las personas que se lo llevan al terreno personal y dañan de esta manera su autoestima:
- Sobregeneralizar: Se trata de convertir un acontecimiento puntual en algo generalizado. Por ejemplo, no conseguir una plaza en “x” orquesta y pensar que no vales como músico.
- Designación global: En lugar de describir el error o errores que cometemos, personalizamos estos errores en nosotros mismos. Por ejemplo, he desafinado en un momento puntual y pienso, “qué mal toco”.
- Pensamiento polarizado: Muy propio de los músicos. Se trata de ver las cosas color blanco o negro, o toco bien o toco mal, o el concierto me salió bien, o me salió fatal.
- Personalización: Tendemos a pensar que todo tiene que ver con nosotros y nos comparamos siempre de forma negativa con el resto. “Este toca mejor que yo” en lugar de “Que bien toca”.
- Lectura de pensamiento: Presupones la opinión de los demás sobre ti, y la presupones negativa. Por ejemplo, tocar en un concierto y suponer que los demás piensen que lo has hecho mal sin que nadie te haya dado muestras de ello.
Lo que sucede cuando no nos enfrentamos de manera correcta a las decepciones es que entramos en una espiral de pensamiento negativo que nos crea una imagen distorsionada de nosotros mismos como profesionales de la música. ¿La solución? No hay atajos ni trucos, la solución está en uno mismo, en saberse valorar y relativizar las situaciones buenas y malas que se nos presenten.
- Mantente positivo, siempre centrándote en lo que puedes aprender de cada buena y mala experiencia.
- Deja el runrun de lado. A veces tendemos a darle vueltas a pensamientos negativos que no nos ayuda en nada. Pensar en las decepciones no te hará mejor músico.
- Olvídate de los demás, de su opinión, y de sus éxitos o fracasos.
- Confía en ti. Puedes tener momentos malos, pero también buenos. Has trabajado y sigues trabajando duro, así que no te dejes vencer nunca por las situaciones o por las palabras de otros.
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