Aquest trimestre junt amb la mestra de castellà de l'escola, hem pensat en treballar les emocions a l'escola. Ella les treballarà amb la vessant oral i jo amb la vessant musical. Cada 15 dies treballarem una emoció. Hem escollit aquestes: Tendresa,compassió, alegria, tristesa,por, sorpresa, ràbia i serenitat. Desde música intentarem reflexionar i conèixer sobre aquestes emocions gràcies a la música, ja pot ser una cançó, audició, dansa, o un curt. De moment us deixo acabat el calendari de gener a abril que el penjarem a les classes perquè vagin mirant les imatges. Està pensat en dinA3. Al costat hi ha un post-it amb les idees de músiques que em poden anar bé per treballar les audicions. Ja us aniré comentant com em funciona ;)
Aquest trimestre junt amb la mestra de castellà de l'escola, hem pensat en treballar les emocions a l'escola. Ella les treballarà amb la vessant oral i jo amb la vessant musical. Cada 15 dies treballarem una emoció. Hem escollit aquestes: Tendresa,compassió, alegria, tristesa,por, sorpresa, ràbia i serenitat. Desde música intentarem reflexionar i conèixer sobre aquestes emocions gràcies a la música, ja pot ser una cançó, audició, dansa, o un curt. De moment us deixo acabat el calendari de gener a abril que el penjarem a les classes perquè vagin mirant les imatges. Està pensat en dinA3. Al costat hi ha un post-it amb les idees de músiques que em poden anar bé per treballar les audicions. Ja us aniré comentant com em funciona ;)
Hairspray(Estats Units, 2007) és una pel·lícula musical dirigida per Adam Shankman. Està inspirada als Estats Units dels anys 60 i tracta d’una manera molt entretinguda el tema de la integració.
A més de ser molt divertida, els números musicals són genials. Aquí us deixo l’últim, You Can’t stop the beat.
No falla, sempre encanta a l’alumnat.
Il·lustració: Joan Turu
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¿Cuál ha sido tu experiencia más enriquecedora y emociante?
En el 2010 realicé un viaje a México con cuatro amigas más, con la intención de trabajar de voluntaria en el Hogar Comunitario Yachil Antzetic, en San Cristóbal de las Casas
Llevamos medicinas y nuestra primera misión era apoyar y ayudar a las mujeres – niñas que llegaban en su última entapa del embarazo, para dar a luz, viajábamos con Yoana, quien era enfermera, podía ayudar a asistir en partos. También estaban Celia y Belén, quienes hicieron un trabajo de lujo con los niños ofreciéndoles un taller de teatro -. Mi amiga Maite ayudó a digitalizar un libro de remedios y curas que las mujeres habían escrito. La mayoría de las mujeres que acuden al Hogar venían de comunidades indígenas, pero otras venían de la propia ciudad de San Cristóbal, porque habían sido repudiadas en sus casas al saber que estaban embarazadas. Algunos embarazos eran no deseados y otros eran causados por violaciones.
Cuando llegamos al Hogar, nos reunimos con Sandra, para repartir tareas y trabajos. Al principio yo iba a ayudar a Maite, pero me di cuenta de que yo podía aportar mi trabajo de musicoterapia. Si lo unía a la terapia que ella utilizaba en el empoderamiento de las mujeres – la Comunicación No Violenta – podía ser beneficioso. Hablé con ella y comencé a pensar y desarrollar mi proyecto.
El primer problema que me encontré parecía insalvable. Mi acordeón estaba en Navarra, no tenía a mi instrumento conmigo. Le dí varias vueltas a por dónde o cómo empezar y se me ocurrió algo: no tengo mi música, pero sí tengo la suya. Investigué un poco sobre la música prehispánica, música que me unía a los sonidos de la tierra, a la lluvia, a los sonidos de éstas mujeres – en concreto las que viven en comunidad y están asustadas por los ruidos de la ciudad – y decido utilizar la quinta pura – re, mi, sol, la, si- para hacer acompañamientos con un pequeño xilófono que había allí. Compro CDs de música con éste contenido: canciones a mi niño/a, trabajar el vínculo materno, sonidos de la naturaleza, nanas, cancioncillas infantiles mexicanas y tzotziles. (El idioma era algo importante, unas mujeres hablan Tzotzil y otras Celtal además del castellano.
En la formación nos dijeron que era importante partir de lo que el cliente conoce, de sus sonidos, de su música; y es lo primero que intento proporcionarles. Yo sola, sin mis instrumentos y con la ayuda de grabación de una simple cámara de fotos que tiene vídeo, inicio ésta aventura. Hablo con Sandra y me pone en contacto con un músico que ella conoce. Es flautista, toca la guitarra, tiene una chocolatería y se llama Alberto Dominguez. No dudo en pedirle ayuda. Me presta algún instrumento y yo compro un par de maracas, y algún instrumento de percusión típico de allí. En su construcción, utilizan materiales naturales, por lo que sus sonidos se asemejan a los de la naturaleza. Junto con Sandra, creamos una estructura de sesión, y comienza mi trabajo.
El principal cambio, comparando con mis trabajos anteriores, es la percepción del tiempo. No hay un tiempo, no hay una hora. Tienen un tiempo biológico, que parece transcurrir más despacio. No están tan “enrelojadas” como yo. Me centro en la metodología que plante Willems: melodía (sentimientos), Armonía (inteligencia) y ritmo (corporal). El ritmo es el que más les afecta. El sentir su cuerpo, el tener su tiempo, el ser. Hasta ahora, ninguna de ellas ha tenido un espacio propio: primero son los padres, los maridos, los hijos… ellas no son. Y eso, que, muchas indígenas, están metidas en movimientos zapatistas, y la verdad, que su situación, es un poco mejor. Es el caso de M – ella escucha, escucha, piensa y después de mucho tiempo, decide tímidamente expresar lo que piensa – y cuando lo hace, dices: qué maravilla, qué mujer. Ha venido embarazada, pero su caso es diferente. Tiene 29 años y es su primer embarazo. Su pareja no quiere saber nada, Echa de menos su comunidad, la ciudad no le gusta.
Mi taller de musicoterapia se realiza con 5 mujeres. Una de ellas, vino embarazada y la acompañé musicalmente cuando dio a luz. Descubrimos que los sonidos suaves del xilófono, la reconfortaban durante las contracciones. Estuve dos horas con ella, en silencio, solamente la apoyaba musicalmente cuando ella me lo pedía. Al final, me pidió que saliese, porque ya el dolor era insoportable. Estaba de parto. Después siguió acudiendo con su niña a las sesiones, le venía bien para dar el pecho, le relajaba. Esta misma chica, me dice que tiene un secreto, que ha estudiado hasta secundario, que toca la flauta y me pide que le traiga una flauta. Alberto, me presta una. Sin él, no hubiera podido hacer estos talleres. Me dice que le gustaría recordar canciones y tocar para su niña. Y mi niña, C. Se me parte el alma. Siempre sonreía. Sus ojos transmitían un amor infinito. Y sé que la ayudé, que se sintió mejor, y que tuvo momentos muy bonitos. Vivía solita con su padre. Su madre había fallecido. Su embarazo fue causa de una violación, un vecino. Así es. Duro. Muy duro. Vino a la asociación y quería tener a su niño. Lo adoraba desde que lo supo. Cuando lo tuvo en brazos, irradiaba amor. Y yo, con mi música, fui testigo de esto. Con esa bondad en su mirada cantaba, susurraba y acunaba a su bebé. Creó un vínculo fuerte con él. Fuimos a visitarla, cuando abandonó el hogar.
La salida del Hogar de cada mujer, no se hace de manera brusca, se les prepara para ello y se aúnan esfuerzos en trabajar lo que más le va a fortalecer y ayudar una vez que estén fuera, se intentan cerrar heridas. Ellas saben que pueden volver tanto a formarse, como de visita. Fuimos a su comunidad y nos recibió en su humilde casa, con los brazos abiertos. En cuanto me vio, se dirigió a su radiocassete, puso una música muy alegre, me agarró de las manos y nos pusimos a bailar. No puedo expresar lo que sentí, gratitud, cariño, felicidad…y miedo. Y aquí es donde entra el impermeable: no me lo podía traer a España. Su vida estaba allí, y la mía en otro lugar. No la podía “salvar”. Y estaba bien. Quiero decir: es duro vivir esas situaciones, pero tenemos que ser realistas y humildes: no las podemos transportar a una vida maravillosa y feliz. Sé que en ella, la música y la terapia de Comunicación No violenta, junto con el empoderamiento, sirvieron. Le sirvieron a ella, para vivir con su hijo, y para sentirse importante, viva y querida. ¿A quién no le gusta eso? Le dio fuerza y esperanza. Y eso le abre otro mundo: puede seguir en contacto con el Hogar, y no estará sola. Me gustaría añadir algunas de las canciones que utilicé en las sesiones de musicoterapia. Algunas son aportaciones mías y otras son peticiones de las mujeres:
“Marinelaren zain”: es una canción vasca, con letra, del grupo Sorotan bele. Toco la melodía en la flauta y cuando lo considero necesario, también la canto. Les ayuda a relajar y puedo provocar el movimiento de mecer/se. https://www.youtube.com/watch?v=ip4dTlKUqc4
“Haurtxo polita” es una nana tradicional vasca. Se la canto con el objetivo de que conecten con sus respiraciones, se relajen y sirva también para esos bebés que están en camino, para que haya una sensación de sosiego, de tranquilidad, y que se lo transmitan a sus bebés.
“El burrito”: canción infantil que canta una de las mujeres. Ella la canta con la melodía de “debajo de un botón”. No tengo la grabación original de la sesión y no recuero la letra, por lo que no puedo poner ningún enlace o vídeo. Yo grababa las sesiones con la cámara de vídeo que tenía incorporada mi cámara de fotos, las escuchaba allí, apuntaba lo más importante, y las borraba, para tener espacio de grabación, por lo que, no cuento en éste momento con todo el material.
En julio de 2016 me encontré de nuevo con Sandra. Hemos tenido algún encuentro otras veces, cuando ella viene a vender material para sacar dinero para la comunidad. Y ésta vez vino con una muy buena noticia. Están consiguiendo implicar a los hombre s – a los maridos, padres…- los están formando. Y eso, aún es mejor.
¿Cuál ha sido tu experiencia más enriquecedora y emociante?
En el 2010 realicé un viaje a México con cuatro amigas más, con la intención de trabajar de voluntaria en el Hogar Comunitario Yachil Antzetic, en San Cristóbal de las Casas
Llevamos medicinas y nuestra primera misión era apoyar y ayudar a las mujeres – niñas que llegaban en su última entapa del embarazo, para dar a luz, viajábamos con Yoana, quien era enfermera, podía ayudar a asistir en partos. También estaban Celia y Belén, quienes hicieron un trabajo de lujo con los niños ofreciéndoles un taller de teatro -. Mi amiga Maite ayudó a digitalizar un libro de remedios y curas que las mujeres habían escrito. La mayoría de las mujeres que acuden al Hogar venían de comunidades indígenas, pero otras venían de la propia ciudad de San Cristóbal, porque habían sido repudiadas en sus casas al saber que estaban embarazadas. Algunos embarazos eran no deseados y otros eran causados por violaciones.
Cuando llegamos al Hogar, nos reunimos con Sandra, para repartir tareas y trabajos. Al principio yo iba a ayudar a Maite, pero me di cuenta de que yo podía aportar mi trabajo de musicoterapia. Si lo unía a la terapia que ella utilizaba en el empoderamiento de las mujeres – la Comunicación No Violenta – podía ser beneficioso. Hablé con ella y comencé a pensar y desarrollar mi proyecto.
El primer problema que me encontré parecía insalvable. Mi acordeón estaba en Navarra, no tenía a mi instrumento conmigo. Le dí varias vueltas a por dónde o cómo empezar y se me ocurrió algo: no tengo mi música, pero sí tengo la suya. Investigué un poco sobre la música prehispánica, música que me unía a los sonidos de la tierra, a la lluvia, a los sonidos de éstas mujeres – en concreto las que viven en comunidad y están asustadas por los ruidos de la ciudad – y decido utilizar la quinta pura – re, mi, sol, la, si- para hacer acompañamientos con un pequeño xilófono que había allí. Compro CDs de música con éste contenido: canciones a mi niño/a, trabajar el vínculo materno, sonidos de la naturaleza, nanas, cancioncillas infantiles mexicanas y tzotziles. (El idioma era algo importante, unas mujeres hablan Tzotzil y otras Celtal además del castellano.
En la formación nos dijeron que era importante partir de lo que el cliente conoce, de sus sonidos, de su música; y es lo primero que intento proporcionarles. Yo sola, sin mis instrumentos y con la ayuda de grabación de una simple cámara de fotos que tiene vídeo, inicio ésta aventura. Hablo con Sandra y me pone en contacto con un músico que ella conoce. Es flautista, toca la guitarra, tiene una chocolatería y se llama Alberto Dominguez. No dudo en pedirle ayuda. Me presta algún instrumento y yo compro un par de maracas, y algún instrumento de percusión típico de allí. En su construcción, utilizan materiales naturales, por lo que sus sonidos se asemejan a los de la naturaleza. Junto con Sandra, creamos una estructura de sesión, y comienza mi trabajo.
El principal cambio, comparando con mis trabajos anteriores, es la percepción del tiempo. No hay un tiempo, no hay una hora. Tienen un tiempo biológico, que parece transcurrir más despacio. No están tan “enrelojadas” como yo. Me centro en la metodología que plante Willems: melodía (sentimientos), Armonía (inteligencia) y ritmo (corporal). El ritmo es el que más les afecta. El sentir su cuerpo, el tener su tiempo, el ser. Hasta ahora, ninguna de ellas ha tenido un espacio propio: primero son los padres, los maridos, los hijos… ellas no son. Y eso, que, muchas indígenas, están metidas en movimientos zapatistas, y la verdad, que su situación, es un poco mejor. Es el caso de M – ella escucha, escucha, piensa y después de mucho tiempo, decide tímidamente expresar lo que piensa – y cuando lo hace, dices: qué maravilla, qué mujer. Ha venido embarazada, pero su caso es diferente. Tiene 29 años y es su primer embarazo. Su pareja no quiere saber nada, Echa de menos su comunidad, la ciudad no le gusta.
Mi taller de musicoterapia se realiza con 5 mujeres. Una de ellas, vino embarazada y la acompañé musicalmente cuando dio a luz. Descubrimos que los sonidos suaves del xilófono, la reconfortaban durante las contracciones. Estuve dos horas con ella, en silencio, solamente la apoyaba musicalmente cuando ella me lo pedía. Al final, me pidió que saliese, porque ya el dolor era insoportable. Estaba de parto. Después siguió acudiendo con su niña a las sesiones, le venía bien para dar el pecho, le relajaba. Esta misma chica, me dice que tiene un secreto, que ha estudiado hasta secundario, que toca la flauta y me pide que le traiga una flauta. Alberto, me presta una. Sin él, no hubiera podido hacer estos talleres. Me dice que le gustaría recordar canciones y tocar para su niña. Y mi niña, C. Se me parte el alma. Siempre sonreía. Sus ojos transmitían un amor infinito. Y sé que la ayudé, que se sintió mejor, y que tuvo momentos muy bonitos. Vivía solita con su padre. Su madre había fallecido. Su embarazo fue causa de una violación, un vecino. Así es. Duro. Muy duro. Vino a la asociación y quería tener a su niño. Lo adoraba desde que lo supo. Cuando lo tuvo en brazos, irradiaba amor. Y yo, con mi música, fui testigo de esto. Con esa bondad en su mirada cantaba, susurraba y acunaba a su bebé. Creó un vínculo fuerte con él. Fuimos a visitarla, cuando abandonó el hogar.
La salida del Hogar de cada mujer, no se hace de manera brusca, se les prepara para ello y se aúnan esfuerzos en trabajar lo que más le va a fortalecer y ayudar una vez que estén fuera, se intentan cerrar heridas. Ellas saben que pueden volver tanto a formarse, como de visita. Fuimos a su comunidad y nos recibió en su humilde casa, con los brazos abiertos. En cuanto me vio, se dirigió a su radiocassete, puso una música muy alegre, me agarró de las manos y nos pusimos a bailar. No puedo expresar lo que sentí, gratitud, cariño, felicidad…y miedo. Y aquí es donde entra el impermeable: no me lo podía traer a España. Su vida estaba allí, y la mía en otro lugar. No la podía “salvar”. Y estaba bien. Quiero decir: es duro vivir esas situaciones, pero tenemos que ser realistas y humildes: no las podemos transportar a una vida maravillosa y feliz. Sé que en ella, la música y la terapia de Comunicación No violenta, junto con el empoderamiento, sirvieron. Le sirvieron a ella, para vivir con su hijo, y para sentirse importante, viva y querida. ¿A quién no le gusta eso? Le dio fuerza y esperanza. Y eso le abre otro mundo: puede seguir en contacto con el Hogar, y no estará sola. Me gustaría añadir algunas de las canciones que utilicé en las sesiones de musicoterapia. Algunas son aportaciones mías y otras son peticiones de las mujeres:
“Marinelaren zain”: es una canción vasca, con letra, del grupo Sorotan bele. Toco la melodía en la flauta y cuando lo considero necesario, también la canto. Les ayuda a relajar y puedo provocar el movimiento de mecer/se. https://www.youtube.com/watch?v=ip4dTlKUqc4
“Haurtxo polita” es una nana tradicional vasca. Se la canto con el objetivo de que conecten con sus respiraciones, se relajen y sirva también para esos bebés que están en camino, para que haya una sensación de sosiego, de tranquilidad, y que se lo transmitan a sus bebés.
“El burrito”: canción infantil que canta una de las mujeres. Ella la canta con la melodía de “debajo de un botón”. No tengo la grabación original de la sesión y no recuero la letra, por lo que no puedo poner ningún enlace o vídeo. Yo grababa las sesiones con la cámara de vídeo que tenía incorporada mi cámara de fotos, las escuchaba allí, apuntaba lo más importante, y las borraba, para tener espacio de grabación, por lo que, no cuento en éste momento con todo el material.
En julio de 2016 me encontré de nuevo con Sandra. Hemos tenido algún encuentro otras veces, cuando ella viene a vender material para sacar dinero para la comunidad. Y ésta vez vino con una muy buena noticia. Están consiguiendo implicar a los hombre s – a los maridos, padres…- los están formando. Y eso, aún es mejor.
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