🔀El reciclaje de los profesores y la inteligencia emocional

Por: Isabel Villagar, Profesora de Canto
Muchos de los docentes de mi generación y de las anteriores hemos sido educados de espaldas a las emociones, nadie nos enseñó a ponerles nombre, a identificarlas, a describirlas, a auto-regularlas y esto ha provocado mucho sufrimiento innecesario en la mayoría de nosotros en nuestra fase de estudiantes. 

En mi caso, fue a raíz de una situación vital en la que no había otra opción que salir adelante lo que me dio la oportunidad de auto-conocerme, empecé a escribir un diario, a hacer yoga y a sentir qué sucedía en mi cuerpo, aprendí a cantar y por tanto a emplear mi cuerpo de una manera consciente…
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La formación pedagógica en los profesores de canto, II

Por Isabel Villagar, Profesora de Canto on line

Son muchos los cantantes que se aventuran a impartir clases de canto creyendo que sólo por saber cantar van a poder transmitir ese conocimiento a los alumnos.

Si bien es cierto y yo soy de la opinión de que no se puede enseñar nada que no se sepa hacer, también es cierto que cuando un alumno se pone en manos de un profesor, éste tiene una gran responsabilidad en sus manos y son necesarios conocimientos adicionales para poder ejercer la profesión de docente con criterio y profesionalidad

Enseñar requiere grandes dosis de paciencia, amor, humildad, pasión, ganas de aprender de los alumnos, saber comunicar y adaptar el lenguaje a las características de los mismos, psicología, empatía, comprensión y posesión de muchos recursos para enseñar un mismo concepto o aspecto, es decir, didáctica. 
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El valor de la musicoterapia en la vida de las personas, por Carmen Salvador, VII

¿Qué consejo darías a los que quieran trabajar en éste campo?
Dar consejos se me hace difícil. Yo diría solamente, adelante. Yo me formé como musicoteapeuta porque sentía que algo me faltaba, que no comunicaba con el alumno, nació de una necesidad mía, personal y que me surgía desde las tripas. Yo entiendo la educación como enseñanza, pero también aprendizaje. Y en ese ámbito, yo también aprendo. Yo me veía con una formación, la de maestro, que me permitía enseñar, pero que no me ayudaba con las respuestas emocionales que mi alumnado tenía día a día. No hablo de hacer el trabajo de un psicólogo, o de un orientador. Pero el día a día de los niños, tiene mucho de emocional, y yo, con mi formación, no cubría ese aspecto - no todo el mundo estará de acuerdo con esto, pero ésto es lo que yo sentía, ésta era mi necesidad. Me acerqué a la musicoterapia en busca de respuesta a esa necesidad mía, personal, de cubrir la parte emocional del niño. 

Tengo claro que un niño o niña que está sufriendo, aunque sea porque en el patio le han dicho algo que no le gusta, o ha sufrido un pequeño desazón, no va a responder académicamente. Lo emocional es fundamental. Ahora parece que ésta de moda. Trabajar las emociones. Pero cuando yo terminé la carrera en el 2001, este tema no estaba tan en boga. Incluso, muchos compañeros míos me decían que nosotros no éramos psicólogos. Por supuesto que yo no puedo hacer el trabajo del psicólogo, ya que no lo soy. Pero si puedo trabajar con un mínimo de psicología, puedo aplicar técnicas de musicoterapia, puedo atender esa necesidad emocional. Y es lo que hago en mi día a día. ¿Cómo va a centrarse en hacer un problema de matemáticas si está sufriendo porque su abuelo está enfermo?. Aprendí a escuchar al alumno. Creo que mi trabajo como maestra ha mejorado gracias a mi formación como musicoterapeuta. 

Por otro lado, yo no me dedico ahora a la musicoterapia, me apasiona la educación. Me llena. Me supone un reto diario, pero aún dando inglés, o música o siendo tutora, he recurrido a técnicas de musicoterapia para solucionar aspectos diarios en mi aula. Me ha completado como profesional. Por lo que, yo animaría a cualquier persona que sienta esa inquietud, ese gusanillo, a que se forme y que emprenda ese viaje, con apertura, sabiendo que va a tener tanto experiencias positivas, como dolorosas. 

Que va a tener momentos de crisis y momentos de lucidez. Que va a tener muchas dudas, muchas preguntas. Pero que siga adelante. Que se arriesgue, que lo pruebe y, sobretodo, que lo intente. Yo fui a la entrevista con Patxi, pensando que no me admitirían en el postgrado, porque, como he dicho, no tengo grandes estudios en música, pero me admitieron y terminé. Si no lo hubiera intentado, nunca hubiera vivido las experiencias tan satisfactorias que me ha dado el campo de la musicoterapia. 

Conozco a compañeros y compañeras de promoción, que trabajan como musicoterapeutas, así que, sí, es posible dedicarse a ello. Constancia, formación, ganas y rodearse de las personas adecuadas. Creo que eso es lo que a mí me ha servido. Y sobre todo, dejar el miedo, las escusas y, en mi caso, la timidez a un lado y atreverse. Yo suelo utilizar siempre esta frase: el NO ya lo tengo, ahora vamos a por el SI, y si al final no se puede, por lo menos lo habré intentado. 

Hay algo que siempre he tenido muy claro: intentarlo. Siempre he pensado: no quiero que pasen los años, mirar atrás y que sólo sean sueños, quiero que ocurra, y para ello, nadie va a venir a mi casa, tengo que buscarlo yo, con la seguridad y certeza de que muchas veces fracasaré, pero por lo menos, lo habré intentado. Mi padre, se quedó sin cumplir muchos sueños, mi madre, igual. Yo he tenido apoyo moral y económico, nunca me han faltado, siempre han estado ahí, me educaron en el esfuerzo y en el trabajo, en la responsabilidad, y en valorar lo que se tiene, en saber cuánto esfuerzo cuesta conseguir algo; pero es verdad, contar con su apoyo, es lo que me ha facilitado el intentar las cosas, no intentarlo era impensable. Aunque muchas veces, no estuvieran de acuerdo, pensasen “esta hija mía, tiene cada cosa” “Ahora música, y luego musicoterapia, y de Derecho, no quiere saber nada” “En fin”. Ahora están orgullosos, y han visto, que mis decisiones, algunas un poco más raras que otras, han llegado a buen puerto. 

El valor de la musicoterapia en la vida de las personas, por Carmen Salvador, VII

¿Qué consejo darías a los que quieran trabajar en éste campo?
Dar consejos se me hace difícil. Yo diría solamente, adelante. Yo me formé como musicoterapeuta porque sentía que algo me faltaba, que no comunicaba con el alumno, nació de una necesidad mía, personal y que me surgía desde las tripas. Yo entiendo la educación como enseñanza, pero también aprendizaje. Y en ese ámbito, yo también aprendo. Yo me veía con una formación, la de maestro, que me permitía enseñar, pero que no me ayudaba con las respuestas emocionales que mi alumnado tenía día a día. No hablo de hacer el trabajo de un psicólogo, o de un orientador. Pero el día a día de los niños, tiene mucho de emocional, y yo, con mi formación, no cubría ese aspecto - no todo el mundo estará de acuerdo con esto, pero ésto es lo que yo sentía, ésta era mi necesidad. Me acerqué a la musicoterapia en busca de respuesta a esa necesidad mía, personal, de cubrir la parte emocional del niño. 

Tengo claro que un niño o niña que está sufriendo, aunque sea porque en el patio le han dicho algo que no le gusta, o ha sufrido un pequeño desazón, no va a responder académicamente. Lo emocional es fundamental. Ahora parece que ésta de moda. Trabajar las emociones. Pero cuando yo terminé la carrera en el 2001, este tema no estaba tan en boga. Incluso, muchos compañeros míos me decían que nosotros no éramos psicólogos. Por supuesto que yo no puedo hacer el trabajo del psicólogo, ya que no lo soy. Pero si puedo trabajar con un mínimo de psicología, puedo aplicar técnicas de musicoterapia, puedo atender esa necesidad emocional. Y es lo que hago en mi día a día. ¿Cómo va a centrarse en hacer un problema de matemáticas si está sufriendo porque su abuelo está enfermo?. Aprendí a escuchar al alumno. Creo que mi trabajo como maestra ha mejorado gracias a mi formación como musicoterapeuta. 

Por otro lado, yo no me dedico ahora a la musicoterapia, me apasiona la educación. Me llena. Me supone un reto diario, pero aún dando inglés, o música o siendo tutora, he recurrido a técnicas de musicoterapia para solucionar aspectos diarios en mi aula. Me ha completado como profesional. Por lo que, yo animaría a cualquier persona que sienta esa inquietud, ese gusanillo, a que se forme y que emprenda ese viaje, con apertura, sabiendo que va a tener tanto experiencias positivas, como dolorosas. 

Que va a tener momentos de crisis y momentos de lucidez. Que va a tener muchas dudas, muchas preguntas. Pero que siga adelante. Que se arriesgue, que lo pruebe y, sobretodo, que lo intente. Yo fui a la entrevista con Patxi, pensando que no me admitirían en el postgrado, porque, como he dicho, no tengo grandes estudios en música, pero me admitieron y terminé. Si no lo hubiera intentado, nunca hubiera vivido las experiencias tan satisfactorias que me ha dado el campo de la musicoterapia. 

Conozco a compañeros y compañeras de promoción, que trabajan como musicoterapeutas, así que, sí, es posible dedicarse a ello. Constancia, formación, ganas y rodearse de las personas adecuadas. Creo que eso es lo que a mí me ha servido. Y sobre todo, dejar el miedo, las escusas y, en mi caso, la timidez a un lado y atreverse. Yo suelo utilizar siempre esta frase: el NO ya lo tengo, ahora vamos a por el SI, y si al final no se puede, por lo menos lo habré intentado. 

Hay algo que siempre he tenido muy claro: intentarlo. Siempre he pensado: no quiero que pasen los años, mirar atrás y que sólo sean sueños, quiero que ocurra, y para ello, nadie va a venir a mi casa, tengo que buscarlo yo, con la seguridad y certeza de que muchas veces fracasaré, pero por lo menos, lo habré intentado. Mi padre, se quedó sin cumplir muchos sueños, mi madre, igual. Yo he tenido apoyo moral y económico, nunca me han faltado, siempre han estado ahí, me educaron en el esfuerzo y en el trabajo, en la responsabilidad, y en valorar lo que se tiene, en saber cuánto esfuerzo cuesta conseguir algo; pero es verdad, contar con su apoyo, es lo que me ha facilitado el intentar las cosas, no intentarlo era impensable. Aunque muchas veces, no estuvieran de acuerdo, pensasen “esta hija mía, tiene cada cosa” “Ahora música, y luego musicoterapia, y de Derecho, no quiere saber nada” “En fin”. Ahora están orgullosos, y han visto, que mis decisiones, algunas un poco más raras que otras, han llegado a buen puerto. 

El valor de la musicoterapia en la vida de las personas, por Carmen Salvador, VI

¿Hacía donde camina esta disciplina?
Sería muy atrevido por mi parte, dar una respuesta. Mi experiencia me dice que está abierta a los cambios y a los problemas de la sociedad. El centro en el que yo me formé lleva 30 años formando. Sé que han tenido una gran evolución y se que la tipología de clientes ha cambiado con los años. Se han ido adaptando a las necesidades de la sociedad. 

La musicoterapia no cura. Me refiero, a que no te va a curar una enfermedad. La musicoterapia mejora la calidad de vida, mejora las relaciones sociales. Puedes trabajar con una gran variedad de población, ya he mencionado anteriormente algunos campos, otros serían: neonatología – hablé con una enfermera del hospital de Navarra, ya que, habiendo sido yo prematura, me parecía un ámbito muy adecuado. Por lo que me dijo, no estaban muy abiertos a esa posibilidad. Es verdad que esto lo pregunté hace unos años. Igual ahora sería diferente. 

Actualmente el campo de la neurología está muy en boga. Música, musicoterapia, educación y neurología. El tema de los refugiados. No lo menciono como algo que parece que está de moda. No. 

Sería una falta de respeto para toda esa gente que está sufriendo tanto. Pero, pienso en esas familias, en esos niños, que salen de casa, que huyen, en muchos casos, de guerras. Que han visto y vivido cosas horribles y me pregunto: ¿Quién les atiende? ¿Dónde quedan sus necesidades psicológicas? Por supuesto, nos centramos en alimento y aspectos de primera necesidad, pero ¿Y la necesidad de estar mentalmente sano? ¿Qué tiene que pasar por la cabeza de un niño, a quien, lo sacan de casa, camina días y noches, lo montan en una barca hinchable, en un mar frío, oscuro, interminable? ¿Qué pasa por esas cabezas, en la oscuridad de la noche, con el sonido del mar, de los que tienen al lado, de los cuerpo que caen al agua, muertos? ¿Qué siente ese cuerpecito, aterido de frío, que no entiende qué està pasando? ¿Quién hace poco tenía una cama calentita y ahora solo tiene agua helada? 

Sólo pensarlo se me hiela la sangre. La disciplina camina, hacia donde está la necesidad. Unas veces, necesidad humanitaria, altruista, sin poner dinero de por medio y otras, como trabajo, como profesión. La musicoterapia, como veis, tiene una gran cantidad de campos de aplicación.