Un ejemplo a seguir de clase, excelencia y humanidad. Di clase con ella durante dos años seguidos regularmente en Suiza, en su “Escuela del Arte del Bel Canto”.
Me desplazaba en avión cada mes, vía Milán, autobús a Lugano y otro autobús a Teserete. Cuento esto para que se valore la constancia, la ilusión, el esfuerzo y por qué mis clases cuestan lo que cuestan. Lo que a mí me ha costado el conocimiento... El saber no viene del cielo.
Con ella aprendí especialmente proyección y dicción. Y la respiración siempre presente :) Aprendí que no canta mejor quien hace las frases más largas sino el que maneja con inteligencia el aire. Cantar “sul fiato”, como ella decía, se consigue con un buen equilibrio corporal.