El 50% fallará el test

La prueba no puede ser más fácil: di “na na na na na na” como si hablaras, en la nota que te de la real gana.

Ahora.

En serio, hazlo. “Na na na na”

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Esta entrada del blog tiene ojos y sé que aún no lo has hecho. Hazlo, aunque sea sin voz. “Na na na na na”

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No, esta entrada no tiene ojos, pero hazlo, en serio.

Cuando lo haces, ¿cómo estás articulando la N?

La gran mayoría de las personas lo hace de una de estas dos formas:

  1. Moviendo la mandíbula de arriba a abajo, “mordiéndose” la lengua.
  2. Moviendo la punta de la lengua de arriba a abajo.

¿Cuál es la correcta? Antes de decírtelo, di otra vez “na na na na na” y fíjate cuál de estas dos haces.

No seas del grupo de los listillos y hazlo antes de seguir leyendo.

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No me gustan los listillos. “Na na na na”

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Sí, a mí también me habría costado hacerlo antes de seguir leyendo.

Si lo has hecho moviendo la mandíbula, ya tienes algo en lo que trabajar, porque no es la forma correcta.

Haciendo honor a nuestro lema “cantar tiene que ser fácil”, si pronuncias la N moviendo la mandíbula estás haciendo mucho más esfuerzo que si usas sólo la lengua.

Estás moviendo muchos más músculos, con lo que estás gastando más energía. Músculos que no necesitas.

Dicho de otra forma, para cantar bien hay que hacerlo con la mayor vagancia posible. No nos gusta cansarnos. Ley del mínimo esfuerzo.

Cuanto menos hagas al cantar y obtengas el mayor resultado, menos se fatiga tu voz, más te durará. Bye bye molestias.

Si te parece una locura microgestionar a estos niveles, aprender a pronunciar una sola consonante, estás en lo cierto. Es mucho curro.

Lo que no es tanto curro es darte de alta en nuestra lista de correo. Lo puedes hacer un pelín más abajo.

Este artículo El 50% fallará el test pertenece a VoKalo.

El día en el que golpeé a mi profesor con una silla

Mi amigo Albert, que lee este blog, ya se estará riendo…

Sólo leer el título de este correo sabe exactamente qué historia voy a contar.

Pero yo me acuerdo de otra historia que tiene que ver con una baqueta de batería y un ventilador lleno de polvo a toda potencia.

Pronto contaré esa historia también.

Una historia que demuestra que a veces es mejor tener enemigos que amigos.

Al grano.

Año 1.999 en el Instituto Joan Pelegrí, Barcelona. Yo tenía 15 años.

Eran las 8 de la mañana, no recuerdo de qué día, pero hacía frío. Supongo que sería enero, porque estaba empezando a amanecer.

A primera hora teníamos lengua catalana, con el demonio/profesor Cubero. Un cabronazo de esos que se dedican a la enseñanza cuando deberían haber sido cobradores de impuestos.

Todo el mundo le tenía miedo. Hasta el más gamberro de todos.

El caso es que yo no tenía silla (las habían movido) y tenía que pasar por detrás de Cubero para coger una.

Aún no habíamos empezado la clase y todo el mundo estaba hablando. Había mucho ruido.

Total, voy, cojo la silla, me la subo a la cabeza con la mala suerte de poner el respaldo hacia abajo en vez de hacia arriba.

Paso por detrás de Cubero de nuevo y… ¡¡¡BOOM!!!

Noto que la silla choca con algo, pero no me enteré de con qué. Me extrañó que todo el mundo se callara de golpe, pero seguí mi camino hasta mi sitio.

Silencio sepulcral…

Me siento y veo a Cubero con la cabeza entre las manos y encima de la mesa. Algo helado recorrió mi espina dorsal de arriba a abajo.

Tío, le has abierto la cabeza con la silla.

Ya me podía dar por muerto.

Fui como un loco a pedirle perdón (realmente me sabía mal), pero gritó que me sentara y empezó la clase con normalidad.

Al día siguiente los compañeros de otras clases que lo tuvieron me dijeron que tenía el ojo derecho lleno de venas rojas.

En el cambio de clase, a la hora siguiente, no sabía cómo pero todo el instituto lo sabía.

Campañaaaa, ¡craaaack! – Cómo te has pasado con el Cubero, ¿eeeeh?

¿Por qué? Porque todo nadie soportaba a Cubero.

De repente todo el mundo sabía quién era yo, y además me llamaban por mi apellido (señal de respeto).

Nada nombres de pila, nada de apodos (como aquel al que llamaban «Culo de pera» porque rimaba con su apellido).

Siempre pasé desapercibido, hasta ese día… aunque no me siento orgulloso, por poco me gustara Cubero.

¿Por qué te cuento esta historia?

Esta entrada del blog no es para los que cantan. O al menos no directamente.

Es para las personas de alrededor de los que cantan.

He visto mil veces cómo familiares y amigos machacan a los que cantan. Da igual si lo hacen bien o si lo hacen mal. Siempre tienen algo malo que decir

Así que a esas personas les digo: no seas un Cubero.

Siendo un Cubero no ayudas a nadie. No se “es un cabrón” para ayudar a los demás.

Si eres un Cubero, la gente se alegrará cuando sufras.

En vez de eso, conviértete en el apoyo que la gente necesita. Esto no quiere decir pintar todo de color de rosa. Si hay que decir verdades, adelante.

Y si hay que apuntarse a nuestra lista de correo. Adelante. Bueno, abajo.

Este artículo El día en el que golpeé a mi profesor con una silla pertenece a VoKalo.

«Si no tienes oído, olvídate de cantar»

Es muy cansino cuando recibimos ESE correo/WhatsApp/etc: no todo el mundo puede cantar. El que no tiene oído no vale.

Esta gente que se cree que tienen un don especial me da vomitera. Son esas personas las que tienen que pisar a los demás para progresar en sus vidas.

Esas que si se hunden, tú te vas a hundir con ellas.

Hace años me ponía de los nervios cada vez que alguien me decía tonterías como esa.

Hoy en día lo que leo en sus mensajes es: tengo un miedo terrible de que lo que dices es verdad porque, si es verdad, significa que esta facilidad para el canto que tengo desde nacimiento no es algo único, algo que me hace especial.

La verdad es que cuando utilizo mi parte del cerebro que es más humana (no mucho más), me da un poco de pena (en el buen sentido). Me sigue encabronando, porque hunden a los demás, pero también me da pena.

Estas personas, cuando ven cantar a alguien que desafina, inmediatamente recurren al “no tiene oído para cantar”.

La realidad es que el oído de estas personas suele funcionar bien, como mucho necesitan acostumbrarse a la música (especialmente si son personas adultas que no han tenido mucho contacto con la música).

El problema no es el camino que va del oído al cerebro.

El problema es el camino que va del cerebro a la voz.

La gente que desafina al cantar, tiene el problema de que no sabe con su voz reproducir la música que tiene en la cabeza.

Es como ese capítulo de Futurama en el que Fry quiere tocar el Holofonor. Tiene una música increíble en su cabeza, pero sus manos son tan torpes que no pueden reproducirla. Es mi capítulo favorito.

Y creo firmemente que este es el principal motivo por el que la gente no canta, ya que para mejorar el camino del cerebro a la voz hay que cagarla mucho.

Hay que desafinar mucho, escuchar lo mal que suena tu voz una y otra vez, mientras intentas entender qué tienes que hacer para que tu voz suene bien.

Es un camino jodido. Lo conozco muy muy bien.

Aunque es perfectamente lógico, no ayuda que sólo se oiga cantar a gente que ya lo hace bien (si cantan mal no se suben a un escenario ni suben vídeos a Internet), porque nos hace pensar en binario: o lo haces bien o lo haces mal.

Y si eres cantante profesional, esto también te lo vas a encontrar cuando quieras entrenar zonas de tu voz que no hayas entrenado nunca.

El camino del cerebro a la voz para esa zona no está construido. La vas a cagar, vas a desafinar, y vas a sonar mal.

Pero al final, vale la pena.

También vale la pena que te apuntes a nuestra lista de correo. Un pelín más abajo lo puedes hacer. Es gratis.

Este artículo «Si no tienes oído, olvídate de cantar» pertenece a VoKalo.

El camino del trol cantante y boyante

¿Quieres mejorar tu voz? Prepárate para currar de lo lindo. Y tu mentalidad tiene que acompañar.

Con la mentalidad incorrecta, da igual que trabajes con el mejor vocal coach del mundo. No vas a mejorar.

La mentalidad correcta es: primero funcionalidad, luego sonido.

Como sé que muchos leen en diagonal, lo repito: primero funcionalidad, luego sonido.

Me explico.

Que tu voz suene igual que un trol en celo es una parte normal del proceso. Sí, es habitual, es normal. Es de esperar que pase.

Que sí, que es de esperar que pase. No, de hecho, tiene que pasar.

Pero nuestros cerebros son unos miedicas que están programados para evitar la vergüenza, incluso de nosotros mismos.

Si quieres mejorar tu voz, al principio olvídate de generar sonidos angelicales con tu voz. Que no, que la cosa no va así.

Primero tienes que hacer que la voz funcione libre, sin manipulaciones de tu ego para intentar sacar un sonido bonito. Deja a tu cuerpo que se adapte a los cambios, sin meter la mano.

Primero funcionalidad, luego sonido, porque una vez la funcionalidad empieza a ser la correcta, el sonido resultante es mejor.

No sólo es mejor, si no que tienes la libertad y la precisión para moldearlo y conseguir que suene como quieres en cada momento.

Pero si piensas en el sonido antes que en la funcionalidad, lo pasarás mal. Estás sobre aviso.

Si te apuntas a nuestra lista de correo aquí debajo, además de aprender a cantar con voz de trol, también aprenderás a cantar con voz de ángel.

Este artículo El camino del trol cantante y boyante pertenece a VoKalo.

¿Ya has fracasado y sólo estamos en febrero?

Qué lejos queda ya el 1 de enero, ¿verdad?

Ese día tan mágico en el que piensas todo lo que harás este nuevo año. En el que harás todo lo que llevas años retrasando por causas perfectamente justificadas.

Además de cumplir tus sueños, serás una persona mejor, caerás mejor a la gente y harás el bien.

¿Qué tiene de mágico ese día en el que todo es alegría, esperanza y prosperidad?

El alcohol y a veces otras sustancias son grandes disparadores de estos sentimientos (me han dicho).

Pero curiosamente, los que no consumen este tipo de cosas también sienten esa sensación de “todo es posible” en ese día tan especial.

Yo mismo tengo mi propia lista (he tachado lo que no he conseguido hacer):

  • Hacer cómo mínimo una rutina de ejercicios de guitarra cada día
  • Dejar de comer hasta que sienta que no puedo comer más
  • Dedicarle un mínimo de 5 minutos al día al videojuego que estoy desarrollando como hobby
  • Ser una persona mejor, caer mejor a la gente y hacer el bien

No es una lista larga, pero es así a propósito. Las listas largas nunca se acaban cumpliendo.

Creo que lo de los propósitos de Año Nuevo lo hago desde pequeño, pero recuerdo muy vivamente la primera vez que le dediqué un esfuerzo mental a pensar lo que quería de verdad.

Fue el año 2004, 2 meses después de recibir mi primera clase de canto. Pensé: este año deseo cantar mejor.

Fíjate que dije “deseo”. Menudo error de novato.

El primer consejo (no solicitado) que te doy es que NUNCA pidas deseos.

Los deseos son para los vagos y los débiles.

Un deseo implica que otro va a hacer el trabajo por ti, y eso no pasa. Ojalá pasase, pero no pasa.

Tú no vas a la panadería y deseas una barra de pan. Vas a la panadería y pagas la barra de pan con dinero, dinero que habrás ganado de una u otra forma (si lo has ganado ilegalmente, cuéntamelo por privado).

El segundo consejo (no solicitado) que te doy es que ensalces la concreción.

De nada sirve ponerte el propósito de ser una persona mejor, caer mejor a la gente y hacer el bien. Eso sólo lo hacen los que en realidad no quieren eso. En absoluto. De hecho, seguramente quieran lo contrario.

¿Qué quieres hacer para ser mejor persona? ¿Qué hace una buena persona? ¿Por qué caes mal a la gente y cómo podrías cambiarlo? ¿Hacer el bien?

No puedes tomar acción con descripciones vagas, porque no sabrás por dónde empezar.

¿Quieres hacer más ejercicio este año? Fija una frecuencia mínima (X días a la semana) y un tiempo mínimo (X minutos) y respétalo, llueve o truene, te toque la lotería o pierdas al strip póker.

El tercer y último consejo (no solicitado) que tengo para ti es una regla: haz algo cada día.

Hay un efecto maravilloso que tenemos las personas que hace de contrapunto a la vagancia: la inercia.

¿Has llegado a casa después de 10 horas de trabajo, es de noche y sólo quieres irte a dormir o a ver Netflix? Evita la tentación, sobreponte y haz aunque sean 5 minutos de uno de tus propósitos.

Haz 5 minutos de sentadillas, de canto, de escritura, de dibujo, … da igual lo que sea.

Si después de los 5 minutos lo dejas para irte a dormir, habrás avanzado 5 minutos.

Pero lo que suele pasar es que esos 5 minutos se acaban convirtiendo en 20 o 60, y te acabas demostrando que puedes con tu cansancio. ESTO es luchar es por lo que quieres.

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Este artículo ¿Ya has fracasado y sólo estamos en febrero? pertenece a VoKalo.