¿Quieres saber por qué nos odian tanto?

Llevamos desde 2012 en Internet.

Empezamos con un blog, y luego seguimos con nuestro podcast El Sensei del Cantante.

Incluso al principio colaborábamos en foros y en algún grupo de Facebook.

En aquella época, no había casi nadie que hablase castellano y que enseñara la técnica Speech Level Singing.

Como es tan eficaz y diferente de las técnicas de canto que se suelen encontrar, decidimos ser las voces para decirle a la comunidad hispanohablante que existe algo diferente.

Hasta aquí todo bien… y llegaron los haters.

La verdad es que el tema de los haters es bastante triste, porque al final ves que son personas que no están contentas con sus vidas, o que vuelcan sus frustraciones en otras personas.

O incluso personas que se sienten amenazadas de alguna manera.

Por un lado, muchos profesores de canto nos odian. Incluso algún logopeda nos ha acusado alguna vez de intrusión laboral 😂😂

Entiendo que algunos se sientan amenazados cuando algo nuevo llega, pero en mi opinión es la reacción incorrecta.

Si te preocupas por tus alumnos o por tus pacientes, deberías querer aprender más para ayudarles mejor.

Pero yo estoy muy tranquilo, porque muchos de esos alumnos o pacientes han sentido mejoras muy grandes al probar nuestro método.

También los hay que se enfadan con nosotros porque no queremos trabajar gratis 😂😂😂😂😂😂😂😂 Estos me encantan. ¡Nos acaban insultando y todo!

Y otros haters que tenemos son los cantantes que no han educado sus voces en toda su vida, pero que aún así cantan bien (o creen hacerlo).

Este tipo de sujeto suele atacarnos diciendo que no todo el mundo puede cantar, que no todo el mundo tiene el oído musical, que hay que nacer con ello, bla bla bla…

Y yo digo que antes las mujeres no podían votar, que se creía que la Tierra era plana (algunos lo piensan aún 😂), …

Hace 16 años nadie se habría imaginado nunca que hoy en día todos tendríamos un superordenador en el bolsillo que nos conecta al mundo.

Solo porque alguien no sepa cómo enseñar a otros a cantar bien, no quiere decir que no se pueda hacer.

Y eso levanta ampollas en los que creen que son especiales, que tienen un don divino, ya que si resulta que otros sí pueden llegar a cantar bien, significa que no son tan especiales al fin y al cabo.

Tiene sentido, porque es algo que atenta a la identidad de una persona. Eso es muy profundo.

Pero está mal querer proteger lo que sientes que eres si lo haces a base de machacar y hundir a los demás. Yo por ahí no paso.

Tengo que decir que no soy un robot sin sentimientos, frío como el acero. Estas cosas me afectaron en su día. Algunas más que otras.

A veces, estos cabrones haters te hacen cuestionar las cosas que haces, aunque sean cosas buenas.

Por eso me ayudó en su día saber que Seth Riggs también recibió este tipo de hating. De hecho, lo echaron de la asociación nacional de profesores de canto de USA hace muchos años (me lo contó él mismo).

Por si no lo sabes, Seth Riggs es y fue vocal coach de peña como Michael Jackson, Stevie Wonder, Julio Iglesias, y un montón de cantantes de nivelazo.

El tiempo pone todo en orden. Así que haters, seguid odiándonos. Nosotros emplearemos el tiempo en seguir mejorándonos y ayudando a los que quieren ser ayudados.

¿Quieres que te ayudemos? Puedes empezar por recibir nuestros correos diarios apuntándote a nuestras newsletter, abajo.

Este artículo ¿Quieres saber por qué nos odian tanto? pertenece a VoKalo.

Si eres un llorica nunca conseguirás nada

Esther y yo empezamos a formarnos como vocal coaches en el año 2011.

Tuvimos que hacer malabares para mantener nuestros respectivos trabajos para poder vivir mientras nos formábamos.

Nuestra formación incluía viajar por Europa y USA para acudir a eventos de formación presencial, lo cuál supuso un problema.

O bien teníamos que pedir días libres en nuestros trabajos (días que luego teníamos que recuperar) o empleábamos días de vacaciones, para poder asistir.

Generamos más de un mal rollo, pero es lo que había que hacer.

La verdad es que fue durillo…

Yo por aquel entonces vivía en Valencia por cuestiones de trabajo (soy de Barcelona).

Cuando teníamos que viajar en avión, tenía que coger 3 horas de tren hasta Barcelona, de ahí ir al aeropuerto también en tren (o en taxi si iba muy justo de tiempo), y coger el avión (esperando horas si hacía falta).

Recuerdo que en el viaje que hicimos a Irlanda, una vez desembarcamos allí, aún nos quedaban 3 horas más de autobús yendo por pueblos dejados de la mano de Dios.

Llegamos tarde (creo que sobre las 18h hora local), la formación había empezado hacía horas y aún quedaban unas cuantas más.

Creo que ese día viajé unas 9 horas, y nada más llegar teníamos que prestar la máxima atención a todo lo que nos enseñaban (en inglés, lo cual consumía más zumo cerebral).

Y lo disfruté como un cabrón.

A ver, estaba reventado y hecho polvo, pero era lo que quería hacer.

También fue un gran esfuerzo económico, porque con el sueldo que tenía apenas me llegaba para todo.

Esther también tuvo lo suyo, pero eso que te lo cuente ella otro día.

Recuerdo otra historia en el tren de Roma, volviendo ya al aeropuerto, con un tío que tenía unas pintas muy chungas y olía a pegamento que daba miedo.

No me tuve que liar a hostias porque Dios no lo quiso, pero estaba seguro de que aquel tío buscaba pelea de la buena (y si me conoces, sabrás que no soy ningún Hércules 😂).

¡Pero aún no he acabado! Porque al mismo tiempo me estaba sacando la licencia en Programación Neurolingüística en Barcelona.

Durante unos 3 meses no tuve ni un día de descanso. De lunes a viernes trabajaba, el viernes por la tarde me iba a Barcelona, el sábado y el domingo tenía 9 o 10 horas de formación (con una hora para comer), y el domingo a las 20h cogía el tren de vuelta a Valencia.

HO-RRI-BLE. Pero oye, lo superé y me saqué la licencia.

Lo hice para saber comunicar mejor y empatizar con mis futuros alumnos. Creo que es algo muy importante en un docente.

Espera espera, porque hay más: la parte económica.

No me acuerdo cuánto dinero nos costaba cada viaje de formación, pero me parece recordar que rondaba los 1.000€, entre el viaje, la estancia, la formación en sí, etc.

Pues eso era lo barato.

¿Sabes cuánto me costaba una sesión de una hora con Seth Riggs? 300$.

300 pavazos, chatos y chatas.

Había otros profesores con los que también tenía que estudiar, y gracias al cielo eran más baratos: 150$/hora.

Un chollo… ¿verdad?

No me quejé ni una puñetera vez. Era lo que tenía que hacer si quería recibir la mejor formación, como cantante y como vocal coach.

Pagar ese dinero por mi formación supuso privarme de muchísimas cosas que quería.

¿Te da penita? Que no te de. Lo hice gustoso, y lo sigo haciendo, porque sigo formándome.

Si crees que te cuento esta historia para lloriquear y para quejarme de lo que tuve que pasar, te equivocas.

Lo hago porque sé de primera mano que hay que hacer esfuerzos y sacrificios si quieres conseguir las cosas.

Hazte responsable de lo que quieres conseguir, y no hagas responsables a los demás si no lo consigues.

¿Tienes que dedicar mucho tiempo de práctica para cantar mejor? Sí. ¿No lo quieres hacer? No cantarás bien.

¿Tienes que dejar de ir a cenar a restaurantes para poder pagar tu formación (de lo que sea)? Pues aprendes nuevas recetas y cocinas en casa.

Podría mentirte y decirte que es fácil y no te llevará más que un par de semanas, pero no quiero insultarte haciéndolo.

Para los que estén dispuestos a hacer lo que tienen que hacer:

Suscríbete YA a nuestra newsletter unas líneas más abajo.

Si eres de los demás, de los que no quieren hacer el trabajo, ni se te ocurra suscribirte.

Lo digo en serio.

Este artículo Si eres un llorica nunca conseguirás nada pertenece a VoKalo.

La de tonterías que hice sólo porque me lo dijeron

Hay una frase de Jean Cocteau (poeta, novelista, dramaturgo y cineasta francés) que me gustaría que tengas en mente para todo lo que te voy a explicar:

No se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría.

Una gran frase…

Yo siempre he cantado desde pequeña. Nunca estudié canto.

De hecho, les pedí a mis padres que me apuntaran a clases de canto, y no quisieron.

Así que nada, yo seguía cantando a medida que me hacía mayor.

Me ponía con mi ordenador a grabarme cantando canciones que me gustaban, y más o menos sonaba bien.

No sabía cómo mejorar nada de lo que hacía, pero bueno, yo estaba contenta porque estaba bien.

Estuve cantando con algunas bandas y esas cosas, e inevitablemente fui teniendo contacto con otros cantantes.

Recuerdo estar con mi banda en un concurso de bandas. La presentadora del concurso resultó ser cantante también.

Me habló de que ella se hacía con unos sprays con mentol o eucalipto, no me acuerdo, que iban muy bien para la voz.

Inmediatamente pensé “Tengo que hacerme con uno. Es lo que hacen los cantantes.”. Y ese pensamiento se reafirmaba cada vez que alguien me hablaba de los sprays de própolis o mil historias más.

Iba hablando con otros cantantes, y todos me decían que había que trabajar la respiración para cantar mejor. ¡Y yo quería mejorar!

Pero no sabía cómo trabajar eso, así que hice otra de las cosas que muchos otros cantantes hacían: ir a clases de canto.

“Es lo que hacen los cantantes”, pensé.

A esas alturas ya vi que lo de los sprays no me hacía cantar mejor, por cierto.

Total, empecé las clases con mucha ilusión, y encima hacía ejercicios de respiración. ¡Genial!

¿El problema? No estaba mejorando.

Un día le dije a mi profesor que lo que yo quería era tener más potencia, así que me dijo que para eso había que proyectar la voz, llevar la voz de pecho a las notas agudas.

“¡Aaaah! ¡Bien, bien! Yo quiero hacer eso. ¡Es lo que hacen los cantantes!”

Un año después dejé las clases. Estaba exactamente en el mismo punto en el que empecé.

Pasaron algunos años y encontré a un profesor de canto de renombre, al que los grandes cantantes acudían, y encima fui por recomendación.

“Eso sí que tiene que ser lo que hacen los cantantes, así que para allá que voy.”.

Empecé a notar cambios en mi voz. Cambios que yo creía que eran buenos, y además estaba consiguiendo lo que yo quería: más potencia.

Pero no era consciente de que lo estaba consiguiendo a costa de poner mi voz en riesgo.

Para no hacer la historia muy larga, resultó que no me estaba enseñando a utilizar la voz de la forma correcta.

¿Te acuerdas de la primera frase que te he dicho? No se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría.

Cada una de esas veces me dejé llevar por la mayoría, y erré en mi decisión.

Un año y medio después, empecé a estudiar con un vocal coach muy famoso a nivel mundial, y desde entonces ha sido y es mi mentor.

Cuando recibes la formación correcta, lo sabes.

Todo el mundo decía que ese vocal coach era uno de los mejores a nivel mundial… así que esta vez la opinión de la mayoría sí era la verdad.

¿Conclusión? No te creas a pies juntillas todos los inputs que recibas y no ignores a tu voz interna. No siempre tendrás razón, pero al menos tendrás un pensamiento crítico.

¿La opinión de la mayoría es la verdad? Buena pregunta…

¿Y qué opinas de apuntarte a nuestra newsletter? Creo que te gustará. Baja un poco más para hacerlo.

Este artículo La de tonterías que hice sólo porque me lo dijeron pertenece a VoKalo.

Tu talento me importa bien poco

El otro día vi un episodio del documental Cuadernos de entrenador en Netflix. Concretamente el episodio de Patrick Mouratoglou.

Me encantó.

Este tío, Patrick, fue el coach de Serena Williams durante muchos años, y la llevó a lo más alto.

En el documental explica cosas muy interesantes sobre su trabajo, y también cuenta experiencias vividas que le enseñaron ciertas cosas sobre su profesión.

Me vi reflejado muchas veces en lo que decía. De hecho, estaba flipando porque el mundo del coach de tenistas y de vocal coach se parece más de lo que nunca había imaginado.

Al final, todos somos personas, ¿no?

Tengo que hablarte de dos cosas de las que pensé: de esto tengo que escribir un correo.

El talento puede ser un lastre

Había un momento en el que Patrick explicaba una situación que veía con varios tenistas de gran talento: cuando empezaban a perder, se dejaban ganar.

Básicamente se rendían. Enseñaban unas imágenes de esas situaciones, y realmente era alucinante.

Tenistas de gran nivel literalmente pasando de intentarlo.

Me quedé flipando, pero inmediatamente vi las similitudes con situaciones que yo he vivido con cantantes de gran talento.

En cuanto algo no les salía o aparecía el temido gallo, se bloqueaban y empezaban a hacerlo peor y peor.

La teoría de Patrick es que esos tenistas pensaban inconscientemente (parafraseo): si me dejo ganar, quiere decir que he perdido porque yo he querido, no porque no tenga talento.

Es decir, miedo a que ese talento no sea real o no sea suficiente.

Lo que yo he vivido es muy parecido: cuanto más profesional es el cantante, más miedo le da a equivocarse y se bloquea, ni lo intenta.

Así no volverá a fallar y “no pondrá en peligro” o “se cuestionará” su talento.

Obviamente no todos son así, pero sí la gran mayoría.

Y… oh, sorpresa… los que mejoran son los que siguen hacia adelante a pesar de los errores. Nada nuevo…

Tus límites te los pones tú

Patrick también hablaba de las barreras mentales, y dijo una cosa que hizo con Serena Williams que me hizo muchísima gracia.

Estaba compitiendo en no sé qué torneo (no soy fan del tenis) y le estaba yendo FATAL, concretamente con las bolas cerca de la red.

De nuevo, enseñaban imágenes, y en cuanto su contrincante le lanzaba una bola a la red, la tía directamente pasaba de mover el culo y se dejaba ganar el punto.

Suena surrealista que alguien como ella, la puñetera élite del tenis, sea capaz de hacer algo así…

Total, que coge Patrick, se le acerca en tiempo muerto y tiene una conversación con ella parecida a esta (parafraseo de nuevo):

  • Patrick: Serena, las estadísticas dicen que el 80% de las bolas que van cerca de la red las ganas.
  • Serena: ¿En serio? Pensaba que las estaba fallando todas.
  • Patrick: Piensa lo que quieras. Las estadísticas dicen lo contrario. Estás clavando el 80%.

Total, que vuelve al partido, y empieza a dominar las bolas cerca de la red. ¿Cómo te quedas?

Me hizo mucha gracia, porque yo también suelo mentir en mis sesiones 😂😂😂

Suelo decir cosas como: “¡Muy bien! Este es el Mi4”, cuando en realidad estamos en La4, por ejemplo.

Te reirás, pero funciona.

Cuando luego les digo que les he mentido y les digo la nota real, me suelen insultar de forma cariñosa (o eso quiero creer 😬), pero les da una perspectiva nueva de lo que pueden llegar a hacer con su voz, y pierden ese miedo a las notas agudas.

En el documental, Patrick explicaba más historias sobre las barreras mentales, por lo que te recomiendo que veas ese episodio del documental.

Es MUY interesante, y es cortito.


Si aún tienes barreras mentales o piensas que hay que tener talento y esas tonterías para cantar bien, puedes ignorar lo que te voy a decir ahora.

Pero una vez tienes claro que hay que currar y que eres capaz de conseguirlo, toca ponerse manos a la obra y hacer el trabajo duro.

Empieza por algo fácil: suscríbete a nuestra newsletter para recibir más consejos como este. Lo puedes hacer aquí abajo.

Este artículo Tu talento me importa bien poco pertenece a VoKalo.

El día en el que Epi y Blas me contrataron

Tengo la carrera de Relaciones Laborales.

Básicamente se trata de gestionar todos los procesos entre empleado y empleador, como contratos y cosas así.

Nunca llegué a trabajar de eso 😂 Bueno, sí que tuve un trabajo, pero estuve de prácticas y me gustó tan poco que no aguanté más que unas semanas.

Pero antes de seguir, tengo que irme a mi época en el colegio.

Por norma general, estudiaba y ponía empeño en mis estudios. Pero oye… que nadie es perfecto…

Alguna que otra vez me presentaba en un examen sin estudiar, pero siempre tenía un as en la manga, y no me refiero a las chuletas.

Me refiero a la lógica.

Si había algo que no sabía, intentaba deducirlo por lógica, y la verdad es que no me iba mal.

A ver, no sacaba notaza, pero sí me apañaba y al menos aprobaba, que es mucho más que lo que otros podían decir 😂

Pasaron los años y mi lógica siempre me acompañó a todas partes.

Acabé la carrera, y me presenté en una entrevista de trabajo para ser contable.

Contable… nada que ver con relaciones laborales, pero oye, era un trabajo, yo era joven y quería empezar a ganar mi propio dinero.

Por si te lo estás preguntando, no tenía ni puñetera idea de contabilidad.

El caso es que me hicieron dos pruebas. Una de inteligencia y otra de contabilidad.

Hasta aquí, nada fuera de lo normal. Era lo que cabía esperar… hasta que entraron Epi y Blas en la sala cuando acabé mis pruebas.

No eran Epi y Blas del todo, pero podían haberlo sido si fueran empresarios. Eran los dos socios de la empresa, y me recordaban mucho a ellos 😂

Me recordaban físicamente, porque uno era más bajito y ancho que el otro, que era muy delgado y alto.

¡Pero es que hasta las personalidades se parecían a las de los personajes del Barrio Sésamo!

Total, que se ponen a revisar mis respuestas de la prueba de contabilidad y se partían el culo.

  • Epi: ¡Mira mira! ¡Mira lo que ha puesto aquí! La verdad es que tiene lógica, ¡jajaja!
  • Blas: No sé… sí, pero no, ¿eh? No la podemos contratar.
  • Epi: ¡Pero mira esto otro! ¡jajajaja! Además, mira la prueba de inteligencia. Yo creo que puede aprenderlo.
  • Blas: Yo no lo veo, no lo veo… bueno, que decida Alicia.

Y Alicia dijo que sí.

Si crees que esta conversación la cuento como un chiste, no, no lo es. Yo estuve delante todo el rato y fue así 😂

Al final aprendí el oficio de contable en el campo de batalla, cuando alguien me enseñó, no en la universidad, .

Todo esto te lo cuento porque la lógica está muy bien. Si tienes instinto para el canto puedes llegar lejísimos, pero sólo si lo combinas con saber hacer.

Porque ese instinto, por lejos que te pueda llevar, no va a ser nada comparado con un entrenamiento guiado.

De hecho, alguien con menos «instinto» (llámalo talento), puede llegar mucho más lejos si suple esa carencia con trabajo y un plan sólido.

Y es una buena noticia, porque sabemos el trabajo que hay que hacer y cómo hacerlo, pero actualmente nadie sabe cómo enseñar el «talento». Es algo que se adquiere o se tiene al nacer. Hay algunas teorías, pero nada concreto.

Puedes ser más que el talento que puedas tener o no tener.

¿Por dónde empiezas? Por suscribirte a nuestra newsletter. Juuusto aquí debajo.

P.D.: Epi y Blas es como conocemos a Bert y Ernie en España. En latinoamérica se llaman Beto y Enrique, según Wikipedia.

Este artículo El día en el que Epi y Blas me contrataron pertenece a VoKalo.