¿Quién dirige tu vida?

Cuando somos niños, por lo general son nuestros padres los que toman las decisiones por nosotros.

Cómo vestirnos, qué comer, qué estudiar, cuándo jugar, cuándo trabajar, …

Obviamente, es algo bueno, porque a edades tempranas no estamos para tomar decisiones importantes.

El problema viene a medida que nos hacemos mayores.

Existe la ilusión colectiva de que, a partir de cierta edad, somos nosotros quienes tomamos nuestras propias decisiones.

Decisiones sobre el curso de nuestras vidas.

Pero es eso, una ilusión.

¿No me crees?

¿Cuántas veces te has quedado con ese trabajo porque es donde te aceptaron?

Una vez en ese trabajo, ¿cuándo lo dejaste porque querías algo mejor?

¿Cuántas veces has mantenido viva una amistad por pena o nostalgia? ¿O porque “es lo que hay que hacer”?

Y si entramos en relación de pareja, más de lo mismo. ¿Cuántas veces has seguido con esa persona porque la alternativa era la soledad?

Más vale malo conocido que bueno por conocer, ¿verdad?

En un momento de mi vida, empecé a odiar esa frase.

Es la frase del conformismo. La frase que hace que aceptes todo lo que no quieres en tu vida.

Que sea lo normal.

Luego tenemos los “Netflix” de la vida, las tentaciones.

Es más fácil ver una serie que levantar el culo y ponerte a practicar guitarra.

Esto lo digo por mí, porque es lo que me está pasando últimamente, y en parte escribo estas líneas para proporcionarme una gustosa autopatada en el culo.

Netflix, YouTube, Super Mario, … para cada uno de nosotros tiene un nombre diferente.

Si enciendes Netflix porque DECIDES hacerlo, adelante. Siempre tiene que haber lugar para el ocio.

Pero si es Netflix quien decide por ti… luego no te quejes de que no estás avanzando en tu proyecto.

(Nota mental: dejar de quejarme por no mejorar con la guitarra)

Al final, seguimos siendo niños y dejamos que decidan por nosotros.

Te dejo algo para que lo pienses: ¿de dónde viene el dejarnos llevar y que tomen las decisiones por nosotros?

Hace poco vi una frase de Nelson Mandela, que para mí es la respuesta:

Que tus decisiones sean reflejo de tus esperanzas, no de tus miedos.

Nelson Mandela

Puedes dejarte llevar y apuntarte a nuestra newsletter, o puedes decidir y apuntarte a nuestra newsletter.

Este artículo ¿Quién dirige tu vida? pertenece a VoKalo.

1968: una de las claves mentales para cantar mejor

Dick Fosbury fue un tío muy listo.

Fue atleta de salto de altura y ganó la medalla de oro en los juegos olímpicos del 68.

Seguramente pienses que en esta especialidad siempre se ha saltado de espaldas, pero no es así (yo lo pensaba hasta que supe de este tío).

Pero mejor te lo muestro. Quiero asegurarme de que te queda claro el mensaje que quiero transmitirte.

Así es como se hace hoy en día el salto de altura:

La verdad es que aquí el amigo no sale muy favorecido. Podría ser haber salido de alguna escena de The Ring o de El Exorcista, pero pillas la idea. Y así es como se saltaba hace muchos años:

Este cambio ocurrió porque a Dick Fosbury se le ocurrió saltar de espaldas después de probar formas y formas.

Todo esto a los 16 años… un crack.

Al principio, en la universidad, se reían de él. Cito: el salto de espaldas ya lo practicaba en el instituto y todos se reían de mí, considerándome un chiflado y algunos como un snob por salirme de las normas conocidas.

La historia siempre se repite cuando alguien se sale de la norma, sin importar si lo que está cambiando es para mejor.

Es un ejemplo que me encanta para demostrar que no porque algo sea lo más extendido sea necesariamente lo mejor.

Lo mismo nos pasa a nosotros desde hace más de 10 años, que hemos demostrado una y otra vez que NO trabajar con ejercicios de respiración y centrarte en otros aspectos más importantes hace que tu voz mejore muchísimo más rápido.

Que mejore más rápido, o ya simplemente que mejore, porque te puedes pasar años con ejercicios de respiración y no mejorar nada.

Recibimos correos y comentarios llenos de odio que son muy divertidos por decir estas cosas.

Todo este cuento te lo puedes aplicar a tu voz.

El concepto es sencillo: ¿no estás como quieres? Empieza a cambiar cosas.

Suena sencillo, pero como personas todos tendemos a repetir una y otra vez lo que conocemos. Funcionamos así…

Pero tienes que hacer un esfuerzo consciente en plantear una hipótesis y empezar a experimentar en esa dirección.

Por ejemplo, si sientes que para cantar notas agudas acabas rompiendo a falsete y no te gusta, aún y así, experimenta con el falsete.

Quién sabe… quizás eso te lleve a algo interesante.

La popularidad actual de mi estilo es un premio maravilloso a cuánto tuve que aguantar al principio con un estilo que no gustaba a nadie.

Dick Fosbury

Si quieres ahorrar años de experimentación, de prueba y error, siempre puedes optar porque alguien te guíe.

La guía más cercana está justo aquí debajo. Pon tu dirección de correo electrónico y recibe más consejos como este, uno al día.

Este artículo 1968: una de las claves mentales para cantar mejor pertenece a VoKalo.

Lo confieso: soy soprano

Sí, soy un tío, y soy soprano.

¿O quizás no lo soy? No lo sé… estoy confundido.

No, creo que lo tengo claro. NO soy soprano.

Pero entonces, ¿por qué puedo cantar notas agudas propias de una soprano?

¿Por qué puedo cantar notas que muchas mujeres no pueden? ¿Soy un bicho raro? ¿Un superdotado vocal?

Bicho raro un poco, pero superdotado vocal NI DE COÑA.

En los años que llevo entrenando voces, sólo he conocido a dos chicos que lo tienen tan difícil como yo, así que de don natural tengo más bien poco.

Ahora mismo me vienen a la cabeza dos alumnos míos, Luis y Gonzalo. Llevo con ellos 2 años y medio y un año, respectivamente.

Los dos cabrones ya están haciendo esas notas de soprano que tanto trabajo me costaron a mí, y todo apunta a que lo van a hacer mejor que yo en poco tiempo.

Esther también tiene a Rodrigo, que el maldito bastardo ha llegado a cantar un Re de la sexta octava. Si no sabes de notas, digamos que es una nota que sólo escuchan los murciélagos 😂

No, hablando en serio, un Re 6 está sólo a un tono y medio de la nota más aguda de La Flauta Mágica de Mozart.

Acuérdate de esta panda de frikis cuando pienses “yo no puedo”.

Y sobre todo, no te encasilles en un tipo de voz. Y que tampoco te encasille nadie.

Recuerdo a un cantante con el que trabajé hace un montón de años, unos 7 u 8. El tío era un tenor a todas luces, pero como a muchos tenores, le era imposible alcanzar notas un poco agudas.

Como no podía llegar, él mismo decía que era un bajo.

Un bajo es alguien con la voz de Darth Vader, o incluso más grave. Él no tenía esa voz, ni por asomo.

Lo malo del asunto era que, como él “era” un bajo, se empeñaba en cantar notas graves, y le quedaban fatal. Igual de mal que si las intentara cantar yo (también soy tenor… ¿o era soprano? 🤣).

Si eres una tía y piensas que estás libre de peligro, te equivocas, amiga mía.

Tengo a Magüi y a Merche que cantan notas graves propias de un tenor. ¿En qué las convierte? En Magüi y en Merche, nada más.

¿A dónde narices quiero llegar con lo que te estoy contando?

Te lo diré así: si hoy te dicen que eres una soprano y mañana te dicen que eres una alto, ¿qué cambiaría?

Físicamente, nada de nada. Tu voz sigue siendo exactamente la misma.

Mentalmente es otra historia. Quizás le cogerías más miedo a las notas agudas, y estarías condenada a cantar en un rango de notas que haría que tu voz suene apagada. Es decir, mal.

Así que si eres una tía, ya estás perdiendo el miedo a las notas graves. Me da igual el tipo de voz que tengas. Me juego el culo a que puedes cantar mucho más grave de lo que crees.

¿Eres un tío? Aplícate el mismo cuento con las notas agudas. Puedes cantar mucho más agudo de lo que crees.

¿No me crees? Hazte un favor y mira este vídeo. Es una puñetera locura.

¿Tu género es otro? Da igual, porque no afecta a tu tipo de voz.

De hecho, olvida todo lo que te acabo de decir. Pierde el miedo a cualquier nota, sea aguda o grave, y olvídate de los “yo no puedo”.
Para un vocal coach sí que es importante entender todos los tipos de voces que hay, y enfocar el entrenamiento desde ahí.

Para eso, apúntate a nuestra newsletter para saber cosas como esta.

Este artículo Lo confieso: soy soprano pertenece a VoKalo.

Sobrevive con el cráneo atravesado por una vara de metal

Phineas Gage es uno de los casos más famosos de lesión cerebral en la historia.

En 1848, Phineas sufrió un accidente en el trabajo mientras trabajaba como capataz de ferrocarril, cuando una barra de hierro de 3 metros de largo atravesó su cráneo y su cerebro.

El tío sobrevivió al accidente y recuperó la conciencia en poco tiempo.

No sólo eso. El colega viajaba con su vara de metal, como Robin a Batman, o como ketchup a las patatas fritas.

En Wikipedia tienes una explicación de su caso, algunos detalles interesantes, e incluso fotos del tío en cuestión, de su cráneo y de la vara de metal.

De esta historia me enteré hace dos días… y flipé mucho. Sigo muy loco con el asunto.

Este caso es considerado como uno de los primeros estudios científicos sobre la relación entre el cerebro y el comportamiento humano.

Esta historia me recuerda a esas personas que nacen sin brazos, por ejemplo. Recuerdo ver hace muchos años el caso de una señora que nació así, sin brazos.

En el documental explicaba cómo hacía su vida, y me dejó completamente loco ver cómo conducía su coche con los piés.

CON LOS PUÑETEROS PIÉS.

O esas otras personas que desafortunadamente se quedan paralíticas, sólo pueden mover la cabeza y aprenden a escribir e incluso pintar con la boca.

Recuerdo haber visto un reportaje sobre Ramón Sampedro cuando era adolescente. También me impactó muchísimo.

Con estos pocos casos y los cientos que hay en el mundo, podemos ver que el cerebro tiene una capacidad brutal de adaptarse y aprender.

Tú, que tienes el cerebro entero y plenamente funcional (espero), tienes todos los ases para ganar la partida.

¿Qué partida? Dímelo tú.

Quizás hace años podías cantar canciones que ahora no puedes cantar, y la cosa va cada vez a peor.

Si eres cantante profesional, entenderás mejor que nadie el problema que esto supone.

¿Significa esto que tienes que rendirte y dejar de cantar como te gusta? ¿O incluso retirarte?

Si piensas eso, ya has perdido.

Con la edad ocurren cambios físicos en la voz. Si juntas esos cambios con una mala técnica, tu voz va a ir peor.

Pero si desarrollas una buena técnica, no tienes por qué perder rango. De hecho, el color de tu voz poco a poco se hará más rico en armónicos.

O quizás cantas bien, te gusta cómo lo haces, puede que hasta de forma profesional, nuevamente, pero siempre has querido hacer cosas que otros cantantes pueden y tú no.

Si te va bien conformarte con lo que tienes y eres feliz así, no voy a ser yo quien intente hacerte cambiar de idea.

Pero si sabes que tienes potencial que no estás usando, que sepas que tienes un cerebro que puede aprender cosas que no esperas, y que se puede adaptar bastante rápido.

Puedes crear esos caminos neuronales necesarios para cantar esas cosas que ahora no puedes.

¿Realmente es posible? Depende de a quién le preguntes. Si le preguntas a alguien que no sabe cómo hacer eso realidad, pues no, no es posible.

¿Fácil? Depende de a quién le preguntes. Hay a quién le cuesta más, hay quién menos. Lo que está claro es que si trabajas, lo consigues.

Insisto: SI TRABAJAS. Nadie te lo va a regalar. No por nada en especial, si no porque es algo que no se puede regalar.

Te lo tienes que ganar. Empieza a ganártelo apuntándote ya a nuestra newsletter.

Este artículo Sobrevive con el cráneo atravesado por una vara de metal pertenece a VoKalo.

Tú sigue poniendo excusas si no quieres llegar a nada

El 90% de los fracasos vienen de las personas que tienen el hábito de poner excusas

George Washington Carver

Que si tengo un mal día, que he estado con un resfriado, hoy no sé qué me pasa porque esto siempre me sale, es que me acabo de despertar y mi voz necesita unas horas para calentarse, es que se me tensa el cuello y no puedo hacerle nada, …

¿Te suena alguna de estas?

Las excusas son algo curioso.

Cuando oyes a alguien darte excusas de lo que sea, es inevitable pensar que son unos pringaos, unos quejicas.

Pero cuando eres tú quien da excusas, te las crees. En tu mente son 100% ciertas, y justifican el por qué has hecho o no has hecho algo.

¿Sabes qué? Da igual si son excusas baratas o si son razones de peso.

El universo no va a ser benévolo contigo sólo porque te haya pasado algo injusto, o porque te haya dado pereza levantarte de la cama para practicar canto antes de ir a trabajar.

Tampoco te van a regalar nada por dar pena.

A más de uno se la podrás colar una vez, quizás dos, pero tres ni de coña.

Si eres del tipo de persona que pone excusas para todo, sabiendo que son excusas, creo que no tienes salvación 🤣

¡No no! Lo digo de verdad.

Si crees que el mundo te debe algo sólo por existir y que, hagas lo que hagas, siempre hay algo que se interpone en tu camino y no puedes hacer nada para superarlo, te invito amablemente a que dejes de leer.

Pero si eres del tipo de persona que cuando sueltas una excusa te sientes mal por dentro y no sabes bien porqué, tengo un ejercicio para ti.

Se trata de entrenar a tu mente para reconocer cuando cascas una excusa y corregir el rumbo.

Es un ejercicio que se utiliza para meditar, pero el otro día leí un artículo que lo enfocaba un poco diferente. Me gustó y lo quiero compartir contigo.

El ejercicio consiste en sentarte o tumbarte, cerrar los ojos, y llevar toda tu atención a tu respiración.

Parece una tontería, pero es bastante difícil. Normalmente en menos de 1 minuto ya estás pensando en otras cosas.

Cuando te das cuenta de que tu atención ya no está en la respiración, tienes que obligarte a centrarte en ella otra vez.

Así una y otra vez.

Esto te hace tomar el control de tu mente, lo cual ayuda enormemente a dejar de poner excusas. Tú controlas tus pensamientos y como consecuencia controlas tus acciones.

Es un ejercicio muy chulo que te recomiendo que pruebes, aunque sea por curiosidad. Te puede hacer más consciente de lo alocadas que son nuestras mentes.

El artículo que leí decía que la gente se suele frustrar con este ejercicio, porque hace que te enfoques en el error.

Es decir, cada vez que te pillas sin prestar atención a tu respiración, es un fallo.

“¡¡Argh!! He vuelto a despistarme. Venga, concéntrate, cabeza de melón.”

Y creo que es verdad. Por eso, el cambio que proponía me gustó tanto.

El autor proponía darte un punto por cada vez que consigas volver a redirigir tu atención en tu respiración.

Creo que tiene mucho sentido, porque realmente es un logro conseguirlo, dado que la mente, de forma natural, quiere pensar en otras cosas.

¡Dale una oportunidad! No es fácil, pero tomar decisiones en piloto automático no es buena idea.

Apuntarte a nuestra newsletter no requiere tanto esfuerzo de concentración. Sólo tienes que bajar, poner tu correo electrónico y pinchar el botón.

Este artículo Tú sigue poniendo excusas si no quieres llegar a nada pertenece a VoKalo.