…Mientras la lluvia fuera cae a cántaros.

Tal y como podemos leer en la Wikipedia 
Las cuatro estaciones es el título de un libro de cuatro conciertos para violín y orquesta (La primaveraEl veranoEl otoño y El invierno) del compositor italiano Antonio Vivaldi, incluido en Il cimento dell'armonia e dell'inventione, Op. 8. Se trata de una obra descriptiva o programática que evoca, a través de elementos de lenguaje musical, distintos aspectos de las estaciones del año.
Cada uno de ellos consta a su vez de tres movimientos, RÁPIDO-LENTO-RÁPIDO, según el gusto italiano.
Pues bien, como práctica musical del Barroco les propuse a los alumnos de 1º de Bachillerato abordar la interpretación del 2º movimiento del 4º concierto, original en fa menor, Op.8, RV 297, L'inverno.
Para ello nos servimos de la adaptación de mi admirado Massimo Penessi. Os la incrusto aquí abajo para mayor comodidad, pero os recomiendo muy encarecidamente que la leáis en su contexto, en la fantástica entrada que sobre el Invierno de Vivaldi hace en su muy recomendable blog Educación Musical.



Queríamos hacer una interpretación lo más historicista posible, pero teníamos dos pequeños problemas: nos faltaba un violín solista y una orquesta de cuerdas.
No todo puede ser, a cambio en este grupo tenemos la suerte de contar con una flautista cuasiprofesional, Cristina y con un pianista-clavecinista igualmente preparado, Jorge. Así pues ya teníamos las partes fundamentales de la textura de la melodía acompañada barroca, linea melódica y bajo continuo.
Nos faltaba el relleno (ripieno), los arpegios y acordes que van en medio y que en esta obra resultan imprescindibles para simular las gotas de lluvia que una orquesta de cuerdas solventaría con un pizzicato. Para ello contamos con una bateria de metalófonos, xilófonos y carillones y músicos tan preparados como Paula, Lorena, Sara, Patricia, Danae, Dani, Aitor y Samuel. No les gustan los vídeos  así que les propuse grabar el sonido y subirlo a Soundcloud. Este es el fantástico resultado. Atentos al final. Un prodigio barroco.



Pues eso, como escribía el Prete Rosso en el manuscrito de esta bellísima obra:
Pasar junto al fuego los días tranquilos y contentos mientras la lluvia fuera cae a cántaros

El trino y el diablo

Tartini (PD WIkipedia)El trino consiste en la alternancia rápida de dos notas separadas por un intervalo de segunda mayor (un tono) o menor (un semitono). Al igual que los demás adornos musicales, durante siglos los compositores no lo anotaban en sus partituras, de manera que su realización quedaba al gusto del intérprete y a ciertas convenciones no escritas. Más adelante los trinos (y los demás adornos) empezaron a anotarse, pero el intérprete no siempre tenía claras las intenciones del compositor, ya que los símbolos empleados indicaban la presencia del adorno pero no aclaraban de qué manera había que realizarlo (en el caso del trino, por ejemplo, algunas de las dudas más usuales son: con cuál de las dos notas empezar, trinar durante toda la duración de la nota o sólo en una parte de ella y terminar de manera directa o con resolución, esto es, con la ayuda de una tercera nota inferior a la más grave de las dos).

A principios del siglo XVIII, diversos músicos redactaron tratados sobre la práctica interpretativa de sus instrumentos en los que dedican algún capítulo a la correcta realización de los adornos. Entre los más importantes están L’art de toucher le clavecin de François CouperinVersuch über die wahre Art das Clavier zu spielen de Carl Philipp Emanuel Bach, ambos enfocados a los instrumentos de teclado, y Regole per arrivare a saper ben suonare il violino de Giuseppe Tartini, dedicado al más agudo de los instrumentos de cuerda frotada.

Desde el punto de vista puramente mecánico, la principal diferencia en la ejecución de un trino en un instrumento de teclado o en uno de cuerdas consiste en que en el primero se mueven dos dedos que presionan dos diferentes teclas alternativamente, mientras que en el segundo sólo se mueve uno de los dos dedos implicados, el que acorta la cuerda cuando baja y la vuelve a liberar cuando se levanta. La presión constante en la cuerda del dedo que no se mueve puede aumentar el riesgo, presente en ambas clases de instrumentos, de que esos movimientos rápidos y repetidos generen tensiones musculares estáticas en el resto de la mano. Por eso los trinos más difíciles de realizar son los que se realizan simultáneamente a una melodía. Esto es el caso del trino del diablo, un fragmento del tercer movimiento de la sonata homónima del citado violinista italiano, del que hoy mismo celebramos el 320º aniversario de su nacimiento.

Il trillo del diávolo

Clic en la imagen para descargar la partitura completa

Tartini compuso esa sonata para violín y bajo continuo para intentar recuperar la pieza que tocó para él en un sueño el mismo diablo. Por lo menos eso es lo que relata Jérôme Lalande, atribuyendo las siguiente palabras al violinista:

Una noche soñé que había hecho un pacto y que el Diablo estaba a mis órdenes. Todo salía como deseaba y mi voluntad siempre era satisfecha por mi nuevo sirviente. Imaginé que le daba mi violín para ver si había venido para tocar alguna bella aria para mí, pero mi asombro fue enorme cuando escuché una sonata tan singular y bella, ejecutada con tanta superioridad e inteligencia que no podía imaginar nada que pudiese compararse. Experimenté tanta sorpresa, abstracción y placer que se me cortó la respiración. Esa violenta emoción me despertó y en seguida cogí mi violín deseando recordar algo de lo que acababa de escuchar, pero fue en vano. La pieza que compuse entonces es ciertamente la mejor que jamás he escrito, pero es tan inferior a aquello que tanto me había emocionado que hubiera partido en dos mi violín y abandonado la música para siempre si hubiera sido capaz de renunciar a los momentos de felicidad que ésta me concede.

El sueño de Tartini, de Louis-Léopold Boilly

El bajo continuo de una sonata para violín originariamente se realizaba para dos instrumentos: uno que tocaba la línea melódica del bajo (generalmente un violonchelo o una viola da gamba) y otro que realizaba la armonía, rellenando con acordes el espacio entre las dos melodías, la del bajo y la del violín (generalmente un instrumento de teclado como el clavecín o el órgano o, menos frecuentemente, un instrumento de cuerda pulsada, como la tiorba).

El siguiente vídeo contiene el tercer movimiento de esa sonata, con el famoso trino (y muchos trinos más). Lamentablemente no conozco el nombre de los tres excelentes intérpretes, violinista, violonchelista y clavecinista. La imagen estática del vídeo es la estatua de Tartini erigida en la homónima plaza de Piran, en su ciudad natal, en aquel entonces perteneciente a la República de Venecia y actualmente en Eslovenia, a pocos kilómetros de la frontera italiana.

Actualmente es más frecuente que sea un único instrumento el que acompañe al solista, generalmente un piano. En el vídeo siguiente, grabado en 1990, podemos escuchar la interpretación del violinista Itzhak Perlman y la pianista Janet Goodman Guggenheim.

Esta sonata es tan fascinante que se han realizado arreglos para varios instrumentos. Sólo uno como ejemplo, el que me ha resultado más impresionante: la flauta dulce. Pues sí, ese  mismo instrumento que utilizamos en la escuela porque tiene una serie de ventajas -y realmente pocos inconvenientes- para esa finalidad, algunas de las cuales son: su relativa facilidad de emisión del sonido y de digitación en comparación con otros instrumentos, su precio muy asequible y su tamaño y peso muy reducidos, que permite transportarla a los niños y niñas ya sobrecargados de libros, cuadernos y otros materiales escolares.

En este último vídeo, Michala Petri, gran virtuosa de este instrumento, nos asombra con un arreglo en el que consigue superar estupendamente la limitación más importante de la flauta, la imposibilidad de producir dos notas simultáneamente, gracias a su sorprendente agilidad, que le permite alternar los trinos con las notas de la melodía tan rápidamente como para que nuestro oído pueda percibir dos líneas melódicas continuas. La acompaña a la tiorba Lars Hannibal.

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El bajo continuo: ¿una moda pasajera del Barroco?

El Bajo Continuo, fue tan importante durante los siglos XVII y XVIII que algunos historiadores se refieren al Barroco como la época del Bajo Continuo. No hay aria, recitativo, coro, concerto, sonata en la que no se oiga esta textura que, os recuerdo consiste en una melodía grave + acordes o arpegios
El bajo continuo puede ser realizado por un instrumento solo, siempre que sea polifónico (claveórganoo por varios instrumentos,  uno grave que haga la  melodía del bajo (violoncello, viola da gamba, fagot...) y otro como el arpa o el laúd, que haga los acordes, arpegios o ripieno. 
De la parte del bajo continuo el compositor solo escribía la melodía del bajo y unos números o cifras (por eso a veces al bajo continuo se le llama bajo cifrado). En el ejemplo de abajo podéis ver la parte del bajo cifrado (la que lleva clave de Fa) que pone Violone e Cembalo, es decir violonchelo y clave. Está claro que el chelo hace las notas que están escritas, pero ¿qué hace el clave? Muy fácil, interpreta las cifras como acordes o arpegios tomando la nota escrita como la fundamental del acorde y el número le sirve para sacar la otra u otras notas del acorde. Por ejemplo, la primera cifra que vemos es un 6 debajo de Si bemol, quiere decir que el clave tiene que tocar también una sexta por encima, es decir fa


Esto es un aspecto muy interesante del bajo continuo ya que permitía al interprete un alto grado de improvisación y variación. Una misma obra tocada por distintos interpretes sonaba siempre distinta ya que la cifra podía ser interpretada de forma personal: arpegiada, en acordes, con notas de relleno, en octavas distintas, y por supuesto con distintos instrumentos.
Mirad estos dos ejemplos de una misma obra, Si dolce è el tormento de Monteverdi que hemos tocado en clase. Son la misma y son distintas. Monteverdi solo escribio la melodia de la voz y la del bajo, lo demás lo ponen los intérpretes.  Esa es la grandeza del bajo continuo.





Y todo esto empezó a desaparecer a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, a medida que se fue afianzando el estilo galante que luego sería conocido como clasicismo donde la textura de la melodía acompañada sustituyó a la del bajo continuo. Pero, oh milagro, escuchad esto, ¿oís ese bajo eléctrico y ese piano acompañando a la voz? Esto es de ahora, se llama JAZZ y de algún modo sigue utilizando la técnica del bajo continuo.




 Y un vídeo curioso, esto es un basso ostinato, es decir un bajo continuo que repite un patrón melódico insistentemente ¿a que no adivináis cual de los 5 músicos lo hace? ¿Y la parte de los acordes?