A más de uno el título le habrá recordado a Mao Tse-Tung: basta una traducción innecesaria y nos encontramos en la China popular en vez de la Cataluña medieval, hablando en mandarín en vez de latín.
Además, si nos fijamos en lo bien que suena en catalán, ya no pueden quedar dudas de que, aunque está muy bien saber que quiere decir Libro rojo, merece la pena hacer un muy pequeño esfuerzo de memoria y pronunciación y llamarlo Llibre vermell, el nombre con el que se le conoce desde el siglo XIX, cuando se encuadernó ese manuscripto, que ya tenía entonces alrededor de medio milenio, con una cubierta de terciopelo rojo, remplazada a mediados del siglo pasado por otra de piel del mismo color.
El Llibre vermell contiene diez obras musicales, cantos y danzas, que servían de entretenimiento para los viajeros que iban de peregrinación al santuario de Montserrat. Entre ellas está la danza Stella splendens, un virelai a dos voces. Tras el vídeo con la interpretación del grupo Alla Francesca está el arreglo para dos flautas dulces, extraído del manuscrito original.
Tanto las notas graves (sobre todo las inferiores al mi) como las agudas (las que necesitan destapar la mitad del portavoz) son las más difíciles de tocar en la flauta dulce, ya que no dependen sólo de la correcta posición de los dedos sino también de una adecuada emisión del aire.
Son dos los parámetros que tenemos que vigilar si queremos que suene la nota exacta y con la intensidad deseada: la cantidad y la presión del aire que soplamos en el instrumento. El problema está en independizar esos dos parámetros, de tal manera que, por un lado, las notas graves mantengan una sonoridad plena y no sobresalga ningún armónico y por el otro, las agudas no se conviertan en pitidos insoportables.
Hay un truco que me está dando resultados estupendos: en vez de hablar de presión les hablo de temperatura del aire. Dicho de otra manera, las notas graves se tocan con aire caliente y las agudas con aire frío: cuanto más aguda sea la nota, más frío deberá ser el aire que emplearemos. La efectividad de este truco está en que este nuevo concepto (la temperatura) es más fácil de experimentar y medir empíricamente que el anterior (la presión) colocando una mano a breve distancia de la boca. Su eficacia es máxima cuando lo traducimos a imágenes:
el aire caliente empaña un cristal, el frío apaga la llama de una vela
Gracias a esta simple imagen mis alumnos y alumnas no tienen ninguna dificultad para tocar un do grave fuerte y limpio.
Para que las notas de la segunda octava suenen bien y no resulten chillonas se necesita otro pequeño esfuerzo de imaginación: hay que apagar una sola velita puesta encima de una tarta de cumpleaños teniendo cuidado de que no se vuele todo el azúcar glas del pastel.
Imposible pensar en la Pantera Rosa sin que nos venga a la mente la música que acompaña sus curiosísimos andares, esa pegadiza melodía que tanto se ajusta a ese felino surrealista gracias a la elegancia algo enigmática de su cromatismo, la agilidad cautelosa de su ritmo y el cálido timbre del saxofón.
El autor de esa partitura es Henry Mancini, compositor de una lista larguísima de bandas sonoras, además de jazz, género cuya influencia es muy evidente en la música de la citada serie de animación. Por su música de cine recibió un gran número de galardones: nada menos que 20 Grammy, 4 Óscar y un Globo de Oro. Sólo por citar algunos de sus éxitos: Moon River (de la película Desayuno con diamantes), Days of Wine and Roses (del homónimo filme) y el tema principal de la película Peter Gunn, cuyo cover más famoso apareció en The Blues Brothers.
Hoy hace exactamente 86 años del día en que nació. Lamentablemente hace casi 16 años que nos ha dejado. Mis alumnos y alumnas y yo lo recordaremos tocando con nuestras flautas su melodía más famosa.
Hace ya unas semanas que varios chicos de 2ºA me vienen pidiendo “la partitura de la música de El Padrino“: otro alumno de la misma clase, que estudia guitarra en el Conservatorio y toca la flauta travesera en la Banda Municipal de Mijas, ha sacado las notas gracias a su oído muy bien entrenado y a veces se le oye tocarla por el pasillo, mientras, junto con sus compañeros y compañeras, se acerca al aula de Música para empezar nuestra hora de clase.
Les encanta esa melodía simplemente por cómo suena: ni han visto la película, ni conocen el nombre del compositor y tampoco saben que éste, Nino Rota, ganó un Óscar gracias a esa banda sonora. Tampoco ha vuelto a estar de moda por sonar como fondo de un anuncio; en fin, ninguna influencia extramusical motiva la insistencia de estos alumnos y alumnas, sólo las ganas de aprender a tocar con sus flautas más y más obras musicales.
Aprovechando el día del aniversario de la muerte de Nino Rota, que ocurrió hace exactamente 31 años, les he preparado el ansiado arreglo.
Pero, antes de pasar a la acción, vamos a recordar la obra de este compositor, famoso sobre todo por su música de cine. Además de esa aportación a los largometrajes de Francis Ford Coppola, Rota colaboró con otros grandes directores, entre los cuales destacan Luchino Visconti (Noches blancas, Rocco y sus hermanos, Boccaccio 70 y El Gatopardo) y Federico Fellini (una larga lista de filmes de la que por brevedad sólo citaré Las noches de Cabiria, La dolce vita, 8½, Roma y Amarcord).
Su producción musical no cinematográfica es menos conocida pero no por eso menos interesante: basada en una estética clásico-romántica, tanto por el uso de las formas como de la armonía de ese siglo y medio, tiene su fuerza en las melodías frescas, brillantes y rebosantes de vitalidad e ironía, como las que podemos escuchar en su Concerto per trombone, compuesto en 1966.
Volviendo a su obra galardonada con la estatuilla de Hollywood, realizando este arreglo didáctico para flauta dulce me he encontrado con la necesidad de evitar unas notas demasiado agudas para el nivel del alumnado al que está dirigido. Así que, como mal menor, he optado por suprimir un par de notas graves, que, de todas formas, siguen en el acompañamiento del piano.
… nunca sabes qué te va a tocar. Esta frase solía decírsela su mamá al entrañable Forrest Gump, el protagonista de la homónima película ganadora de 6 Premios Óscar y nominada a otros 7, imagino que para animarle al optimismo. Pero no me atrevo a profundizar en su significado, por respeto a otra ingeniosa frase de esta sabia señora: tonto es el que dice tonterías.
Forrest Gump cuenta con la banda sonora de Alan Silvestri, compositor estadounidense especializado en música de cine, que hoy cumple 60 años. Además de felicitarlo cordial y sinceramente, voy a presentarlo a mis alumnos y alumnas, no sólo haciéndoles escuchar algún fragmento de sus obras, sino también arreglando el tema principal de esa película para que puedan tocarla con la flauta dulce.
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