He visto nacer a EABE y lo estoy viendo crecer y, como si de un niño se tratara, así lo voy a describir hoy, el día después de su tercera edición.
El Encuentro Andaluz de Blogs Educativos nació en 2009 en Almería, EABE09, con una celebración oficial por todo lo alto por parte de la Dirección General de Profesorado y Gestión de Recursos Humanos y una organización impecable del CEP Indalo de Almería.
Tras ese bautizo espectacular, la criatura fue literalmente abandonada por la administración, mas no por los y las docentes que la vimos nacer y que nos encargamos personalmente de que no le faltara de nada de lo imprescindible (no le pudimos dar muchos caprichitos, pero casi mejor, que no queremos que se nos vuelva pija, la criatura).
Llegamos así a EABE10, encuentro amparado por el CEP de Guadix en el que unos 70 docentes de toda Andalucía, más algunos y algunas de otras regiones españolas, celebramos la culminación de la infancia pobre pero feliz de EABE, que discurrió entre Almería, Palma del Río, Granada y, naturalmente, Twitter.
EABE no ha parado de crecer: ya es todo un hombrecito (o una mujercita, si algún día encontramos una nueva denominación que nos permita describir mejor qué es ahora EABE sin perder el acrónimo, al que tenemos demasiado cariño).
EABE está en plena adolescencia, una edad que me suscitaba un poco de recelo cuando empecé a trabajar en la ESO, pero que ahora que conozco mejor gracias a mi trabajo diario y a mis fantásticos alumnos y alumnas, simplemente adoro. Una edad difícil, desde luego, llena de contradicciones y conflictos pero también de entusiasmo y vitalidad, de ideales y de ganas de comerse el mundo. Esas dos vertientes (crisis y entusiasmo) son tal vez los elementos que hacen posible ese desarrollo (significado de adolescencia atendiendo a su etimología).
No voy a hacer una crónica del encuentro: estaba presente Juanma Díaz, el cronista inmejorable de estos eventos, así que, ubi maior minor cessat, a su blog os remito para conocer los detalles de lo que ocurrió en Casares durante los dos últimos días, además de a la wiki oficial del encuentro. Sólo unas palabras de felicitación y agradecimiento para el equipo asesor del CEP Marbella-Coín, por el gran esfuerzo organizativo que ha producido un resultado realmente espectacular y un abrazo cariñoso a las estupendas personas que he vuelto a ver o he conocido en el encuentro.
Lo que quiero hacer aquí es un ejercicio de autoevaluación especialmente autocrítico, pues somos adolescentes como grupo pero como individuos somos adultos, y encima docentes, y creo que sí podemos y debemos aprovechar el potencial educativo del error, limitándome al que me pareció el más grave de nuestros errores, típicamente adolescencial (quizás por eso sea inevitable que pasemos por ellos): la autocomplacencia que demostramos cuando nos comparamos con los que no hacen o piensan lo mismo que nosotros (somos la élite, somos los que vamos a cambiar la educación, somos los que lo hacemos bien en un mundo docente que lo hace muy, pero que muy mal, etc.) que en ciertos momentos me ha hecho sentir tan a disgusto como me sentiría en una de esas actuaciones de los predicadores de masa que tanto abundan en Estados Unidos, con tonos tremendistas y con dedos apuntando al resto del profesorado para acusarles de destrozar la vida de alumnos y alumnas.
Personalmente creo que se trata de un grave error porque no es cierto -por lo menos no del todo y menos aún en esos términos-, no es justo y tampoco es útil a nuestra finalidad principal, que es mejorar la educación.
No creo que seamos la élite (ni me gusta que así me definan, aunque sí acepto con gusto la definición de avanzadilla, los pioneros y pioneras, o como queráis definir a quienes exploran el terreno en búsqueda de nuevos caminos que lleven a la meta deseada para abrir paso a los y las que seguirán) ni que los demás lo hagan tan mal (he conocido muchísimas, pero muchísimas experiencias de docentes menos ruidosos y menos 2.0 que nosotros frente a las que no puedo evitar sentir una profunda admiración).
Pero, aunque llegara a ser cierto (insisto para que no haya equívocos, no lo es), ¿cómo queremos cambiar la educación si replicamos las mismas actitudes que criticamos justamente con nuestros compañeros y compañeras que, con toda su buena voluntad y humildad, se nos acercan esperando que les acojamos y les guiemos de la mano, con el cariño y la cercanía que reivindicamos para el alumnado pero negamos a los colegas? Me temo que, aunque individualmente desbordamos empatía, en grupo carecemos de ella: ¿cómo se sentirán el lunes a primera hora, al entrar en su clase, los compañeros y compañeras que se han acercado a EABE esperando mejorar su práctica docente y se han ido viendo que no tenían cabida en un grupo cerrado, en una élite que despotricaba sobre la inmensa mayoría del profesorado? No nos olvidemos que quien llegó allí sin tener blog ni Twitter, conociendo el evento por el CEP o por Séneca, posiblemente tenga más facilidad para identificarse con la inmensa mayoría que con la pequeña élite.
Espero que nadie malinterprete este post: me ha encantado ver que EABE11 está en la edad del pavo (esta afirmación la comprenderían bien mis alumnos y alumnas, que están felices con su pavo que nombran muy a menudo riéndose de él así como yo me río de gusto con ellos de mi peinado o de mi acento e italianismos que imitan con frecuencia), pues eso quiere decir que está creciendo sano y fuerte.
Ya ha terminado EABE11, que no es el final de un camino ni el principio de otro. Es un punto más en un largo recorrido que sigue en la red y que nos llevará, dentro de un año, a EABE12, posiblemente en Carmona.
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