Continúo la serie de posts con recuerdos sobre mi etapa de formación musical que he venido a llamar "Viviendo la música".
Después del año de preparatorio de solfeo fui muy ilusionada a elegir canto como instrumento y... mi gozo en un pozo.
En ese momento me dijeron que hasta los dieciséis no podría estudiar canto (así de nefasto era el plan de estudios de canto en España a la sazón, la ciencia ha demostrado que los niños pueden aprender a cantar y lo hacen mejor, como cualquier otra actividad, con guía y retroalimentación). Este hecho en la mente de una niña de ocho años (y en la de toda persona sensata) chocó con una realidad, porque yo ya cantaba.
Como no dejaban en el conservatorio estudiar canto a los ocho años empecé a estudiar piano porque me dijeron que me haría falta para la carrera de canto.
Fue mi motivación principal, pero pienso que obligar a un niño a estudiar otro instrumento para poder estudiar el que desea no es estrategia motivadora alguna.
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