Hola a todos mis chicos y chicas de 6º curso de Primaria.Lo prometido es deuda.
Como comentamos en clase, G. Verdi compuso una estupenda ópera llamada Aida. Hemos estado trabajando un pequeño fragmento de la "Marcha triunfal" como medio para conocer una nueva figura musical: el tresillo de corcheas. Pues aquí os dejo un enlace a un video de ese fragmento interpretado por un grupo de cámara de instrumentos de viento metal de The Orchestra of the Royal Opera House.
Recuerda que os he planteado un reto: poner letra a este fragmento musical adecuándote al ritmo.
A continuación os dejo otro video donde la misma pieza está interpretada por orquesta y donde podéis ver imágenes de sus decorados y representación, en una de sus versiones.
Para que lo tengáis todo reunido, y gracias a los recursos que otras personas cuelgan en internet, os dejo un enlace más con la partitura del fragmento que hemos trabajado.
Bueno, mis queridos alumnos, ahora os toca a vosotros. Intentad inventar una letra sobre el tema que queráis, pero recordad que debéis poder cantarla porque se adecue al ritmo. ¡Ánimo, estoy segura que lo podéis hacer muy bien! Espero vuestros resultados en los comentarios.
Hola a todos mis chicos y chicas de 6º curso de Primaria.Lo prometido es deuda.
Como comentamos en clase, G. Verdi compuso una estupenda ópera llamada Aida. Hemos estado trabajando un pequeño fragmento de la "Marcha triunfal" como medio para conocer una nueva figura musical: el tresillo de corcheas. Pues aquí os dejo un enlace a un video de ese fragmento interpretado por un grupo de cámara de instrumentos de viento metal de The Orchestra of the Royal Opera House.
Recuerda que os he planteado un reto: poner letra a este fragmento musical adecuándote al ritmo.
A continuación os dejo otro video donde la misma pieza está interpretada por orquesta y donde podéis ver imágenes de sus decorados y representación, en una de sus versiones.
Para que lo tengáis todo reunido, y gracias a los recursos que otras personas cuelgan en internet, os dejo un enlace más con la partitura del fragmento que hemos trabajado.
Bueno, mis queridos alumnos, ahora os toca a vosotros. Intentad inventar una letra sobre el tema que queráis, pero recordad que debéis poder cantarla porque se adecue al ritmo. ¡Ánimo, estoy segura que lo podéis hacer muy bien! Espero vuestros resultados en los comentarios.
Los comienzos de la fulgurosa carrera de la soprano Anna Nebretko parecen sacados de un cuento de hadas: con 16 años se fue de su ciudad natal para ir a estudiar canto en el Conservatorio de San Petersburgo. Para mantenerse y pagar sus estudios, en esos años Anna estuvo trabajando de limpiadora en el Teatro Mariinski, hasta que el director artístico de esa misma institución, Valeri Gérgiev, tras oírla en una audición, reconoció su talento y se convirtió en su mentor. Por esta anécdota, hace algo más de seis años, el periódico británico The Daily Telegraph no dudó en definir a Anna Netrebko como “la soprano cenicienta“.
Actualmente Anna ocupa un puesto muy destacado en el mundo de la ópera por unir a su grandiosas cualidades vocales -una voz de soprano lírica plena, potente y extremadamente expresiva que ya tuvimos ocasión de escuchar en este blog- a un gran temperamento y una presencia carismática en el escenario, algo muy evidente en el siguiente vídeo, el final de la histórica Traviata que interpretó el el Festival de Salzburgo de 2005.
Al igual que muchos otros personajes famosos, además de tener su web oficial Anna Nebretko está presente en varias comunidades online, como Facebook, MySpace o Flickr. Entre estos espacios merece la pena destacar su canal de YouTube, Ask Anna, un videoblog en el que mensualmente contesta a las preguntas que le envían sus fans mediante el formulario que aparece en su web. Unos conocimientos básicos de inglés son suficientes para entender las palabras de Anna, pues habla pausadamente y con muy buena pronunciación, a pesar del marcado acento ruso.
Anna Nebretko cumple hoy 41 años. Además de desearle que disfrute de un día estupendo, le enviamos desde aquí nuestros mejores augurios para una larga vida llena de éxitos y felicidad.
A finales del siglo XIX, un muchacho napolitano -hijo de una limpiadora y un obrero al que tuvo que ayudar en su trabajo con tan sólo 10 años para contribuir a la maltrecha economía familiar- empezó una carrera musical que transformó totalmente su vida. Entre 1895 y 1920 Enrico Caruso pisó el escenario de los teatros de ópera más importantes del mundo, además de entrar en millones de hogares gracias a sus discos, una tecnología que acababa de empezar a popularizarse. En el siguiente vídeo podemos oír una de esas grabaciones, en la que, a pesar de la baja fidelidad de esa tecnología primitiva, podemos apreciar la maravillosa voz del tenor interpretando (según el gusto de la época) una de las arias más conmovedoras de toda la historia de la ópera, E lucevan le stelle. El personaje de esta romanza es Mario Cavaradossi -preso político tras la caída de la República Romana, en 1800- en su última hora de vida. Muy pronto le llevarán delante del pelotón de ejecución y en ese momento, junto con su vida, le arrebatarán el amor de su Floria Tosca.
E lucevan le stelle
e olezzava la terra,
stridea l’uscio dell’orto
e un passo sfiorava la rena.
Entrava ella, fragrante,
mi cadea fra le braccia.
Oh! dolci baci, o languide carezze,
mentr’io fremente
le belle forme disciogliea dai veli!
Svanì per sempre il sogno mio d’amore…
l’ora è fuggita,
e muoio disperato!
E non ho amato mai tanto la vita!
Y brillaban las estrellas,
Y olía la tierra,
chirriaba la puerta del huerto,
y unos pasos rozaban la arena.
Entraba ella, fragante,
caía entre mis brazos.
¡Oh, dulces besos! ¡Oh, lánguidas caricias,
mientras yo, tembloroso,
liberaba sus bellas formas de los velos!
Se desvaneció para siempre mi sueño de amor…
el momento ha huido,
¡y muero desesperado!
¡Y no he amado nunca tanto la vida!
A su vez, Lucio Dalla, cantautor italiano fallecido a principios de este año, compuso una canción sobre el mismo tema cuyo título es Caruso. En ella cuenta los últimos días del famoso tenor en su Nápoles natal. Caruso falleció con sólo 48 años por una enfermedad pulmonar que arrastró durante varios meses. Su muerte prematura, ocurrida mientras estaba en el ápice de su carrera, conmocionó al mundo entero y contribuyó a transformar su figura en auténtica leyenda.
La desesperación del Cavaradossi pucciniano se diluye en resignación en el Caruso dalliano: los paisajes, los recuerdos, las metáforas, los gestos, el grito de amor del estribillo, todo en esta poesía es pura melancolía, nostalgia anticipada de lo que se le está escapando junto con la vida, algo que sólo se puede aceptar viviendo más intensamente el presente, disfrutando de los abrazos y miradas de la persona amada (la muchacha a la que abraza en la canción es su mujer Dorothy, veinte años más joven que él) y de la música.
Qui dove il mare luccica e tira forte il vento su una vecchia terrazza davanti al golfo di Surriento un uomo abbraccia una ragazza dopo che aveva pianto poi si schiarisce la voce e ricomincia il canto.
Te voglio bene assaie ma tanto tanto bene sai è una catena ormai che scioglie il sangue dint’e vene sai.
Vide le luci in mezzo al mare pensò alle notti là in America ma erano solo le lampare e la bianca scia di un’elica. Sentì il dolore nella musica, si alzò dal pianoforte ma quando vide la luna uscire da una nuvola gli sembrò dolce anche la morte. Guardò negli occhi la ragazza, quegli occhi verdi come il mare, poi all’improvviso uscì una lacrima e lui credette di affogare.
Te voglio bene assaie ma tanto tanto bene sai è una catena ormai che scioglie il sangue dint’e vene sai.
Potenza della lirica dove ogni dramma è un falso che con un po’ di trucco e con la mimica puoi diventare un altro. Ma due occhi che ti guardano così vicini e veri ti fan scordare le parole, confondono i pensieri. Così diventa tutto piccolo, anche le notti là in America, ti volti e vedi la tua vita come la scia di un’elica. Ma sì, è la vita che finisce, ma lui non ci pensò poi tanto anzi si sentiva già felice e ricominciò il suo canto.
Te voglio bene assaie ma tanto tanto bene sai è una catena ormai che scioglie il sangue dint’e vene sai
Aquí donde el mar reluce
y sopla fuerte el viento
en una vieja terraza
frente al golfo de Sorrento
un hombre abraza a una muchacha
después de que había llorado
luego se aclara la voz
y reempieza el canto.
Te quiero mucho,
pero mucho, mucho, sabes
ya es un cadena
que derrite la sangre en las venas, sabes.
Vio las luces en el mar,
pensó en las noches allí en América
pero sólo eran las luces de los barcos
y la blanca estela de una hélice.
Sintió el dolor en la música,
se levantó del piano
pero cuando vio la luna salir detrás de una nube
le pareció dulce incluso la muerte.
Miró a los ojos a la muchacha,
esos ojos tan verdes como el mar
luego de repente salió una lágrima
y él creyó ahogarse.
Te quiero mucho,
pero mucho, mucho, sabes
ya es un cadena
que derrite la sangre en las venas, sabes.
Fuerza de la lírica
donde cada drama es mentira,
y con un buen maquillaje y con la mímica
puedes llegar a ser otro.
Pero dos ojos que te miran
tan cercanos y sinceros,
te hacen olvidar las palabras,
confunden los pensamientos.
Así todo se vuelve tan pequeño,
también las noches allí en América
te das la vuelta y ves tu vida
como la estela de una hélice.
Mas sí, es la vida que se acaba
pero él no se lo pensó mucho
al contrario, ya se sentía feliz
y reempezó su canto.
Te quiero mucho,
pero mucho, mucho, sabes
ya es un cadena
que derrite la sangre en las venas, sabes.
Todo el mundo habrá reconocido al cantante que compartía escenario con Lucio Dalla en el vídeo anterior, otro tenor que, al igual que Caruso, pervive en la leyenda de la ópera: Luciano Pavarotti. Hoy hace 5 años de su muerte.
Pocos años antes, en su última ópera volvió a dar vida a Mario Cavaradossi, uno de sus personajes favoritos. Después de esa Tosca, que tuvo lugar en 2004 en el Metropolitan Opera House de Nueva York, sólo apareció en ocasiones muy especiales, como por ejemplo la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006 en Turín, donde cantó otra aria muy conocida de Puccini, Nessun dorma, cuyo apoteósico final era muy apropiado para la ocasión.
Y así es como queremos recordar a Pavarotti el día del aniversario de su muerte, proclamando con su grandiosa voz los últimos y triunfales versos de esta aria.
Dilegua, o notte! Tramontate, stelle!
Tramontate, stelle! All’alba vincerò!
¡Desvanece, o noche! ¡Ocultáos, estrellas!
¡Ocultáos, estrellas! ¡Al alba venceré!
Hace 262 años en Legnago, un pequeño pueblo en la región de Venecia, nacía Antonio Salieri.
A ver, que levante la mano quien al leer Salieri no ha pensado inmediatamente en Mozart. Muy comprensible, pues los nombres de estos dos compositores están unidos para siempre: primero una tragedia de Pushkin, luego una ópera de Rimski-Korsakov y, finalmente, una película de Forman se han encargado de calar hondo en el imaginario colectivo la convicción de que Salieri asesinó a Mozart.
Sabemos muy bien que eso no ocurrió en absoluto y ya hablamos en su momento de los más que probables orígenes de este bulo. Pero, tal como decía Don Basilio (en este vídeo Ruggero Raimondi), La calunnia è un venticello, y una vez que se levanta es muy difícil cancelarla. Así que, de la misma manera en que al nombrar a Salieri es inevitable evocar a Mozart, al escribir sobre él es igualmente inevitable asumir un tono de defensa, frecuentemente acudiendo al argumento de que el italiano era tan famoso e influyente como para resultar ridícula la acusación de tenerle a su colega una envidia tan furiosa como para inducirlo a tan horrendo crimen.
Cederé a esta tentación sólo por un instante para comentar que la fama de Salieri en la corte austríaca (de la que entonces dependía también el norte de Italia) era tan grande que con 28 años de edad recibió el encargo de una ópera para inaugurar uno de los más importantes teatros líricos del mundo, el Teatro alla Scala de Milán. L’Europa Riconosciuta fue así estrenada el 3 de agosto de 1778 y, tras un larguísimo olvido, fue recuperada para reinaugurar ese mismo teatro tras unas labores de restauro, con Diana Damrau en el rol de Europa y bajo la batuta de Riccardo Muti.
Seis años después, en el Teatro de la Ópera de París, se estrenó otra ópera de Salieri, la tragédie-lyriqueLes Danaïdes. En ese contexto, con un género musical y un teatro tan conservadores como esos, no nos debe extrañar que el nombre del joven Salieri apareciera en el cartel de las primeras representaciones al lado del del famosísimo Gluck como colaborador de éste, ya mayor. Sólo cuando la aceptación del público era irreversible, ambos compositores revelaron que el único autor de la música era el italiano.
Uno de los números más bonitos de esta ópera es el aria Par les larmes de votre fille, el llanto de Hipermnestra, la única de las 50 danaides que, desobedeciendo al padre Dánao, se negó a asesinar a su marido, una melodía realmente preciosa.
Cuenta el mito la rivalidad entre Egipto, rey del homónimo territorio, que tenía 50 hijos, y su hermano Dánao, que a su vez tenía 50 hijas. Éstas huyeron con su padre a Argos para evitar el matrimonio con sus primos. Pero éstos las alcanzaron y obligaron al matrimonio. Dánao ordenó entonces a sus hijas llevar una daga para matar cada una a su marido en la noche de bodas. Todas obedecieron la orden del padre menos Hipermnestra, que por eso fue juzgada, salvándose de la condena sólo gracias a la intercesión de la diosa Afrodita.
La justicia divina actúa de nuevo tras la muerte de las 49 hermanas asesinas a manos de Linceo -el hijo supérstite de Egipto y marido de Hipermnestra, que venga así la muerte de sus hermanos- las cuales son condenadas por su crimen en el Averno. Por su parte, la rebelde Hipermnestra, que no respetó la ley impuesta por su padre, quedará absuelta tras su muerte.
Moralejas:
no siempre las leyes (de los padres o de los políticos) son justas;
desobedecer las leyes injustas evita la perpetuación de la iniquidad;
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