Desde el Spectrum hasta Monkey Island: vuelvo a ser Guybrush Threepwood


Estaba leyendo en mi Google Reader la web del Observatorio Tecnológico del Ministerio de Educación  y me he encontrado una agradable sorpresa: ahí estaban los juegos a los que dediqué tantas horas y con los que tanto me reí. Monkey Island e Indiana Jones.

"Abandonware", se llama el artículo. Simpático nombre.

Realmente ya no era yo un niño cuando dedicaba parte de mi tiempo a estos juegos. En la adolescencia jugaba yo a cosas aún más entrañables, como Fred o Abu Simbel y cosas así. Tenía que conectar el cassette al Spectrum 48K, darle al play y esperar a que se cargase durante un tiempo interminable mientras me quedaba embobado mirando al televisor (aquellos ordenadores no tenían monitor, para el que no lo sepa) perdiendo la mirada en esas líneas rojas y azules que sonaban algo así como "prrrriiiiiiiiiiii...... pri, prriii, priii, prii, priii..... prrrriiiiiiiiiiiiiiiiiiiii... pri...prrriiii...prriiiiii........."

El caso es que los juegos algo más modernos (ya para un PC con su monitor, no recuerdo si el 386 de mi hermano o un Pentium II que tenía yo), especialmente Monkey Island, me hacían reír lo que no han conseguido los más modernos, con todo su maravilloso entorno gráfico.

Aquellos juegos me recuerdan a aquéllas películas en blanco y negro que te mantenían en vilo gracias a un maravilloso guión. La verdad es que no sé quién enseña su trabajo a los guionistas de las películas actuales, porque descansan lo indecible en el director de fotografía, el responsable de efectos especiales, el atractivo de la estrella de turno, etc.

En fin, que me ha entrado la morriña, así que me voy a instalar el emulador de turno (SCUMMVM) y a descargar el Monkey Island desde ellosnuncaloharian.com (otro nombre que provoca una sonrisa). Lo he decidido. Voy a dejar de trabajar tanto por las noches y a dedicarme un poco de tiempo. Voy a volver a convertirme en Guybrush Threepwood ¡toma ya!




Desde el Spectrum hasta Monkey Island: vuelvo a ser Guybrush Threepwood


Estaba leyendo en mi Google Reader la web del Observatorio Tecnológico del Ministerio de Educación  y me he encontrado una agradable sorpresa: ahí estaban los juegos a los que dediqué tantas horas y con los que tanto me reí. Monkey Island e Indiana Jones.

"Abandonware", se llama el artículo. Simpático nombre.

Realmente ya no era yo un niño cuando dedicaba parte de mi tiempo a estos juegos. En la adolescencia jugaba yo a cosas aún más entrañables, como Fred o Abu Simbel y cosas así. Tenía que conectar el cassette al Spectrum 48K, darle al play y esperar a que se cargase durante un tiempo interminable mientras me quedaba embobado mirando al televisor (aquellos ordenadores no tenían monitor, para el que no lo sepa) perdiendo la mirada en esas líneas rojas y azules que sonaban algo así como "prrrriiiiiiiiiiii...... pri, prriii, priii, prii, priii..... prrrriiiiiiiiiiiiiiiiiiiii... pri...prrriiii...prriiiiii........."

El caso es que los juegos algo más modernos (ya para un PC con su monitor, no recuerdo si el 386 de mi hermano o un Pentium II que tenía yo), especialmente Monkey Island, me hacían reír lo que no han conseguido los más modernos, con todo su maravilloso entorno gráfico.

Aquellos juegos me recuerdan a aquéllas películas en blanco y negro que te mantenían en vilo gracias a un maravilloso guión. La verdad es que no sé quién enseña su trabajo a los guionistas de las películas actuales, porque descansan lo indecible en el director de fotografía, el responsable de efectos especiales, el atractivo de la estrella de turno, etc.

En fin, que me ha entrado la morriña, así que me voy a instalar el emulador de turno (SCUMMVM) y a descargar el Monkey Island desde ellosnuncaloharian.com (otro nombre que provoca una sonrisa). Lo he decidido. Voy a dejar de trabajar tanto por las noches y a dedicarme un poco de tiempo. Voy a volver a convertirme en Guybrush Threepwood ¡toma ya!




Protagonistas de la Historia de la Música

auricularesEn los recursos educativos musicales debería siempre haber música. Incluso los más teóricos, aquellos que tratan el Lenguaje Musical o la Historia de la Música, no deberían prescindir nunca de ejemplos musicales o sonoros. Es más, cuanto más abstracto es el contenido a tratar, tanto más debería estar acompañado de ejemplos prácticos que ayuden al discente a comprenderlo y a encontrarle sentido a la actividad.

Concretamente, en las actividades de Historia de la Música no debería faltar nunca la audición, cuya ausencia reduciría la labor que se está realizando a una mera memorización de biografías de compositores y listas de títulos de obras, en el mejor de los casos relacionados con la realidad social y cultural de la época, pero totalmente desvinculados de lo que significan a nivel de la evolución del pensamiento musical.

Profundizando más aún en la “Historia de la Música sin música”, si ésta es poco eficaz en escuelas especializadas como el Conservatorio, donde el alumnado, con diversos años de estudios musical a su espalda, suele conocer y apreciar la música mal llamada clásica mejor que la mayoría de los adultos de nuestro país, resulta hasta perjudicial para el alumnado de las enseñanzas de régimen general, al transmitirle la falsa idea de que la música del pasado es algo para estudiar pero no para escuchar.

Sin embargo están disponibles en la red numerosos recursos que no utilizan las posibilidades sonoras del ordenador, sino sólo texto e imágenes, lo que, aunque no los priva de su contenido lúdico, reduce notablemente su interés didáctico.

Este es el caso de un programa que diseñé hace más de un año como tarea final de uno de los excelentes cursos del ITE en el que participé, el de PHP.

Lo publiqué, tal como hago con todo lo que considero que pueda servirle a los demás, especificando que se trataba de una versión beta, no tanto porque pensara que pudiera contener bugs (ya estaba revisado por el tutor del curso) sino porque le veía esa gran limitación: averiguar el nombre de un compositor partiendo de un retrato, unos datos biográficos y una breve lista de obras puede ser divertido para quienes tengan suficiente cultura musical como para conocer autor y obras, pero no tiene gran utilidad didáctica.

Por eso he dedicado la última parte de mis vacaciones de verano a mejorar ese programa para publicar por fin la versión final bajo un nuevo título: Protagonistas de la Historia de la Música.

Protagonistas de la Historia de la MúsicaEn esta nueva versión cada ficha contiene, además de los ya citados elementos de la versión anterior, un fragmento de una de las obras del compositor o compositora cuyo nombre hay que averiguar.

Aunque quizás no quede muy bien que sea yo quien lo diga, es evidente que tras esta mejora el juego es bastante más divertido e instructivo que antes. Lo que ya no es tan evidente es una posibilidad didáctica que ofrece el programa: la opción que tiene el usuario de contribuir y ampliar el juego añadiendo nuevas fichas. Eso se hace a través de un simple formulario que recoge los datos necesarios (lugares y fechas de nacimiento y, eventualmente, de muerte, y los títulos de las tres obras más significativas) y permite subir dos archivos, uno de audio (la audición) y otro de vídeo (el retrato del compositor). Estas propuestas de nuevos compositores están moderadas para evitar errores, vandalismo o violaciones de copyright. A este propósito es importante recordar que la Ley de Propiedad Intelectual nos impide incluir obras que no estén publicadas bajo algún tipo de licencia libre, lo que nos pone las cosas muy difíciles, sobre todo cuando se trata de música sinfónica. Afortunadamente la misma ley establece, en su artículo 32, el derecho de cita por razones educativas, derecho al cual nos acogemos para insertar las audiciones en el juego, aunque sean sólo unos fragmentos de las obras, animando al alumnado (y al lector/a de esta entrada) a que concluya la sesión de juego escuchando íntegramente la obra que más le haya gustado, o por lo menos una sección completa de ella, lo que podrá hacer fácilmente, al conocer todos los datos necesarios, buscándola en servicios como Grooveshark, Spotify o Youtube.

Esta posibilidad puede transformarse en propuesta didáctica pidiendo al alumnado que añada uno o más compositores cada uno. El nombre del que ha realizado la aportación aparecerá en el juego, lo que, además de darle cierta motivación y satisfacción al alumno/a, le permitirá al docente tener en cuenta dicha aportación en la evaluación. Pero quizás lo más importante de esta dinámica de trabajo colaborativa es que favorece la participación activa de cada alumno/a en la mejora de un proyecto de gran envergadura, con la consiguiente satisfacción del trabajo bien hecho, emoción que refuerza la autoestima, sentimiento imprescindible para el éxito escolar.

La propuesta puede ser libre o tener en cuenta el género y la época musical que se esté trabajando en clase en ese momento (p.e. el barroco, la música de cine, el jazz, etc.), pudiéndose crear, en diferentes instalaciones del programa, juegos específicos para cada género y época.

Eso es posible para quien quiera gracias a la posibilidad de descargar el código fuente para instalarlo en un servidor u hosting propios, para tener así la máxima posibilidad de personalización, que no se limita a la elección de los compositores incluidos en la base de datos, sino que hasta permite adaptarlo a otros apartados de la programación didáctica, a otras finalidades didácticas, a otras áreas del currículo e incluso a otras etapas educativas (p.e. Lenguas Extranjeras, trabajando la comprensión oral y la ortografía; Conocimiento del Medio en los primeros cursos de Primaria, identificando los animales y sus sonidos; Lengua y Literatura, los poetas y sus obras; y un largo etcétera), con modificaciones mínimas para cuya realización sólo se precisan unos conocimientos básicos de HTML y, dependiendo de lo que se pretende hacer, de PHP.

La primera experiencia de adaptación a otra asignatura está prevista para el próximo otoño con la Geografía, con la colaboración de mi compañera Rosa, sustituyendo compositores y músicas con la imagen de la bandera y/o la silueta del país y el himno nacional como fondo sonoro.

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Jornadas Andatic 2011

AndaticEl fin de semana pasado, por enésima vez, un buen grupo de profesores y profesoras renunciamos a un fin de semana de descanso para reunirnos y dedicar nuestro tiempo libre (y nuestro dinero) a compartir nuestras experiencias e inquietudes acerca de la educación y la manera de mejorarla en las jornadas Andatic11. Nadie y nada nos obliga, lo hacemos espontáneamente porque consideramos que es necesario, pues creemos que nuestro trabajo no debe limitarse a transmitir conocimientos prefabricados tal como hicieron con nosotros, sino que tiene que fomentar el talento y las aspiraciones de cada uno de nuestros alumnos y alumnas, su creatividad y su sentido crítico. Y para intentar conseguir este tan ambicioso como necesario objetivo, además de otros medio más “tradicionales”, utilizamos intensivamente las TIC que están presentes tanto en el nombre corto de nuestra asociación (Andatic) como en su nombre completo: Asociación de profesionales de la Educación con las TIC.

Aunque la asociación haya nacido y resida en Andalucía y la grandísima mayoría de sus socios y socias vivimos y trabajamos en esta región, sus objetivos son compartidos por muchos profesores y profesoras de otras zonas de España, que se han asociado o simpatizan con nosotros, algunas de las cuales han viajado desde bastante lejos para estar allí. Entre ellas estaban dos docentes a las que admiro profundamente, tanto por su profesionalidad como por su personalidad: hablo de María Jesús Camino, cántabra, y de Pilar Soro, catalana, referentes en la educación musical y en el podcast educativo respectivamente.

Además de María Jesús y de un servidor, había muchos más docentes de música, tantos que casi me atrevería a decir que nuestra especialidad era la más representada. Éramos tantos que al nombrarlos de memoria corro el riesgo de dejarme alguno. Antonio Calvillo, Zoraida Pérez, Andrés de la Fuente, Diego García, Eloy García y, dulcis in fundo, Mar Serón, la presidenta de la asociación, a la que cualquier agradecimiento por su incansable y eficaz trabajo se queda corto.

Además de las intervenciones programadas, todas ellas muy interesantes (para los detalles os remito al blog del cronista oficial de los encuentros educativos, Juanma Díaz) hubo mucho espacio para el debate, que fluyó espontánea y naturalmente en cualquier momento de las comunicaciones, pues el clima del encuentro fue muy entrañable y cercano. Eso fue debido a la calidad de la gente, como siempre lo mejor de estas jornadas, llenas de desvirtualizaciones y reencuentros con un número tan largo de personas que esta vez no me atrevo a enumerar, pues seguramente me dejaría no uno sino varios. Gracias a todos ellos y ellas, que han hecho posible que estos momentos de intercambios de ideas también lo hayan sido de calor humano.

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