EABE12: la horizontalidad

El primer Encuentro Andaluz de Blogs Educativos (Almería 2009) no se diferenciaba mucho de otros encuentros o congresos, pues estaba estructurado en conferencias, comunicaciones y mesas redondas caracterizadas por una muy marcada distancia entre los y las ponentes y el público, con este último en una posición claramente subordinada y totalmente pasiva.
En este tipo de evento la comunicación es esencialmente unidireccional y sólo se produce un feedback en los brevísimos debates en los que, si cabe, la verticalidad se pone aún más en evidencia, ya que suelen servir para que el ponente -que es el que más sabe- responda al asistente para aclararle sus dudas.
Con eso no quiero cuestionar su utilidad, ya que estoy convencido de que se aprende mucho escuchando a una persona sabia que cuenta sus reflexiones y experiencias, pero también estoy convencido de que cuando se reúnen en un mismo lugar decenas o centenares de profesionales y sólo se difunde la sabiduría de unos poquísimos -aunque estén muy bien elegidos- se está desperdiciando una enorme cantidad de capital intelectual y, sobre todo, una grandiosa oportunidad de aprovechar la sinergia de tantas mentes para construir nuevo conocimiento.

Cuando quedó patente que la Junta de Andalucía no convocaría el segundo EABE, un grupo de docentes empezamos a trabajar para rescatar ese encuentro sin saber exactamente qué llegaría a ser, pero con una idea bien clara: tenía que ser un tipo de formación horizontal, en la que todos/as aprendiéramos de todos/as. Con esa intención, tras algunas reuniones previas, en mayo de 2010 se celebró en Guadix la supervivencia del EABE, un encuentro sin ponentes y con mucho espacio para la improvisación y la espontaneidad en el que participamos un pequeño grupo de amigos y amigas. Un año después, en Casares, en la que definí como la adolescencia del EABE, quisimos utilizar una dinámica parecida; pero lo que funcionó para cohesionar ese grupito inicial no resultó del todo eficaz con un número mucho mayor, por lo que muchos de los que se acercaban por primera vez no se sintieron tan cómodos como nos hubiera gustado, pues se creó espontáneamente una nueva verticalidad: los noveles fueron el público de la representación de una comedia del arte cuyo canovaccio no conocían.

Sin embargo, en EABE12, que se ha celebrado durante el pasado fin de semana, la integración de los recién llegados ha sido estupenda, gracias sobre todo a la estructura del programa y a las dinámicas de trabajo elegidas por el comité que ha organizado el evento de manera ejemplar, un maravilloso equipo, guiado por Loli y José Antonio, ejemplos de generosidad y competencia.

La tarde del viernes sirvió para que nos ambientáramos en la bellísima ciudad de Carmona y para que eligiéramos las temáticas a tratar entre las propuestas por la organización. Esas temáticas las trabajamos en grupos de poco más de una docena de personas durante la mañana del sábado. En esos grupos, formados al azar, no había ni ponente ni asistentes, ni gurús ni novatos; tan sólo había compañeros y compañeras trabajando juntos de la siguiente manera.

Fueron dinámicas acertadísimas, pues todo el mundo participó activamente, aportando con entusiasmo sus ideas y su punto de vista. Al estar el EABE abierto a toda la gente interesada en la educación, y no sólo al profesorado no universitario andaluz, los grupos eran bastante heterogéneos. Por ejemplo, en el grupo VII, en el que tuve el gusto de participar junto con @andreagiraldez @chelucana @educashun @imatematicas @interele @kiscovazquez @pacoxxi @PilucaATAL @pily @saracircus @starpy @TICtiritero y @yolajb, estábamos docentes de todos los niveles educativos -desde la Educación Infantil hasta la Universidad, y de un abanico muy amplio de asignaturas-, algunos de los cuales actualmente ocupamos diferentes puestos específicos (ATAL, CEP, un circo o el Ministerio), y además contábamos con la presencia de una madre. Para algunos de nosotros era nuestro cuarto EABE, mientras que para otros era el primero. Esta variedad, que en otras circunstancias podría haber creado barreras infranqueables, resultó tremendamente enriquecedora, pues permitió unir tantos puntos de vista distintos y complementarios en una visión más amplia y plena de las 4 temáticas abordadas, visión que se plasmó en los diferentes formatos propuestos.

Por la tarde, volvimos a un formato más tradicional: tres mesas redondas del profesorado invisible, de las familias y del alumnado respectivamente, contenidas en el siguiente vídeo, cuyo streaming fue seguido en directo por casi 300 personas.

Lo que más me impactó de esas tres mesas, más aún que la frescura y simpatía del alumnado, fue constatar que de cinco profesores y profesoras sentados en la mesa de los invisibles, tres ocupan la dirección de su centro. Nunca he pensado ni siquiera durante un instante que un director o una directora pueda ser invisible. Bueno, la persona en sí quizás pueda llegar a serlo, pero no su trabajo, ya que el equipo directivo, y en última instancia la dirección, determina de manera decisiva el funcionamiento de un centro educativo, condicionando, positiva o negativamente, el trabajo de los demás miembros del claustro.

Mientras les escuchaba, me fui dando cuenta de que de esa capacidad que tienen las directivas de arrastrar su centro hasta la innovación y la excelencia o hasta la inercia y el desastre ya habíamos hablado repetidamente durante la mañana en el grupo VII (y por lo que he podido ver y escuchar, también el tema se trató en otros grupos). Entre otros aspectos, subrayamos como factores de éxito: la capacidad (y la voluntad) de flexibilizar los tiempos y espacios escolares para permitir y fomentar el trabajo por proyectos; la capacidad (y la voluntad) de empatizar con las familias y de crear dinámicas de participación que les hagan sentir realmente miembros de la comunidad escolar, más allá del derecho a recibir información sobre los progresos de su prole; la capacidad (y la voluntad) de asumir y compartir un liderazgo pedagógico que consiga crear una unidad de ideales en el claustro; la capacidad (y la voluntad) de anteponer la calidad de la educación a su propia comodidad y tranquilidad. Basándome en mi experiencia como docente, he llegado al convencimiento de que estas cualidades y aptitudes no son tan frecuentes en los actuales equipos directivos y que donde están las excepciones, allí hay un centro innovador y ejemplar.

El mismo tema salió una vez más durante la cena mientras charlaba con @fgpaez y @sandopen sobre las razones del éxito del Colegio San Walabonso. Fernando, desde su inmensa y sincera modestia, afirmaba que no sabría explicarlas, pues, decía, “lo único que se hace en mi centro es escuela”. Y nos contaba como las familias (no sólo padres y madres, sino también abuelos y abuelas) están en el colegio como en su casa; como a menudo la rutina del horario se interrumpe para trabajar en diferentes proyectos en los que integran valores y competencias básicas; como en su centro se valora, anima y estimula a todos los miembros del claustro, que devuelven con creces ese pequeño esfuerzo con una grandísima implicación personal y un gran rendimiento profesional. Y cuanto más hablaba, más me daba cuenta de que una de las principales razones del éxito de este colegio modélico es su equipo directivo.

Tras esas charlas y reflexiones, he llegado a la conclusión de que, aunque la dirección de un centro educativo nunca pueda ser realmente invisible, el debate sobre la función directiva como elemento imprescindible para la innovación y la renovación pedagógica de los centros está demasiado escondido. Podría ser un buen tema para tratar en EABE13, cuyo camino rumbo a Algeciras ya ha empezado.

Algunos de los que estábamos en EABE12 (@aylakweb, @javiergvaldivia, @_mayti @TICtiritero, @PilucaATAL, y un servidor, los #bloguerosgloberos) elegimos otro medio de transporte para empezar ese camino y a la vez reivindicar desde arriba “una escuela pública de calidad para tod@s y de tod@s”.

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