Salzburgo, septiembre de 1829
Mi nombre es Maria Anna Mozart, aunque siempre me han conocido como Nannerl Mozart. Soy la hija del compositor Leopold Mozart, el del famoso tratado para violín. Y soy la hermana mayor del gran Wolfgang Amadeus Mozart, acaso el mejor músico que ha pisado nunca la faz de la tierra.
Presiento que ya no me queda mucho de vida. Tengo casi ochenta años, y desde hace unos pocos perdí la visión por completo. He pues de dictar estas palabras, pero aún toco el piano todos los días y aún tengo la cabeza en su sitio. Por ello puedo, debo y quiero corresponder la amable invitación que el periódico local acaba de hacerme: compartir algunos de los recuerdos que tengo de mi hermano.
Descubrí la triste condición de sus últimos años leyendo su primera biografía, la del profesor Niemetschek. Y pude colaborar con la última publicada, la del recientemente fallecido Georg Nissen, que no fue otro que el segundo marido de Constanze, otrora mi cuñada. Ahora Mozart es ya un tesoro entre los melómanos: mi hermano es digno de biografías, con el tiempo habrá estatuas suyas por doquier... y hasta puede que algún día hagan obras de teatro basadas en su vida.
Qué lástima que no fuese tan mimado como ahora lo sería. ¿Miles y miles de personas en el funeral de Beethoven? ¡Quién sabe cuántas habría podido reunir Wolfgang, de sobrevivir solo algunos años más! Pero el compositor más admirado hoy, el ídolo del propio Beethoven, el autor de algunas de las partituras más bellas jamás escritas, murió sin embargo olvidado, en una tumba sin lápida que nadie será capaz de encontrar, acompañado tan solo de sus enterradores. Yo ni me enteré a tiempo de despedirme de él.
El problema es que nadie quería comprarle partituras tan extravagantes ni contratarle de la misma forma que antes. Los oídos de entonces no estaban preparados. Al final mi hermano murió endeudado y acabó enfermando de muerte siendo aún demasiado joven. Eso sí, con esa edad, compuso más obras que cualquier otro compositor el doble de viejo. Solo nos resta imaginar la de maravillas que nunca llegaron a salir de su pluma y que nunca podremos escuchar ya.
Mis amigos me recuerdan que yo también lo fui, y que podría haber llegado igual de lejos que él como compositora o como pianista. Francamente, lo dudo mucho, lo de Wolfgang es irrepetible. Pero, eso sí, confieso que sí que deseé dedicarme a la música con más ahínco del que me dejó esta sociedad.
Al principio, acompañé a mi hermano y a mi padre en sus viajes, y participaba como pianista en nuestros espectáculos. Eran un tanto circenses, todo hay que decirlo. Por más que quisiéramos interpretar la mejor de las músicas, lo único que quería la mayor parte del público era ver a esos dos chavales tocar de espaldas o con los ojos vendados.
Capricho KV 395, dedicado por Mozart a su hermana Nannerl. Se trata de una pieza alucinante, sorprendentemente poco conocida. Un usuario de youtube, AcousticDude17, señala la modernidad de esta obra comparándola con Liszt.
Por entonces ya tenía veinticinco años. Sólo le quedaban, por tanto, diez. Pero... ¡qué diez años! Compuso óperas que seguirán representándose siempre, sinfonías increíbles, conciertos inolvidables. Además, como pianista se granjeó un éxito también más que notable. En realidad, su fuente de ingresos venía más de ahí que como compositor, aunque casi todo lo que interpretaba en público era suyo, todo hay que decirlo.
El último año de su vida, 1791, fue el más productivo musicalmente. Escribió sus tres últimas sinfonías, La Flauta Mágica y algunas piezas de piano increíbles. Además, entre otras maravillas, dejó inacabado su impresionante Réquiem. Completado más tarde por uno de sus discípulos, es una de las obras más trágicas y más misteriosas de mi hermano. Cuenta la leyenda que se lo encargó un personaje enmascarado que no quería dar a conocer su identidad. Mi hermano, ya enfermo y postrado en la cama, acabó creyendo, al parecer, que este venía del más allá y que estaba componiendo para sí mismo su propia misa de difuntos.
Crédito de la fotografía: Eusebius Johann Alphen (1741-1772), miniatura en marfil de los hermanos Mozart (fotografía libre de derechos tomada de Wikimedia Commons)