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Permítaseme la broma del título, que parece que no hay más cánones en el mundo, o que Pachelbel, el pobre, no compusiera más cosas en toda su vida (y ríanse Schifrin y Vivaldi, nombrados en la entrada anterior).
Llevo unos días enganchadísimo a sus piezas instrumentales, que viva YouTube. Os animo a escuchar el disco de cámara de London Baroque, o a conocer esa hermosísima obra a la tiorba, o a disfrutar también de sus obras corales. Pero es en las piezas para órgano (o para teclado en general) donde verdaderamente descuella...
Y hay una composición que, de verdad, creo que bien merece que os la pongáis ahora mismo si aún no lo conocéis: me refiero a su Chacona en fa menor para órgano, que ya grabó allá por los setenta el propio Kurt Redel, el director tenido por redescubridor del canon; sin embargo, los vericuetos del
mainstream no le han dado ni la milésima parte de popularidad. Aquí os dejo la impresionante versión orquestal de Redel:
Y ahora, al grano: volviendo al canon de los cánones, la verdad es que es que reconozco mi atrevimiento al plantear un arreglo cuatro flautas dulces (o para tres y cualquier instrumento que se atreva acompañarlas: los acordes de una guitarra, las notas de un xilófono grave, etc.).
Por un lado, porque he tenido que cambiar alguna que otra nota, ante todo, octavándola (al margen del evidente cambio de tonalidad); y en un solo caso, cambiándola por otra: esta última viene indicada en el noteflight con una cabeza cuadrada; las octavadas, con cabezas minúsculas. Ahora me siento un poco más hereje.
Por otro lado, por su evidente dificultad, sobre todo cuando empiezan a salir semicorcheas por todos lados.
Ahora bien, la enorme popularidad de esta obra pretende animar al estudio, que todos sabemos que la pieza nunca pasa de moda y que suele tener muy buena aceptación entre el alumnado.No me olvido, y aquí mismo la vinculo, de la excelente alternativa de Adelaida Ibañez para su blog Musica Selvatge 2. En ese caso el arreglo sacrificaba uno de los pasajes más hermosos de la pieza, pero sin duda resulta más adecuado al nivel flautístico de las aulas de secundaria; y además, cuenta con un play-back.