Ilustración de Ernst Kutzer |
"En los artistas que tuvieron una existencia muy breve, se encuentran, a veces, esas riquezas terribles - casi excesivas para los débiles hombros del ser humano - que ya pertenecen al mañana."
(Alejo Carpentier. Shubert: leyenda y realidad, 1953)
Esta lúcida sentencia de Carpentier adquiere todo su sentido cuando entramos en el universo liederístico de Franz Schubert: un mundo vasto, multicolor, sutil y novedoso en el que, entre otras maravillas, el compositor abre la puerta a un nuevo concepto del acompañamiento pianístico.
Un claro y famoso ejemplo de ello es este trágico e intenso lied titulado Erlkönig que hoy vamos a escuchar y que es perfecto para recibir a Noviembre, con sus Santos y sus Difuntos.
En 1815 Schubert puso música al poema de Goethe de 1782 titulado Der Erlkönig (El rey de los Alisos, que también se ha traducido, al parecer erróneamente, como El rey de los Elfos). Este poema formaba parte de un libreto operístico (Die Fischerin) y describe la enloquecida carrera a caballo de un padre con su hijo en la noche fría y ventosa a través de un siniestro bosque.
En 1815 Schubert puso música al poema de Goethe de 1782 titulado Der Erlkönig (El rey de los Alisos, que también se ha traducido, al parecer erróneamente, como El rey de los Elfos). Este poema formaba parte de un libreto operístico (Die Fischerin) y describe la enloquecida carrera a caballo de un padre con su hijo en la noche fría y ventosa a través de un siniestro bosque.
Leamos el texto:
¿Quién cabalga a través de la noche y el viento?
es un padre con su hijo;
tiene al pequeño en sus brazos,
lo lleva seguro, le da calor.- Hijo mío ¿por qué escondes tu rostro asustado?
- ¿No ves, padre, al Rey Elfo?
¿el Rey de los Elfos con corona y manto?
- Hijo mío es el rastro de la neblina.
- ¡Dulce niño ven conmigo!
Jugaré maravillosos juegos contigo;
Muchas encantadoras flores están en la orilla,
mi madre tiene muchas prendas doradas.
- Padre mío, padre mío ¿no oyes
lo que el Rey de los Elfos me promete?
- Calma, mantén la calma hijo mío;
el viento mueve las hojas secas.
- ¿No vienes conmigo buen niño?
mis hijas te atenderán bien;
mis hijas hacen su danza nocturna
y ellas te arrullarán y bailarán para que duermas.
- Padre mío, padre mío ¿no ves acaso ahí,
a las hijas del Rey de los Elfos en ese lugar oscuro?
- Hijo mío, hijo mío, claro que lo veo:
son los árboles de sauce grises.
- Te amo; me encanta tu hermosa figura;
y si no haces caso usaré la fuerza.
- ¡Padre mío, padre mío, ahora me toca!
¡el Rey de los Elfos me ha herido!
El padre tiembla y cabalga más aprisa,
lleva al niño que gime en sus brazos,
llega a la casa exhausto;
en sus brazos el niño está muerto.
Aunque se trata de un lied (por lo tanto una obra breve) , en él intervienen cuatro personajes: el padre, el hijo, el Rey de los Elfos y el narrador, que inicia y termina la canción. Habitualmente una sola voz (masculina o femenina) canta todo el texto, pero, en ocasiones, también se interpreta con cuatro cantantes diferentes, uno por cada personaje.
Si la sencilla línea melódica en las voces facilita la comprensión del texto intensificando el dramatismo de las palabras y logrando un maravilloso equilibrio entre música y poesía, el acompañamiento pianístico aporta un contexto angustioso y siniestro representado por el que podemos considerar el quinto personaje de este lied: el caballo.
Como en Margarita en la rueca, Schubert utiliza un ritmo ostinato en el acompañamiento, transmitiendo con él la sensación de continuo movimiento. Emula el galope del caballo en el constante martilleo de los tresillos (de notas repetidas) en la mano derecha, pero también la lluvia y el viento en los motivos melódicos ascendentes y descendentes de la mano izquierda; así, crea toda una atmósfera que contribuye a una mayor fuerza y expresividad de las palabras. La tensión va en aumento hasta terminar en una rotunda y dramática cadencia perfecta que da fin a la obra y que deja al oyente absolutamente sobrecogido.
El equilibrio entre música y poesía es perfecto.
Vamos a escucharla ahora en diferentes versiones.
- La primera, interpretada por un tenor (Daniel Norman) que canta el texto íntegro dando voz a los diferentes personajes - que es lo más habitual y difícil. por cierto - y que está ilustrada por una preciosa animación.
- La segunda, interpretada por cuatro cantantes diferentes que dan voz a cada uno de los cuatro personajes
- La tercera incluye la partitura para poder observar detalladamente todo lo dicho.
Aquí, interpretada por los cuatro personajes:
Aquí con partitura y texto:
Este lied de Schubert fue orquestado por Héctor Berlioz en 1860. Puede escucharse pinchando el enlace.
“Todo depende del poema; si es bueno, la inspiración viene enseguida. Las melodías afluyen que da gusto. Si es malo no hay nada que hacer" (Franz Schubert)
Enlaces de interés
El rey de los Elfos, en el blog de María Quintanilla
Versión metal del texto de Goethe por el grupo Leichenwetter
HILANDERAS