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Muchos estudiantes de Conservatorio, y también profesionales, toman la lectura de una nueva pieza sin una estructura de trabajo definida y sin unas pautas claras. Lo cierto es que, aunque se nos den las herramientas para trabajar de manera correcta, muchos no las usamos. Ya sea por pereza, por prisas o por falta de costumbre, solemos tomar las partituras nuevas de forma desordenada y sin objetivos claros.
El primer y principal punto que debemos tener en cuenta para trabajar cualquier pieza nueva es el análisis de la misma. Este análisis nos facilitará el trabajo y nos situará para que podamos empezar a meternos en la nueva obra que vamos a trabajar con un contexto claro.
Cómo realizar el análisis
Lo primero que debemos saber cuando comenzamos a trabajar una nueva pieza o estudio es el autor, la época y el estilo al que pertenece. Parece obvio, pero no todos los alumnos piensan en ello. Identificar y conocer el contexto histórico de la obra nos ayudará a encontrar el modo de tocarla: expresividad, vibrato, articulaciones, legatos… Todo ello depende del contexto, y es por eso que es lo primero que debemos conocer y trabajar.
El análisis de forma
Después de este primer paso, vendría el análisis de forma. Para ello, nos ayudará escuchar una grabación de la obra o cantarla. Debemos ir respondiendo una serie de preguntas:
- ¿Qué tipo de composición es? ¿Cuál es la forma típica de esta composición?
- ¿Cuántos temas hay? Identificarlos con letras (A, B,…)
- ¿Cuántos subtemas hay? Identificarlos también con letras (a, b,…)
- ¿Qué frases contiene cada tema? ¿Dónde están las cadencias?
- ¿Están compuestas las frases por otras más pequeñas?
- ¿Qué motivos hay? ¿Cuándo y cómo se repiten o varían?
- ¿Hay alguna progresión?
- ¿Hay puentes?
- ¿Hay codas?
- ¿Dónde están los puntos culminantes? ¿Y los puntos más bajos?
El análisis de forma es muy importante, ya que nos ayudará a pensar cómo debemos tocar cada frase, las direcciones de la música, las pausas, el movimiento, la expresividad, los momentos más enérgicos, los puntos más bajos y altos de la obra… Si hacemos un buen análisis, comprenderemos mejor cómo tenemos que tocar. Además, desde fuera se notará que hemos hecho un trabajo exhaustivo y que entendemos la partitura.
El análisis armónico
También es importante realizar un análisis armónico, aunque nos puede costar un poco de más trabajo que el análisis formal. Para ello, debemos responder estas cuestiones:
- ¿Qué tonalidades aparecen en la obra? ¿Cuál es la principal?
- ¿Qué acordes son más tensos?
- ¿Qué acordes relajan la música?
- ¿Qué tipo de cadencias hay? ¿Son más o menos conclusivas?
- ¿Hay alguna “sorpresa” armónica?
Cuando se toca en grupo de cámara o en orquesta, el análisis armónico cobra mayor importancia: es esencial que cada instrumentista sepa qué nota del acorde lleva en cada momento para tocarla con la intensidad correcta y así ayudar a que la afinación sea óptima.
Como regla general, la tónica debe ser el sonido más intenso, seguido de la quinta, después la tercera y por último la séptima.
Cuando tienes dudas sobre la dirección de una frase o melodía, normalmente podrás encontrar la clave de la interpretación en el análisis armónico.
Qué ventajas tiene analizar las obras que se estudian
- Ganas tiempo, ya que comprendes antes la obra y desechas interpretaciones erróneas o poco ortodoxas.
- Trasmites seguridad y conocimientos sobre la obra.
- Creas argumentos para tu interpretación, con los que puedes explicar porqué lo tocas de un modo y no de otro.
- Consigues que tu interpretación sea más clara y amena para el público.
- Amplías tus conocimientos musicales.
- Aprendes a estudiar sin el instrumento en las manos.
- Te obliga a activar el cerebro de manera distinta en que lo haces cuando tocas, por lo que fijas mejor lo que aprendes.
- Te ayuda a memorizar partituras.
- Le das sentido a lo que interpretas.
Para conocer más sobre el análisis de partituras, recomendamos leer: Análisis Musical. Claves para entender e interpretar la música.