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La primera de todas se llamó Los veinticuatro violines del rey y su creador no es otro que el gran Jean Baptiste Lully (1632-1687)
- Elige un compositor de esta lista:
- Italia: Claudio Monteverdi, Tomaso Albinoni, Giovanni Gabrielli, , Arcangelo Corelli, Domenico Scarlatti, Antonio Vivaldi
- Francia: François Couperin, Jean-Philipp Rameau,
- Inglaterra: Henry Purcell, Georg Friederich Haendel
- Alemania: Johann Pachelbel, Johann Sebastian Bach, Georg Philipp Telemann
- España: El Padre Antonio Soler, Luigi Boccherini, Gaspar Sanz, Juan Cabanilles
- Escribe en un procesador de textos (Word, Google Docs, etc) una pequeña biografía en 6 apartados y como máximo 1ó 2 lineas para cada apartado, que serán los siguientes.:
- Nacimiento y familia
- Infancia y estudios
- Madurez. Vida profesional
- Principales composiciones
- Aspectos más importantes de su obra
- Muerte
- Podéis hacerlo con el program Tar Heel Reader siguiendo estas instrucciones o con Photopeach siguiendo estas otras instrucciones.
- Busca imagenes en Flickr o Google imágenes que puedan ilustrar cada uno de los apartados de tu trabajo subelas al programa y pega en cada una de ellas el texto que escribiste en cada apartado.
- En Photopeach elige una música que sea del compositor cuya biografía estás haciendo, lo mejor es coger la opción de Youtube y buscar allí.
- Cuando esté listo me lo envías por el Weeras o como comentario a esta entrada
- El trabajo lo podéis hacer en equipo de hasta 3 personas. Tenéis de plazo hasta el Lunes 13 de Febrero para enviármelo.
- Menores (para solistas y agrupaciones de cámara):
- El preludio,
- la tocata,
- la fuga y
- la sonata de Chiesa o de camera
- Mayores (para orquesta):
- el concierto solista,
- el concerto grosso y
- la suite orquestal
Por su parte las vocales se dividen en religiosas o profanas:
- Religiosas:
- Cantata
- Oratorio
- Pasión
- Profanas:
- Madrigal
- Opera
Las tenéis explicadas con ejemplos audiovisuales en este mapa conceptual.
Las voces humanas adultas se suelen clasificar en femeninas y masculinas. Cada uno de estos dos grupos principales se suele dividir en tres por sus registros. Desde el agudo al grave, las femeninas son: soprano, mezzosoprano y contralto, mientras que las masculinas son: tenor, barítono y bajo.
Esta división esquemática -aún siendo sumamente práctica y más que suficiente para clasificar la casi totalidad de la música vocal de los últimos dos siglos y la gran mayoría de la anterior a ese período- no recoge en realidad todas las posibilidades.
Con la técnica adecuada, utilizando de la mejor manera las diferentes cajas de resonancia que tenemos en el pecho y en la cabeza, sin las cuales las vibraciones de las cuerdas vocales serían inaudibles, es posible para un varón adulto ampliar su registro hacia el agudo, más allá de las poco más de dos octavas en las que suele moverse la voz masculina, con el resultado de conseguir cantar las notas que son más propias del contralto o del mezzosoprano y, excepcionalmente, hasta del soprano.
Obviamente, las consecuencias de tal uso de la voz humana no afectan sólo a la altura de los sonidos, sino también al timbre, pues la voz masculina que quiera alcanzar las notas propias de registros femeninos deberá utilizar intensivamente los resonadores de la cabeza y hasta el falsete. Por el efecto que produce, la voz de cabeza también viene definida como registro de tensión, pues adquiere de esa manera un mayor dramatismo del que tiene en el más empleado registro de pecho, de una manera similar a la que ocurre con los instrumentos musicales. Veamos, por ejemplo, dos instrumentos de cuerda frotada: el violín, construido para producir sonidos agudos, tiene una caja de resonancia muy pequeña, que amplifica las notas agudas otorgándoles un timbre brillante y cristalino. El violonchelo, por el contrario, está fabricado para ejecutar sonidos graves, con una caja de resonancia adecuada para esa función. Los sonidos agudos de éste también existen, como sonidos graves, en aquel. Si comparamos una nota aguda del violonchelo con la misma nota en el violín percibiremos una tensión bastante mayor en la primera, pues la vibración procede de una cuerda gruesa y corta (debido al efecto del dedo del ejecutante), mientras que en el violín la misma nota se obtiene con la vibración de una cuerda mucho más fina y, aunque parezca extraño, larga.
Volvamos a la voz humana: hoy en día se acepta el término contratenor para definir al varón que canta en un registro femenino, aunque en su etimología esa palabra sólo definía una voz que contrapuntaba la voz del tenor, da igual si con registro más agudo (contratenor altus) o más grave (contratenor bassus). Por eso, otros términos para definir a estos cantantes, posiblemente más correctos aunque menos empleados debido a la gran difusión del otro, son contraltistas o sopranistas, dependiendo de su ámbito vocal.
Tras siglos de abandono de esa figura musical, eclipsada por las estrellas del canto lírico, el contratenor volvió a imponer su presencia en el mundo musical en la segunda mitad del siglo XX, gracias a Alfred Deller, uno de los protagonistas del redescubrimiento y de la difusión de la música antigua ejecutada según praxis de la época.
Deller, que recordamos hoy por ser el 32º aniversario de su muerte, fue miembro del coro de la catedral de Canterbury hasta que formó, en 1948, su propio grupo, el Deller Consort, que, tras la muerte de su fundador está dirigido por el hijo de éste, Mark.
En la siguiente grabación podemos oír la impresionante voz de Deller, tan rica en matices que consigue sorprendernos en cada nota y, a veces, hasta en medio de un mismo sonido, que transforma enriqueciéndolo con su gran expresividad. La música es The Plaint, una aria de la ópera The Fairy Queen de Henry Purcell.
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