Estoy hablando de desarrollar tu oído para saber qué tipo de sonido conforma un canto bonito.
¿Un buen chef por qué es un buen chef?
Conoce los sabores de los ingredientes al dedillo, sabe cómo combinan, las cantidades correctas para hacer que un sabor sea así o asá.
Si prueba un plato, puede enumerar los ingredientes que lleva. A veces lo puede hacer sólo oliéndolo.
Por eso puede hacer recetas que a la gente le encantan, aunque esas mismas personas no sepan describir el por qué.
No tienen el sentido del gusto tan desarrollado como para describir lo que está pasando. Sólo saben que les flipa.
¿Cómo se consigue algo así? Haciéndolo miles de veces.
En otras palabras, con experiencia.
Ni leyendo libros, ni viendo vídeos en YouTube.
No te voy a decir que esto sobre, pero no puedes desarrollar un buen sentido del gusto desde un punto de vista intelectual. ¡Tienes que ensuciarte las manos!
Si quieres saber qué es lo que suena bien en una voz, aunque no sea la tuya, tienes que meterte en el barro y hacerlo antes con la tuya.
Desarrollas un sentido mucho más profundo de lo que es “oír una voz”.
A veces es una maldición, porque al escuchar a cantantes que te gustaban muchísimo empiezas a oír cosas que no te gustan (es el precio que hay que pagar, baby ).
Pero nuestra newsletter es gratis. Apúntate para recibir cada día un correo con consejos de canto. Aquí debajo.
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¿Un buen chef por qué es un buen chef?
Conoce los sabores de los ingredientes al dedillo, sabe cómo combinan, las cantidades correctas para hacer que un sabor sea así o asá.
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Por eso puede hacer recetas que a la gente le encantan, aunque esas mismas personas no sepan describir el por qué.
No tienen el sentido del gusto tan desarrollado como para describir lo que está pasando. Sólo saben que les flipa.
¿Cómo se consigue algo así? Haciéndolo miles de veces.
En otras palabras, con experiencia.
Ni leyendo libros, ni viendo vídeos en YouTube.
No te voy a decir que esto sobre, pero no puedes desarrollar un buen sentido del gusto desde un punto de vista intelectual. ¡Tienes que ensuciarte las manos!
Si quieres saber qué es lo que suena bien en una voz, aunque no sea la tuya, tienes que meterte en el barro y hacerlo antes con la tuya.
Desarrollas un sentido mucho más profundo de lo que es “oír una voz”.
A veces es una maldición, porque al escuchar a cantantes que te gustaban muchísimo empiezas a oír cosas que no te gustan (es el precio que hay que pagar, baby ).
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Hoy en día lo que leo en sus mensajes es: tengo un miedo terrible de que lo que dices es verdad porque, si es verdad, significa que esta facilidad para el canto que tengo desde nacimiento no es algo único, algo que me hace especial.
La verdad es que cuando utilizo mi parte del cerebro que es más humana (no mucho más), me da un poco de pena (en el buen sentido). Me sigue encabronando, porque hunden a los demás, pero también me da pena.
Estas personas, cuando ven cantar a alguien que desafina, inmediatamente recurren al “no tiene oído para cantar”.
La realidad es que el oído de estas personas suele funcionar bien, como mucho necesitan acostumbrarse a la música (especialmente si son personas adultas que no han tenido mucho contacto con la música).
El problema no es el camino que va del oído al cerebro.
El problema es el camino que va del cerebro a la voz.
La gente que desafina al cantar, tiene el problema de que no sabe con su voz reproducir la música que tiene en la cabeza.
Es como ese capítulo de Futurama en el que Fry quiere tocar el Holofonor. Tiene una música increíble en su cabeza, pero sus manos son tan torpes que no pueden reproducirla. Es mi capítulo favorito.
Y creo firmemente que este es el principal motivo por el que la gente no canta, ya que para mejorar el camino del cerebro a la voz hay que cagarla mucho.
Hay que desafinar mucho, escuchar lo mal que suena tu voz una y otra vez, mientras intentas entender qué tienes que hacer para que tu voz suene bien.
Es un camino jodido. Lo conozco muy muy bien.
Aunque es perfectamente lógico, no ayuda que sólo se oiga cantar a gente que ya lo hace bien (si cantan mal no se suben a un escenario ni suben vídeos a Internet), porque nos hace pensar en binario: o lo haces bien o lo haces mal.
Y si eres cantante profesional, esto también te lo vas a encontrar cuando quieras entrenar zonas de tu voz que no hayas entrenado nunca.
El camino del cerebro a la voz para esa zona no está construido. La vas a cagar, vas a desafinar, y vas a sonar mal.
Pero al final, vale la pena.
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El otro día vi un episodio del documental Cuadernos de entrenador en Netflix. Concretamente el episodio de Patrick Mouratoglou.
Me encantó.
Este tío, Patrick, fue el coach de Serena Williams durante muchos años, y la llevó a lo más alto.
En el documental explica cosas muy interesantes sobre su trabajo, y también cuenta experiencias vividas que le enseñaron ciertas cosas sobre su profesión.
Me vi reflejado muchas veces en lo que decía. De hecho, estaba flipando porque el mundo del coach de tenistas y de vocal coach se parece más de lo que nunca había imaginado.
Al final, todos somos personas, ¿no?
Tengo que hablarte de dos cosas de las que pensé: de esto tengo que escribir un correo.
El talento puede ser un lastre
Había un momento en el que Patrick explicaba una situación que veía con varios tenistas de gran talento: cuando empezaban a perder, se dejaban ganar.
Básicamente se rendían. Enseñaban unas imágenes de esas situaciones, y realmente era alucinante.
Tenistas de gran nivel literalmente pasando de intentarlo.
Me quedé flipando, pero inmediatamente vi las similitudes con situaciones que yo he vivido con cantantes de gran talento.
En cuanto algo no les salía o aparecía el temido gallo, se bloqueaban y empezaban a hacerlo peor y peor.
La teoría de Patrick es que esos tenistas pensaban inconscientemente (parafraseo): si me dejo ganar, quiere decir que he perdido porque yo he querido, no porque no tenga talento.
Es decir, miedo a que ese talento no sea real o no sea suficiente.
Lo que yo he vivido es muy parecido: cuanto más profesional es el cantante, más miedo le da a equivocarse y se bloquea, ni lo intenta.
Así no volverá a fallar y “no pondrá en peligro” o “se cuestionará” su talento.
Obviamente no todos son así, pero sí la gran mayoría.
Y… oh, sorpresa… los que mejoran son los que siguen hacia adelante a pesar de los errores. Nada nuevo…
Tus límites te los pones tú
Patrick también hablaba de las barreras mentales, y dijo una cosa que hizo con Serena Williams que me hizo muchísima gracia.
Estaba compitiendo en no sé qué torneo (no soy fan del tenis) y le estaba yendo FATAL, concretamente con las bolas cerca de la red.
De nuevo, enseñaban imágenes, y en cuanto su contrincante le lanzaba una bola a la red, la tía directamente pasaba de mover el culo y se dejaba ganar el punto.
Suena surrealista que alguien como ella, la puñetera élite del tenis, sea capaz de hacer algo así…
Total, que coge Patrick, se le acerca en tiempo muerto y tiene una conversación con ella parecida a esta (parafraseo de nuevo):
Patrick: Serena, las estadísticas dicen que el 80% de las bolas que van cerca de la red las ganas.
Serena: ¿En serio? Pensaba que las estaba fallando todas.
Patrick: Piensa lo que quieras. Las estadísticas dicen lo contrario. Estás clavando el 80%.
Total, que vuelve al partido, y empieza a dominar las bolas cerca de la red. ¿Cómo te quedas?
Me hizo mucha gracia, porque yo también suelo mentir en mis sesiones
Suelo decir cosas como: “¡Muy bien! Este es el Mi4”, cuando en realidad estamos en La4, por ejemplo.
Te reirás, pero funciona.
Cuando luego les digo que les he mentido y les digo la nota real, me suelen insultar de forma cariñosa (o eso quiero creer ), pero les da una perspectiva nueva de lo que pueden llegar a hacer con su voz, y pierden ese miedo a las notas agudas.
En el documental, Patrick explicaba más historias sobre las barreras mentales, por lo que te recomiendo que veas ese episodio del documental.
Es MUY interesante, y es cortito.
Si aún tienes barreras mentales o piensas que hay que tener talento y esas tonterías para cantar bien, puedes ignorar lo que te voy a decir ahora.
Pero una vez tienes claro que hay que currar y que eres capaz de conseguirlo, toca ponerse manos a la obra y hacer el trabajo duro.
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Básicamente se trata de gestionar todos los procesos entre empleado y empleador, como contratos y cosas así.
Nunca llegué a trabajar de eso Bueno, sí que tuve un trabajo, pero estuve de prácticas y me gustó tan poco que no aguanté más que unas semanas.
Pero antes de seguir, tengo que irme a mi época en el colegio.
Por norma general, estudiaba y ponía empeño en mis estudios. Pero oye… que nadie es perfecto…
Alguna que otra vez me presentaba en un examen sin estudiar, pero siempre tenía un as en la manga, y no me refiero a las chuletas.
Me refiero a la lógica.
Si había algo que no sabía, intentaba deducirlo por lógica, y la verdad es que no me iba mal.
A ver, no sacaba notaza, pero sí me apañaba y al menos aprobaba, que es mucho más que lo que otros podían decir
Pasaron los años y mi lógica siempre me acompañó a todas partes.
Acabé la carrera, y me presenté en una entrevista de trabajo para ser contable.
Contable… nada que ver con relaciones laborales, pero oye, era un trabajo, yo era joven y quería empezar a ganar mi propio dinero.
Por si te lo estás preguntando, no tenía ni puñetera idea de contabilidad.
El caso es que me hicieron dos pruebas. Una de inteligencia y otra de contabilidad.
Hasta aquí, nada fuera de lo normal. Era lo que cabía esperar… hasta que entraron Epi y Blas en la sala cuando acabé mis pruebas.
No eran Epi y Blas del todo, pero podían haberlo sido si fueran empresarios. Eran los dos socios de la empresa, y me recordaban mucho a ellos
Me recordaban físicamente, porque uno era más bajito y ancho que el otro, que era muy delgado y alto.
¡Pero es que hasta las personalidades se parecían a las de los personajes del Barrio Sésamo!
Total, que se ponen a revisar mis respuestas de la prueba de contabilidad y se partían el culo.
Epi: ¡Mira mira! ¡Mira lo que ha puesto aquí! La verdad es que tiene lógica, ¡jajaja!
Blas: No sé… sí, pero no, ¿eh? No la podemos contratar.
Epi: ¡Pero mira esto otro! ¡jajajaja! Además, mira la prueba de inteligencia. Yo creo que puede aprenderlo.
Blas: Yo no lo veo, no lo veo… bueno, que decida Alicia.
Y Alicia dijo que sí.
Si crees que esta conversación la cuento como un chiste, no, no lo es. Yo estuve delante todo el rato y fue así
Al final aprendí el oficio de contable en el campo de batalla, cuando alguien me enseñó, no en la universidad, .
Todo esto te lo cuento porque la lógica está muy bien. Si tienes instinto para el canto puedes llegar lejísimos, pero sólo si lo combinas con saber hacer.
Porque ese instinto, por lejos que te pueda llevar, no va a ser nada comparado con un entrenamiento guiado.
De hecho, alguien con menos «instinto» (llámalo talento), puede llegar mucho más lejos si suple esa carencia con trabajo y un plan sólido.
Y es una buena noticia, porque sabemos el trabajo que hay que hacer y cómo hacerlo, pero actualmente nadie sabe cómo enseñar el «talento». Es algo que se adquiere o se tiene al nacer. Hay algunas teorías, pero nada concreto.
Puedes ser más que el talento que puedas tener o no tener.
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P.D.: Epi y Blas es como conocemos a Bert y Ernie en España. En latinoamérica se llaman Beto y Enrique, según Wikipedia.
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